Capítulo 9

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Un rayo de luz filtrado por la ventana que aterrizaba justo en su ojo, fue lo que la despertó. Eran cerca de las 10 de la mañana y nadie había entrado a apresurarla para que despertara y se alistara para ir a la escuela. Se levantó de un salto, pero luego frenó en seco justo cuando corría hacia la puerta de su baño.

La puerta blanca de su hermoso baño de azulejos no estaba. La sangre hirvió. Por supuesto que no estaba, esa puerta estaba en Italia.

Hope suspiró con pesadez 10 segundos después. Era hora de hacer algo por su libertad y bienestar mental. Caminó con lentitud hasta el armario y sacó un vestido primaveral color naranja y unas botas marrones altas hasta las pantorrillas. En su pueblo de Italia pocas veces hacia un buen sol, y cuando eso pasaba, duraba todo el día tumbada en el césped del jardín sintiendo como su piel se calentaba mientras Alex le traía bebidas frías aprovechando el estado de relajación en el que ella  se hundía.

Hoy era un buen día para salir a conocer la ciudad. Se duchó rápidamente, dejando que el agua fría la despertara por completo. Rebekah siempre la ayudaba a peinar su cabello, pero hoy no deseaba que ella entrara en su habitación, así que simplemente se hizo dos trenzas a cada lado de la cabeza, dejando su cara despejada.

 Su estomago gruñó al terminar de vestirse. Era hora de un desayuno completo. Abrió la puerta con lentitud mirando a los lados antes de salir. No había nadie, pero se podían oír voces en algún sitio de la casa. El olor de huevos, tocino y jugo de naranja golpeó su nariz al bajar las escaleras en busca de la cocina. Sonrió, con una sonrisa que Rebekah seguramente de haber estado cerca, hubiese enmarcado en una foto. Conocía ese olor peculiar de poco aceite y poca sal, solamente un brujo alocado que ella amaba con su alma hacia ese tipo de comida tan saludable.

No tardó en encontrar la cocina, en donde efectivamente, estaba Alex de espaldas con un ridículo delantal cocinando. La cocina era amplia y completamente equipada. Rebekah estaba sentada en una esquina de la isla de mármol, bebiendo una humeante taza de café.

-          Alguien decidió despertar – dijo la rubia, sonriendo. Hope se acercó a ella, abrazándola y enterrando su cara en su estomago – Creo que te ha caído bien el clima, estas muy cariñosa esta mañana.

Hope soltó una risa. Estaba feliz de haberlos encontrado a los dos en la cocina. Sus mañana en Italia siempre eran idénticas a esta. Alex y Rebekah tomaban el desayuno con ella todos los días, aún cuando Hope despertaba casi al mediodía. El que decidieran mantener esto en Nueva Orleans, era maravilloso.

-          ¿Para mí no hay amor? – Alex se volteó, abriendo los brazos con una espátula en la mano, luciendo un ridículo delantal que Hope y Rebekah compraron para él, de color blanco con las palabras Alex Máster Chef, bordadas en hilo rojo.

Hope se acercó a Alex para darle su ración de abrazos también y luego se sentó a un lado de Rebekah, en una alta silla negra.

-          ¿Cómo has pasado la noche? – preguntó Alex, sirviendo en un plato una gran ración de huevos revueltos y tocino, junto a un gran vaso de jugo de naranja recién exprimido.

-          Mi habitación parece la de una vieja obra de teatro, pero dormí bien – respondió, atacando el plato una vez que Alex lo puso frente a ella.

Rebekah asintió con el ceño fruncido. Odiaba el hecho de que su sobrina se sintiera extraña en aquella casa que por sangre, era más su hogar que la inmensa mansión en donde había vivido todos estos años. Alex la miró, dándose cuenta de su preocupación, y le sonrió con cariño. Esa sonrisa bastó para que olvidara todo.

Una mujer de cabello oscuro, ojos verdes y sonrisa nerviosa, entró a la cocina con lentitud haciendo que Hope levantara la cabeza del plato casi vació. Rebekah le miró y le sonrió amistosa.

Hoping for Hope |The Originals FanfictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora