Capitulo 5: REGALO
Llegó a casa muy cansado. Metió la llave en el agujero de la cerradura y entró. Dejó sus zapatos en la entrada. Se percató de inmediato que sus padres no estaban. Usualmente ocupaban la sala de estar, pero allí solo habían papeles tirados y algunas botellas de licor. Masculló entre dientes un insulto. Se inclinó y empezó a recogerlo todo. No le gustaba nada el desorden que hacía su padre.
Al terminar se fue a la cocina y buscó algo de comida en el refrigerador. No encontró nada bueno, así que agarró el último pedazo de carne congelada que quedaba y se subió a un banquillo para sacar el pan de la alacena. Se hizo un emparedado de carne con algunas hojas de lechuga y empezó a comer.
Cuando terminó se lavo las manos y lavó todo lo que había usado para preparar su almuerzo. A pesar de ser un niño no se sintió satisfecho con lo que se metió al estómago, así que después de acabar lo que hacía se puso nuevamente los zapatos y fue a la tienda que había a dos cuadras de su casa. Mientras caminaba se prometió a si mismo que aprendería a cocinar. No tanto por la ausencia de sus padres. Sino porque era algo que debía aprender si o si.
Y al volver de la tienda vió los zapatos de su padre en la entrada, así que supuso que había llegado, y no se equivocó. Pero no estaba solo. Charlaba amenamente con su rubio amigo.
Katsuki no avisó que llegó.
En cambio, prefirió pasar de largo e ir a su habitación. Sacó todas la barras de chocolate que había comprado y empezó a comer. El chocolate no era precisamente su dulce favorito. A Bakugo le encantaba mucho más la comida picante. Pero con el hambre que tenía, cualquier cosa estaba bien.
Había empezado a tener sueño. Iba a tomar una siesta antes de hacer sus deberes escolares, pero justo en ese momento escuchó golpes en la puerta. Lanzó una maldición. Seguro que se trataba de su viejo. Se levantó de la cama con mucha pesadez. Abrió la puerta pero al instante supo que no era él.
¿Cómo no lo pensó antes? Si se trataba de aquel tipo raro...
—¿Qué quieres? — masculló, más que nada por educación. Pero dispuesto a cerrar la puerta en sus narices si no se iba pronto.
—Esperaba por lo menos un hola de tu parte después de tanto tiempo, Katsuki— bromeó el rubio mayor. Katsuki rodó los ojos en respuesta y sus cejas se fruncieron con desagrado.
—No me interesa hablar contigo ahora. Estaba a punto de dormirme, así que vete.
—Hey, espera, espera— el mayor puso un pie en la puerta justo a tiempo y eso hizo enfadar al pequeño Katsuki— No quería ofenderte. Te dejare dormir todo lo que quieras pero primero escucha lo que tengo que decirte.
—¡No andes molestando! ¡Yo no tengo nada que hablar contigo!— hizo presión con la puerta para que se largara de una vez, pero el tipo ni siquiera pestañeaba. Bakugo se dió cuenta en ese momento de la gran diferencia de fuerza—... maldición, no andes molestando.
—¡Pero te tengo que dar algo importante! —esas palabras captaron la atención del niño— ¿Me dejas pasar por favor?
—¿Qué? —titubeó— ¿De qué hablas?
— Se que hoy es tu cumpleaños— sonrió— ¿O me equivoco?
No, no se equivocaba. ¿Pero eso que tenía que ver? El rubio continuo al ver que el menor no contestaba.
—Me tome la molestia de comprar algo para ti. Probablemente no lo quieras, ya que no te caigo bien pero me gustaría mucho que lo aceptaras.
—¿Porqué?
—¿Porqué qué?
Katsuki no entendía aquel repentino interés. El rubio no era nada suyo y aún así se había tomado el atrevimiento de comprarle algo. Aquí había gato encerrado. Además estaba el hecho de que lo había ignorado durante el tiempo que lo conocía. ¿Porqué le regalaría algo?
Pero debía admitir que la promesa de un regalo le resultaba tentadora. Era un niño después de todo.
El rubio mayor no dijo nada más y se apresuró a sacar algo del bolsillo izquierdo de su gabardina. Bakugo por un momento pensó que el tipo sacaría un arma o una navaja para asustarlo por todas aquellas veces que lo ignoró. Pero eso no fue así. Debería de dejar de ver tantas películas de mafiosos...
Aquel pensamiento fue borrado cuando pudo al fin ver lo que ese hombre había comprado para él.
Era una pequeña cajita envuelta en papel regalo de color rojo. Katsuki se sintió algo descepcionado, puesto que esperaba algo más grande. Pero una vez que el mayor le dio la caja la abrió con desgano, algo que solo hacia para no dejar notar su curiosidad.
Y cuando abrió la caja... vió una placa.
¡Una placa de héroe! ¡Con su nombre!
Se quedó sin habla. No podía creerlo. Era una placa de héroe, algo parecido había visto en la televisión. En una esquina había una un logo con el rostro de All Migth y más abajo el símbolo de la Academia UA, la que quedaba justamente en Japón. Y su nombre... En la parte superior: "Bakugo Katsuki, Héroe Explosión"
—Mierda. Mierda... ¡Mierda!
Al mayor le pareció divertida la reacción del menor.
—Se por tu padre que planeas ser un heroe en el futuro, pero con ésta insignia ya eres mitad héroe, ¿Qué te parece? ¿Te gusta?
"¡Me encanta!" pensó la mente del menor. No lo dijo en voz alta porque sobre todas las cosas estaba su orgullo. Aún así se colocó la insignia a la altura de su corazón y sonrió como lo haría un heroe, como lo haría All Migth.
Ya se sentía mejor.
—Sabia que te gustaría.
Desde ese entonces aquel rubio empezó a caerle mejor. Ya no lo ignoraba cuando llegaba de la escuela y pocas veces podía verlo conversar con su padre, ya que este bebía demasiado y dormía. A veces lo saludaba y otras tenían conversaciones mucho más largas. Se la pasaban hablando de héroes y super poderes. Toru había dicho que tenía un Quirk de fuego, lo cual sorprendió mucho a Katsuki. Llegó a convertirse con el tiempo en un amigo para el pequeño, pues, él siempre entendía como se sentía y lo que pensaba, y sobre todas las cosas, no le trataba como a un niño. En resumen, no era como otro adulto que él hubiera conocido.
Era un adulto genial.
TBC
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Eres Mi Heroe [KatsuDeku]
FanfictionUn misterioso hombre en la vida de un pequeño Katsuki, ¿Que consecuencias podría traer eso? El pasado de Bakugo no fue tan fácil como muchos creen. "Cuida que tu autoestima no dependa de sentirte superior a los demás: eso un día puede cambiar, y pu...