Día 20: Camino

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No importa en qué dirección girara el mapa, Lekos no tenía ni idea de dónde estaba. Lo habían enviado a un templo que había sido invadido por una horda de demonios. Su misión era limpiar el templo y que así los feligreses pudiera festejar de nuevo su Día de la Gallina. Sin embargo, a la hora de pedir indicaciones, la misión se complicó. Ninguno de los Ancianos se ponía de acuerdo en qué camino era el más rápido, en si debía ir por este o por el otro atajo o si tenía que girar a la izquierda o a la derecha en el cruce de las cañas de bambú. Lo peor era que incluso le dibujaron un mapa, pero era tan confuso que no sabe si es un mapa o un cuadro impresionista. Ni siquiera las indicaciones del resto de aldeanos le sirvieron. Así que, equipado con su basto y un mapa cubista, se adentró en el bosque y se perdió.

Siguió caminando por senderos cada vez más inhóspitos y escondidos, arañándose con la maleza y comiéndose más de un insecto. De repente, el sendero se abrió, dando paso a un camino amplio e incluso iluminado con farolillos. Miró a un lado y vio la entrada del pueblo. Se giró al otro. Y ahí, al final del camino, estaba el templo.

Rolvember 2018Where stories live. Discover now