En mi ciudad, al igual que en todo el mundo, hubo un Apocalipsis. Un Apocalipsis con mayúsculas. Cuando los volcanes entraron en erupción, mi ciudad acabó arrasada. Un yermo de cenizas negras. Por suerte, antes de que ocurriera, nos habían evacuado por las inunaciones justo la semana anterior. Así que, lo que no se había llevado el agua, se lo llevaron los terremotos, la lava y los piroclastos. La ciudad dejó de existir. Pero estábamos vivos.
Al principio fue duro. No había comida suficiente, no había electricidad y el agua estaba contaminada por las cenizas. La gente peleaba por sobrevivir, aunque no todos lo consiguieron. Sin embargo, éramos una ciudad pequeña, en la que siempre habíamos sido una comunidad. Y como tal, nos apoyamos los unos a los otros. Aquellos que sabían sembrar, sembraron y compartieron sus frutos. Los que sabían de electricidad, consiguieron instalar hélices y placas solares. Conseguimos purificar el agua de los pozos y aprovechar el agua de lluvia. Y de entre las cenizas del volcán, conseguimos resurgir, con más fuerza y vida que antes. Éramos una nueva y próspera ciudad.
Eso era antes de que llegaran los Saqueadores.
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Rolvember 2018
FantasyRecopilación de los 30 retos del Rolvember 2018 propuestos en Twitter por Pifias de Novatos. Los retos que no aparezcan será porque contienen personajes originales de una novela en curso propia. El resto será de uso totalmente público e incluso se p...