Capítulo 3

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Ya estábamos pisando tierras alemanas

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Ya estábamos pisando tierras alemanas. Estar tantas horas metido en un avión es un poco cansino. Ahora íbamos en un taxi los cuatro yendo a casa de mis abuelos que estaba situada en la zona más cara de Dortmund. El taxista mientras ve que nos vamos acercando al barrio de mis abuelos, va disminuyendo la velocidad. Para justo delante de las grandes verjas, le damos las gracias al taxista y le pagamos. Bajamos todas las maletas y cada uno coge la suya.

Para cuando me doy cuenta, mis padres ya están del otro lado de la verja Eryx y yo todavía estábamos parados sin movernos ni un centímetro hasta que nuestros padres nos llaman.

— ¡Calix, Eryx! —Nos llaman. — Venga venir, no os quedéis ahí parados, los abuelos nos esperan. —Eryx al escuchar la palabra "abuelos" se pone a correr con su maleta de sus dibujos favoritos y mira para atrás para verme a mí y yo le sonrío.

Alcancé a mi familia y caminamos todos juntos hasta la entrada de la casa, donde mis abuelos estaban ahí esperándonos a los pies de la escalera. Mi hermano corrió en cuanto los vio.

— ¡Abuelos! —Grita mi hermano, se lanza a los brazos de mi abuelo y lo abraza. — ¿Dónde están los demás?, ¿Aglaia? — Aglaia es una de mis tantas primas, tiene once años igual que Eryx.

— Todavía no han llegado cariño. — Le acaricia la mejilla mi abuela.

— ¿Hemos llegado los primeros? — Suelto una carcajada.

— Hemos llegado los primeros. —Le confirmo.

— ¿Y cuando llegan los demás? —Qué preguntón esta Eryx.

— Vamos a dejar las cosas en las habitaciones y luego bajamos a la piscina. — Le informo.

—¡Sí! —A mí hermano le encantaba venir cada año a Alemania a pasar el verano aquí y disfrutarlo con toda la familia. Los más pequeños eran los más mimados por todos. Eryx, era muy abierto con todos, justo lo contrario que yo.

Yo no hablaba con casi nadie de mi familia, no porque me cayeran mal o por algún conflicto, sino porque me gustaba estar aislado, solo, aunque mis padres me han recordado más de una vez que eso no me viene muy bien a mí.

— ¡No corras Eryx! —Le grita mi madre. —Pero mi hermano ya no la escuchaba, subía corriendo las escaleras y yo iba detrás de él con mi maleta y la de él.

Llego a mi habitación, la cual compartía con mi primo Denes todos los veranos y en fiestas cuando veníamos. Pongo mi maleta en la misma cama que siempre duermo y la abro.

Me pongo el bañador y salgo de mi cuarto, voy a la habitación de mi hermano y antes de entrar toco la puerta.

— ¿Quién es?

— Tu único hermano, enano. —Le respondo. — ¿Ya estás? —Le pregunto mientras me asomo por la puerta.

— Sí, vamos. —Me coge de la mano y me arrastra hasta el patio donde se encuentra la enorme piscina. —Vamos Calix, vamos a la piscina. — Me tira del brazo.

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