Capítulo 4

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¿Porque no me habré quedado en casa de mis abuelos en vez de venir con mis primos?

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¿Porque no me habré quedado en casa de mis abuelos en vez de venir con mis primos?

Soy estúpido.

— ¿Primo? —Lysander pasa una mano enfrente de mi cara. —¿Estás en otro planeta? — Escucho risas. —Calix. —Canturrea mi nombre de nuevo.

— ¿Qué? —Salgo de mi burbuja. Miro hacia mis primos. —¿Que pasa?

— Pasa que te has quedado atontado por más de dos horas primito. —Ríen los presentes mirándome.

— No soy ningún payaso para que os estéis riendo. —Me remuevo en mi asiento incómodo de sus miradas. —¿Podéis dejar de mirarme? no me gusta que me miren.

— A ti no te gusta nada. —Intenta bromear Lysander pero le miro muy mal. —Vale , me callo.

— ¿Nos podemos ir?

— No seas un niño pequeño Calix, tienes veinte años, no tres. —Me indicó Lysander.

— Y yo te informo a ti, que no eres mi padre para que vengas a regañarme.

— Tranquilos los dos. —Pronunció Denes. — Y tú. —Se dirige a su hermano. —Deja de provocarlo, saber el temperamento que tiene y te puede partir la cara en un segundo.

Lysander asiente sin rechistar a lo que le ha dicho su hermano , se forma un largo silencio en el que nadie habla.

— Bueno chicos. —Habla Ezio. —Un placer conocer a una parte de la familia de Calix. —Me mira. —Me alegra que te encuentres bien. —Asiento. —Ya nos veremos por ahí, nos quedaremos todo el verano. —Habla para todos ahora.

— Y antes de que se nos olvide y pageis dos veces. —Nos dice Rastus. —La cuenta ya está pagada.

— Hasta otra chicos. —Se despiden todos coro.

¿Por qué habían venido antes de vacaciones? Las clases no terminaban hasta el viernes y estábamos a sábado.

— ¿En que piensas? —Me saca de mis pensamientos Denes.

— Que es demasiado raro que ellos vengan una semana antes de terminar las clases, Halia y Rastus nunca faltan a ninguna clase.

— Pues no se porque motivos han decidido venir una semana antes de vacaciones. —Asiento. — También te tengo que decir, que no es nuestro problema.

— Lo se.

— Bueno, ¿Vamos a casa? —Pregunta Lysander.

— No seas un niño pequeño Lysander, tienes diecisiete años, no tres. —Lo imito.

— ¿No le vas a decir nada?

— Te lo tenias merecido hermanito, tú le provocaste primero.

— Bueno, pero...¿ nos podemos ir ya? está anocheciendo y nos estarán esperando en casa.

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