Mi madre llevaba más de una semana sin dar señales de vista y no solo ella, mis tíos y mis abuelos también.
Nosotros queríamos pensar que donde estuvieran no hubiera cobertura y no pensar lo peor. Hace unos días que tampoco vemos a Halia, Rastus y los gemelos, lo que sí hemos sentido es que nos observan.
Y todos los mayores decidimos quedarnos en la otra casa, aunque también fuera grande, no era espaciosa como la de mis abuelos, así estaríamos más juntos todos y protegidos por si algo pasaba.
Si por algún motivo llegan a entrar en la mansión, hemos instalado unas cámaras y hemos activado la alarma de seguridad.
En estos precisos momentos, me encontraba ahora mismo mirando por el ventanal con la mirada perdida en el bosque tengo en frente de mi.
— No seas tan paranoico Calix, no hay nadie merodeando por aquí.
— ¿Que?
Al estar absorto mirando a la nada no me percaté que Uranus se había situado junto a mi, en una de las butacas que se encontraban allí.
— Que estas ausente primo.
— Estoy pensando, nada más.
— Pues no pienses tanto, que te va a salir humo por las orejas.
Estos días me los pasaba la mayor parte del tiempo solo y en el mismo sitio donde me encontraba ahora, solo me movía para alimentarme y para descansar en mi cuarto que lo compartía con mi hermano.
Hace unas semanas cuando pasó lo del supermercado, Hester estuvo un par de días con dolor, pero con lo que tomaba para disminuirlo, mejoró.
Cuando Hester les contó a Lysander y sobretodo a Denes lo que sucedió, estuvieron los dos de acuerdo en investigar sobre ese hombre que nos controlaba a todos y nos nos dejaba dormir ni vivir a nuestro gusto.
— ¿Sigues con lo mismo? —deje de mirar a la nada y me gire para mirarle a mi primo con cara de pocos amigos.
— Uranus, nuestros padres y abuelos, están en paradero desconocido, no dan señales de vida, ¿captas eso?
Creo que he sido algo duro pero es que ya me están desesperando tanta pregunta. Nadie me cree, que hay algo raro en todo esto.
— Estas semanas estás insoportable Calix, pareces Odell con su humor de perros —abro mucho los ojos —no me mires así, tengo toda la razón.
— ¡Eh! —se pronuncia Odell, desde algún rincón de la casa —te he escuchado hermano y no soy como ese...
— Callate Odell —se le escuchó a Hester.
— Siempre me mandas callar, mujer —se queja el otro.
— Es que no tienes porque ir hiriendo a la gente como si te regalaran mil euros cada vez que lo haces.
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Calix
Teen FictionDesde que tengo uso de razón siempre he sido un chico callado que casi no habla con nadie y es muy reservado con sus cosas. Siempre estaba solo, no hablaba casi con nadie y siempre iba con mis cascos, refugiándome en la música que escuchaba a través...