Lo siento tanto. Te amo, y no quiero hacerte daño.

11.3K 416 44
                                    

Yo sólo siento...

Siento lo bueno, lo malo; siento cómo todo esto siempre gira alrededor de ti. Porque me haces sentir bien y mal, feliz y triste, puro y sucio. Porque cuando se refiere a ti, yo sólo siento y luego soy. Tus buenos días y buenas noches marcaron alegremente el inicio y el final de cada uno de mis días. Una sola palabra tuya hacía que yo me olvidara de los demás, pero esto no impidió nunca que después me sintiera mal. Porque me dejaba llevar, porque lo que soñaba y sueño siempre es sobre ti y sobre mí.

No debió ser así.

No debí haber aceptado ese contrato. No. La verdad es que no debí dejarte. Estos 4 años nos robaron la familiaridad con la que debimos criarnos y la que delimitaría las posibilidades de nuestra relación. Ahora constantemente lucho contra esas posibilidades, me escudo detrás de los inexistentes sentimientos que hacia ti albergo como compañero de banda Cuando me fui dejamos de serlo y no hay manera de recuperarlo. Ahora lo sé.

¿Por qué tuvieron que ser canciones? me pregunto, porque pienso que fue esto lo que alteró nuestra percepción de la realidad y de nuestra relación. Esa manera tan personal de escribirnos nos individualizó, nos alejó del todo que constituía nuestra vida familiar y desvaneció el lazo que nos mantenía unidos convirtiéndolo poco a poco en un hilo rojo que terminó atándonos irremediablemente a una ilusión. Nos escribíamos como hermanos, pero nos leíamos como algo más. Y lo peor de todo es que, con cada cancion o carta, yo siempre busqué ese algo más.

Al inicio no lo vi de esta manera, por supuesto, la creí una situación enteramente normal. El que mi amigo se esforzara tanto en dibujar cada una de las letras que conformaban ese torpe pero sincero mensaje, esos sentimientos embotellados en esa lejanía que nos condenaba —sin nosotros saberlo— silenciosamente, me resultaba tan encantador, al punto que mi tranquila lectura era constantemente interrumpida por los torpes latidos de mi corazón.

Pero incluso así, hubieron muchas cosas que tus canciones no me dijeron. No me dijeron tu altura, el cambio en tu voz, la manera en que tus hombros se fueron ensanchando, tus piernas alargando. Las cartas me escondieron tu rostro cada vez más adulto, me negaron tus lágrimas y tus sonrisas. ¿Por qué fue que nunca nos enviamos fotografías o vídeos? ¿Por qué fue que nos aferramos tanto a esos trozos de papel, a esas oscuras criaturas que tan silenciosamente marchaban sobre éste? ¿Qué notó nuestro subconsciente en ese entonces? ¿Por qué demoramos tanto en percibirlo?

Yo sólo me percaté de todo esto cuando te vi. Zayn te llamó y tú bajaste al primer piso perezosamente, entonces me viste, tu rostro se iluminó, pero te quedaste de pie, sin decir o hacer nada. Creo que esa fue la primera vez que dudaste de mí como amigo. También fue la primera vez para mí. Porque te vi y apenas te reconocí. Tus ojos y mis ojos casi estaban al mismo nivel, y aún así los escondías, me los negabas, porque seguro te avergonzaste de sentir lo que sentiste, y lo sé porque yo sentí lo mismo.

Entonces el silencio entre ambos te alentó, y te acercaste a mí, te asiste primero a mi camisa para luego, lentamente, dejar que tu frente descansara contra mi pecho. Y sé que no lo sabes, pero lo noté, noté la manera en que te aferraste al olor de mi colonia, ese olor cítrico que siempre impregnaba mis cartas. Y me encantaste aún más.

Sin embargo, esto no hizo que aceptara nada, y después de la vergüenza vino el temor, la desesperación y la impotencia. Escudaba mis acciones haciéndote creer que mi comportamiento de sobra cariñoso se debía a todos esos años en que no puede consentirte, y tú lo aceptaste de buena gana y te dejaste hacer, porque anhelabas lo mismo. Querías que yo te abrazara, que tomara tu mano, que durmiera a tu lado en las noches, que te llevara a todas partes conmigo.

Tenías tanto miedo de que yo me volviera a marchar que hacías todo lo posible para no incomodarme, y te reprimiste, resentiste tus anhelos, los escondiste y me negaste la felicidad que me otorgaría el complacértelos. Porque yo siempre he sabido que soy capaz de todo por ti, de todo excepto eso, porque la vergüenza es demasiado grande, porqué te nege fallé .

†One Shots - Larry Stylinson†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora