Peligro. Parte 2

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Advertencia:
Contenido explícito +18, R18, 3X, como le quieran clasificar (:v)
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Jamás en su vida creyó que lo encontraría de nuevo, pero ahí estaba, rompiendo su corazón y su amor de décadas.
•••

Nadie podría decir cuánto tiempo duró su contacto, el beso cesó hacia ya variados minutos, pero el abrazo seguía y seguía, se daban pequeños gestos de apoyo, gestos posesivos, cariños que solo ellos entendían. Era el momento perfecto... aquel individuo que los espiaba y seguía tomando fotos, derramaba sus propias lágrimas cargadas de varias ilusiones destruidas mientras todo se ocultaba bajo su casco, siguió con el lente de la cámara pegado el ojo hasta que su dedo no pudo presionar más el botón. Sintiendo que el mundo se destruía lentamente, sigilosamente regreso por entre los matorrales hasta su moto, la cual prendió y regresó hasta su contratista, Edward Newgate. Y tuvo la gran suerte de tener un corazón débil, pues quién sabe que habría hecho de ver lo que iniciaba.

— ¿Aquí? — preguntó el rubio risueño y divertido, pero no se negaba ni tampoco se resistía, todo lo contrario también incitaba al pelinegro a continuar en su intento por desabrochar su camisa — No importa... por favor ... — este, muy torpe, trataba de tener un contacto piel a piel mucho más allá de un simple abrazo. Se acercaba a su cuello e inhalaba aquel aroma tan único de Doffy, su colonia era un aroma que jamás se olvidaría, se sentía frustrado, emocionado, confundido ... no sabía que sentir y quería que aquel individuo de cabellos rubios y piel tostada, le hiciera sentirse seguro, calmara sus inseguridades y lo tomara para corroborar que no era un sueño. Evidente fue, que el rubio no podría soportar tal tentación. Tomó al pelinegro entre sus brazos y mientras recibía pequeños besos en su cuello y mordidas en su hombro, camino por entre los arbustos llegando a un espacio muy bien escondido entre los mismos y árboles chaparros que parecían convertirse en una muy espesa cortina... pareciera que incluso la naturaleza, los quería juntos.

Pasó a hincarse con el cuidado necesario, antes de soltar al pelinegro, con su camisa ya desabotonada y hurgado su pecho por el pelinegro, se quitó la prenda para tenderlas en el pasto, pues la brisa estaría fría. Tras eso, lo deposito suavemente y comenzó un candente beso que logró quitarle la respiración al pobre Crocodile quien había perdido el ritmo de todo cuando sintió como una mano se habría oso por debajo de su ropa, ahogaba sus jadeo en los labios ajenos y dejaba que el calor subiera a su cabeza provocando que se pintara de rojo... sin embargo, no era suficiente, quería más... — Por favor... no juegues... — balbuceó sintiendo ya dura su hombría y necesitada aquella parte donde se podían unir, su cuerpo solo podía sentir un leve escalofrío al dejar que la mente imaginara nuevamente la hombría ajena invadir su cuerpo. Apresurado, torpe y con algunas lágrimas que querían salir de sus ojos, Croco trato de desabrochar el cinturón del rubio seguido de su pantalón, pero el temblor de su cuerpo no le dejaba siquiera moverse como quería. Éste mismo no se percató que ya no tenía siquiera sus prendas bajas puestas. Un gemido salió de sus labios al sentir el calor de la mano de Doffy sobre su intimidad, bastó unos cuantos movimientos y que el rubio insistiera con besar y lamer su cuello para que llegara a su propio climax.

— Te reprimías ... que adorable — extrañaba escuchar sus provocaciones, aquellas que le volvían aún más sensible, pero no era suficiente. Extendió sus manos y aprisionó su cuello, rodeó con sus piernas la cadera ajena y lo pegó a su cuerpo sintiendo que el también estaba algo necesitado — ... Ponlo... — dijo a susurros Justo encima de su oído, efecto potente en el rubio quien sintió su propia intimidad hacerse aún más grande, no tenía control en su propio cuerpo, y la perdió más cuando percibió lo leves movimientos por parte de Croco para iniciar una fricción. Con la cordura tendida de un hilo muy delgado, desabrocho su pantalón y descubrió su dureza, aquella que sacó un gemido el contrario al juntar piel con piel — ¡Ponlo dentro, maldición! .... deja ya ... — el pelinegro estaba desesperado, sentía que sino lo sentía despertaría de un maravilloso sueño, y es lo que menos quería, darse cuenta que solo era eso, un simple sueño. Doflamingo notó eso, pues de los ojos del pelinegro salían lágrimas de desesperación. Animado a ello, se acercó a su rostro y tomó posesión de sus labios, pues se sentía igual... tenía miedo de despertar y saber que no estaba con él... que soñaba porque lo extrañaba y que al despertar recibiría malas noticias que le impedirían volver... sin pensarlo dos veces... usando la esencia del pelinegro como lubricante, comenzó a invadir el interior, estaba caliente, palpitaba y apretaba fuertemente... pero eso no le detuvo de entrar en una sola estocada. El gemido de Croco por haberse corrido solo por ello, unido al placentero dolor que había sentido, fue silenciado con una mordida en la piel ajena dejando una notoria marca.

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