Inicio. Parte 2.

529 59 5
                                    







7 am. Crocodile ya viajaba por avión en primera clase para ir a su siguiente destino, regresaría esa misma tarde a la ciudad y ya había decidido que sería lo último del día, había estado irritable al no poder indagar en su curiosidad por aquel supuesto Playboy. Arreglo su agenda personalmente para quedar completamente libre después de arribar al aeropuerto.

•••

8 am. Doffy se despertó para desayunar, arreglarse y partir de nuevo a su trabajo, han pasado cinco días desde que vio a su familia y amigos, son cinco días que no asiste a su bar favorito -una verdadera extrañeza- pero quería dejar algo en claro, él también sabía decir "No".

•••

Pero claro fue que ambos no sabían sobre su fortuna, su suerte; Rocinante -o bien Corazón- le había hablado un poco después del mediodía durante el primer descanso del mayor para decirle que había encontrado un club nocturno que a pesar de que había más movimiento aseguró que había elegancia y habitaciones privadas, podrían beber sin sufrir de miradas constantes por parte de otros. Quedó tentado a probar el lugar, aunque no significaría que cambiaría de la nada su bar de preferencia; accedió a salir con él, sería un extrovertida salida de hermanos; se verían esa misma noche y quizá un ambiente diferente le animaría un poco. Por su lado, Crocodile regresaba de su viaje, serían dos largas horas de vuelo, pero era lo último de su día jornal; firmó contratos, visitó empresas, asistió a reuniones e incluso vendió a alguno de sus trabajadores que, por voluntad propia, deseaban quedarse en la empresa o local donde trabajaban de forma definitiva.

No era mucho ni tan variado lo que hacía durante el día, pero llegaba a acumularse si lo dejaba aunque fuese un momento, no obstante la curiosidad siempre era más grande. Durante ese viaje pensó cómo sería conocer a un Playboy era muy común, un coqueto sin remedios que a todos besaba por ser solo un saludo, si era igual a ese estándar quedaría muy decepcionado de ir personalmente a conocer a ese tal Doflamingo... aún sabiendo que podía ser así, sus pensamientos giraban entorno al deseo inconsciente de que esta persona fuera diferente, solo un intento más, sino funcionaba regresaría a sus planes originales.

Las horas pasaron, el pelinegro llego a la ciudad y después llegó a su casa para despojarse su saco y corbata; no se sentó en su sofá como haría siempre, está vez tomó el teléfono y marcó al número que venía en la tarjeta del bar; espero unos minutos en la línea a que una mujer le atendiera, ésta al escuchar que buscaba al rubio río a carcajadas diciendo que no era novedad, pero que ese día no se presentaría, había escuchado a uno de los familiares de Doflamingo que andaría con su hermano por la zona dos de la ciudad. No dijo más, ni siquiera termino de escuchar en la línea, colgó y pensó; no tenía forma de encontrarlo, no sabía cómo era mucho menos ese hermano, suspiró pesado y prendió un puro tendiéndose en su sofá mientras pensaba.

Pasaron varios minutos antes de que se levantara y cortara la punta de su tabaco para irse a bañar, se arreglo, se vistió más informal que de costumbre y salió, por esta vez se olvidaría de su intento -al menos por ese día-, tomó su auto y fue hasta el club al que solía ir con sus pocas amistades, la privacidad le agradaba y más si tenía con quién disfrutarla. Pensaba que era un infortunio no poder buscar a Doflamingo, pero no movería cielo y mar solo por un desconocido, al llegar aparcó cerca; había muchos murmullos y más que de costumbre, estaba extrañado, pero no le prestó atención. Llegando a la recepción de habitaciones se le dio una sala VIP, pero no era la misma de siempre; se le informó que había alguien más dentro y que más le quedaba que aceptar, estaba cansado y aburrido, solo buscaría a quien cederle la oportunidad de un encuentro casual.

En cambio, Doflamingo había llegado varios minutos antes que Rocinante al lugar citado, tuvo tiempo de sobra hasta para tomar una ligera siesta de una hora, cambió su ropa, comió algo ligero y partió al lugar. Camino, no estaba tan lejos como el bar de la tercera zona así que llegaría aún más rápido al club de dicha forma. Espero ahí afuera intentando marcarle al menor, este no respondía y se sentía lo suficientemente incómodo como para irse, pero a tan solo dos minutos de haberlo pensado su hermano llegó jadeando por la carrera. Entraron, Rocinante pagó una habitación VIP, tendrían aún más privacidad ya que estaban en otra planta del club; el servicio era bueno, al principio solo ellos dos estaban, pero un par de jovencitas pidieron por compañía, el menor no se resistió a la seducción y acepto, el mayor no podía negarse aunque no quisiera ya que no había pagado por nada.

Al mismo tiempo en que se excusaba para ir al sanitario -cosa faltante en habitaciones VIP-, Crocodile, subía las escaleras con un joven que se fijó en él y aceptó hacerle compañía por un rato. Ambos ya recorrían el mismo pasillo, pero ninguno miraba al frente, solo escuchaban pasos del otro extremo del pasillo, fue un largo suspiro de ambos, una queja silenciosa la que llamó la atención en ambos, deteniéndose y buscando el origen dejando que sus miradas se encontrarán.

Un algo sucedió en ese momento, la chispa de la curiosidad encendió la mecha de la bomba más grande que pudiera existir, durante varios segundos se observaron, podrían haberlos sentido como minutos, pero aquel hombre que acompañaba al pelinegro atrajo a Croco como si fuera una posesión mirando al rubio con cierto desprecio y rompiendo aquel momento que fue efímero. Aquel hombre de una particular e interesante cicatriz en el rostro no se dejaría por un simple sujeto que conoció solo para sexo, le miró y apartó su mano de su cintura, cuestionaba con la mirada que se suponía que hacía en medio de un pasillo. Suspiro desganado y cuando regresó su mirada a su antiguo objetivo, éste, ya no estaba.

Doflamingo no quiso armar escena alguna, venía con su hermano en un intento de animarlo y no arruinaría el momento por un hombre que acababa de ver, ni se atrevía a decir "conocer", ya que ni una sola palabra se dijo en esos extraños segundos. Pero valía nada, aún cuando tomó la decisión de irse, aquella mirada del pelinegro seguía viva en sus recuerdos, nadie le había visto de aquella forma, no era deseo mucho menos un vano interés, le miraba como si fuera una sorpresa saber que existía -río leve- negó con la cabeza y lavo bien sus manos, pero cuando intentó salir del sanitario, un empujón contra un cubículo, un extraño sentón en un retrete, un "click" de seguro y un — ¿Quién rayos eres? — le dejó completamente perplejo.

— Fufufufu ¿Es siempre de esta forma? — pregunta a su "atacante", el cual estaba frente a él en ese pequeño espacio con los brazos cruzados y mirándolo fijamente — ¿Respondes con una pregunta? — enarca una ceja el hombre que terminó de acortar la distancia quedando a pocos centímetros de su rostro — ¿Quién eres? — su tono de voz cambió por completo, era tenue, mirando a Doflamingo de una forma diferente a la anterior. Este rubio solo suspiro y dejo que el momento le consumiera.

— Doffy — respondió con una leve sonrisa — Es como muchos me dicen, Doflamingo es mi nombre — de un momento a otro, la perspectiva de las miradas cambió, el pelinegro que veía hacia abajo ahora miraba hacia arriba y podía sentir lo frío de la puerta, de igual forma, Doflamingo que veía hacia arriba ahora veía hacia abajo manteniendo una inesperada distancia, pero en en ningún momento apartaron la vista del contrario — ¿Podría yo tener el honor de saber quién eres tú? — para Crocodile la voz contraria era hipnotizante, no era como las voces de otras personas, ni tan alta ni tan grave en tono, muy perfecta para ser verdad, además no creía tal suerte de tener al hombre que quería conocer en un cubículo de baño en un club nocturno.

— Cu-Croco...dile ... — no podía creer lo que acababa de suceder, un importante magnate, un hombre de negocios había tartamudeado su propio nombre. La vergüenza le invadió a tal punto de desviar su mirada, nunca había cometido tales actos y en su vida que nunca le dio la oportunidad, ahora que sucedió temía por su siguiente inesperada reacción — Entonces ... Crocodile ... — la voz del rubio capta su atención y se gira una vez más, notando que ya no estaba pegado y que le miraba con una sonrisa — ¿Serias tan amable de aceptar una invitación a tomar un café? — para el pelinegro una extraña invitación, no era a un bar ni a un hotel, no más casual como una cena; un café, a cualquier hora se podría tomar, sin más objetivos y sin más insinuaciones.

Pensó, ese hombre tenía fama de ¿Playboy? ¿Dónde estaba su fama? Admitía que su atractivo, porte y la forma en que hablaba eran armas seductoras y muy naturales, pero ¿Qué tipo de Playboy, en lugar de invitar una copa, invitaba un café? Aunque existían, este rubio no tenía fama de conquistador, sino fama a haber estado con muchas personas sin siquiera hacer algo por su cuenta. La curiosidad de saber cómo era realmente Doflamingo pudo más y sin poder evitarlo — Si, un café estaría bien ... — sacó una pluma, anotó su número de celular y se lo ofreció sin ninguna duda, a lo que obtuvo como respuesta una sonrisa — ¿Solo uno? — preguntó el rubio mientras tomaba la nota y la guardaba recelosamente en su cartera — Bueno... te mandaré un mensaje después — abre la puerta del cubículo, y deja salir primero al pelinegro que no parecía reaccionar, ríe un poco y sin decir más sale del sanitario para ir al lado de su hermano, esta vez, disfrutando de la noche en compañía.

Crocodile no dijo nada, solo le tomó dos minutos salir del establecimiento y regresar a su casa, había conducido como loco infringiendo normas de tránsito solo para llegar a quitarse la ropa y tirarse en su cama para envolverse con las cobijas, jamás pensó que llegaría a desear ... necesitar ... ser tocado por un hombre... por ese hombre de extrañas gafas y una molesta sonrisa.

Si no te hubiera conocido... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora