Cita. Parte 4

417 49 6
                                    




Corocodile estaba con un nudo en la garganta, no se atrevía a hablar, caminaba a unos cuantos pasos del rubio, no sabía que expresión tenía el contrario, ¿Estaría disgustado? ¿Estaría enfurruñado? ¿Molesto? ¿Qué podía hacer? Tenía la mente hecha un caos, ¿Por qué debía preocuparse tanto por el qué pensará ese hombre frente a si? Negó varias veces de forma mental, desvió la mirada sin saber que hacer, miro las calles por las que caminaban y tras varios minutos de caminar algunas bloques, el pelinegro termina chocando con la espalda del rubio, este mismo solo río y señaló el frente, habían llegado a su destino.
•••

— ¿Aquí?...— hasta no ver a que parte habían llegado, la confusión de Croco era particularmente visible en su rostro, pasó del rubio y miro al frente, al inicio no captaba lo que sucedía, pero al ver la escena las palabras sobraban y la confusión ahora era sorpresa. Doflamingo solo observo al pelinegro, sonriendo por tan maravillosa expresión en su rostro, suspiro y con cierta confianza se acercó al contrario para posar su manos en su cintura — Parados aquí, no será suficiente, ¿Cierto? Vamos — con un leve empujón, comienza a caminar a la par que el hombre, al parecer, su acto no fue tan importante para que Crocodile se inmutase, o simplemente la vista le tenía tan distraído que no se había dado cuenta. Fuera como fuera, Doffy disfrutaba lo que tocaba así fuera solo la cintura del hombre.

Camino apenas unos metros más, dejando ver una mejor vista del parque donde estaban en ese momento, no era nada que pudiera encontrarse en cualquier otra zona, estaba perfectamente conservando y cuidado, que mejor lugar para una primera cita, que algo de tiempo en un relajarte lugar, pero no a cualquiera le gusta este tipo de escenarios, aunque no se notara Doflamingo también estaba nervioso del como fuera a reaccionar el pelinegro, éste sólo le seguía sin aún formular sonido alguno de su boca. Se alejó un poco del contrario suspirando algo desilusionado, aquel agarre que puso sobre el hombre había tenido un efecto nuevo en él, muy diferente a cuando estuvo con otras personas, le era grato el contacto y pensaba en lo agradable que sería hacer cosas distintas, ya habría un tiempo para ello. Suspiro un poco y quiso avanzar un poco más, un tirón en su ropa cambio sus planes — ¿Como puede esto existir? — preguntó el pelinegro mirando al rubio con un gran interés expresado en el rostro. El simple agarre en la ropa paso a ser un toque más directo, Crocodile había tomado los brazos de Doflamingo buscando respuestas rápidas, ante aquello, el rubio tomo una mano ajena y sonrío par poder calmarlo — No hay prisa por responder fufu, la zona tres es una reserva, además de bares, clubs y antros nocturnos en cada esquina, está es la única zona donde la vegetación es cuidada... — Croco no quito la vista de su locutor, su voz tan hipnotizante era un motivo para fijar su vista, pero la forma en que expresaba algo tan sencillo era anormal, por más que quisiese quitar la vista, no podía.

— ¿Sucede algo? — el pelinegro no se dio cuenta que se había perdido en sus pensamientos, para cuando vio de nuevo a Doffy, sintió como su pulso se aceleraba al estar consciente de que el mismo rubio le estaba observando fijamente — N-Nada — desvió la mirada a otra parte, misma parte donde sus manos se unían, un notorio sonrojo adorno el rostro del hombre y un tirón de manos, cambio un poco las cosas — Siento mucho haber sostenido así tu mano, ¿vamos? — el rubio, no continuo, no dijo nada por segunda vez y solo se dedicó a caminar, pero el también tenía muchas cosas girando en su cabeza, un suspiro le reveló al pelinegro que las cosas, no estaban del todo bien.

— ... ¿Cómo es que conoces lugares así? — le siguió el camino e hizo el esfuerzo por mejorar la situación, no se atrevía a ver el rostro contrario, ya tenía suficientes cosas en contra para creer que no estaba saliendo bien, pero siempre había algo que hacía que sus pensamientos fueran en sentido contrario. La mano del rubio tomo su brazo para deter su caminata, sin decir nada y con una leve sonrisa en el rostro, señaló un pequeño camino hecho de madera que llevaba al lago que se podía ver en la cercanía, soltándolo, comienza a caminar por dicho camino mientras observa un poco a su acompañante — Durante un tiempo viví por estos lugares — confiesa, esto captó la atención del hombre que sabía por rumores que siempre ha vivido en la zona dos. Queda pensativo, quizá había más del hombre de lo que cualquiera imaginaba, la curiosidad por conocerlo solo aumentaba de forma descontrolada, suspira y se coloca al lado del más alto — Tu... ¿Vienes de otra zona? — fue directo, era parte de su naturaleza y no tenía sentido entrar al tema con indirectas, observó las reacciones contrarias y espero a escuchar su respuesta. A lo que pudo ver, Doflamingo se había quedado perdido en sus pensamientos, se detuvo en seco y miro a su acompañante — Si en un futuro, teniendo más confianza y, sabiendo que me escucharas, te lo diré — sonrió y suspiro largo, prestando atención al paisaje — Y ¿algún día podré saber la historia detrás de tu cicatriz? — sabía que después de sus palabras sería algo absurdo si pregunta algo personal y obtuviera respuesta. Siguió caminando un poco más y terminaron llegando a un puente que cruzaba el lago de una forma peculiar — Cuando me respondas, yo te responderé — miro la espalda del hombre y escucho como reía, fue tan contagioso que terminó por sonreír dejando que un impulso naciera en él.

Lentamente se acercó al rubio, tomo su mano deteniendo el andar de ambos, miro esta misma mano para darse cuenta que eran grandes, sus dedos se ajustaban perfectamente si enlazaba las manos — ¿Que me hiciste? — preguntó fijando su vista en el rostro del más alto, quien tenía una expresión seria, acortó la distancia con el pelinegro y se acercó lo suficiente para mezclar ambas respiraciones, imito el gesto con su mano y a través de sus gafas miro los orbes contrarios — Pienso que esa debería ser mi pregunta... — se habían encerrado en su propio mundo, en medio de un lago cristalino, sin alguna persona que sobrara o se metiera, un momento solo para ellos. Así estuvieron por un largo momento, sin saber quién fue, se separaron y en silencio siguieron caminando durante largo tiempo hasta llegar de nuevo al punto donde inició el recorrido aún teniendo unidas sus manos, así dieron con el estacionamiento donde estaba aparcado el auto de Crocodile.

Los planes cambiaron entonces.

Doffy le comenzó a platicar de los lugares que conocía y podían ir, Croco escuchaba atento para poder decidir su siguiente destino, eran tantos y de alguna forma el pensamiento de que había ido con alguien más comenzaba a molestarle, fue notorio cuando comenzó a negar la mayoría. Doflamingo notó este pequeño detalle sin entender bien por qué, comenzaba a quedarse sin destinos, aún tenía algunos, pero eran lugares a los que solía ir en solitario, desconocía si estos gustarían al pelinegro — Iremos a mi casa ... — declaró el mismo y sin más encendió su auto para comenzar a conducir a ese lugar. El rubio estaba completamente perdido, ¿tan de la nada irían a su residencia? Para empezar, ¿Qué era lo que le había molestado? Después de eso, ambos se quedaron callados, crocodile condujo por al menos 30 minutos hasta dar con la frontera que dividía la zona uno de la dos. Esto de alguna manera había puesto a Doflamingo tenso, observando muy detenidamente a los guardias y demás personas de aquella zona, trato firmante de parecer normal, y a ratos, pensaba que debió insistir con ir a alguna otra parte de la zona tres. Pasaron sin muchos problemas, Crocodile era un hombre muy reconocido en esa zona y por en los guardias le habían identificado, este hecho dejo sorprendido al rubio, se mantenía alejado de la zona y por ende no sabía que sucedía en ella, pero había algo seguro, Crocodile tenía mucha influencia en el lugar.

— Vivo un tanto alejado, en la única mansión que queda en este lugar — agregó el hombre mientras conducía a dicho lugar, el rubio por su parte miraba el lugar con cierta nostalgia y molestia en el rostro, suspiro un par de veces antes de que llegaran a la supuesta mansión, y vaya que tenía que ser la misma, río bajo, espero a que pudiera bajar y cuando lo hizo, no resistió el ver desde cierta distancia dicha casona — Entremos — escucho del pelinegro y eso mismo hizo, pero el interior, no combinaba en nada con el exterior, mientras por fuera era moderna, elegante y por demás muy grande, por dentro era muy clásico y tradicional, su memoria no fallaba en cualquier rincón al que iban sus ojos mientras seguía al hombre — Está es la sala... Hay una piscina ... por si quieres ir — ahora Crocodile estaba maldiciendose, ¿como fue que llego a ese punto? Tenía la idea de estar con el rubio en lo que los jóvenes llamarían primera cita, pero ni eso podía ser ahora que estaban en su residencia. — Fufufufu bueno, sería agradable nadar sin la necesidad de ir más lejos — escucho al rubio argumentar, pareciera que estaba jugando con sus palabras y conseguir lo que quería, antes de siquiera razonarlo, el pelinegro ya guiaba al hombre a dicho lugar, para la sorpresa y muy convenientemente, la piscina estaba techada, nadie podría ver si algo sucedía.

— ¿Necesitas un bañador? Debo tener algunos ... — preguntó con una buena intención, pero cuando miro a Doflamingo perdió completamente el hilo de la razón. Muy detenidamente observó como este se acercaba a él y le abrazaba, en ningún momento sintió que el más alto comenzó a dar leves pasos, fue tarde cuando sintió el vacío de caer y peor aún cuando sintió un poco fría el agua. Salió a los segundos buscando algo de aire, pero antes de poder molestarse se preocupaba porque el rubio no salía. Busco solo por la superficie hasta que optó por tomar una gran calada de aire y sumergerise, veía borroso pero lo suficiente para saber si había algo, pero seguía sin ver nada, su piscina por primera vez se le figuraba muy grande, volvió a emerger con la intención de salir para buscar, de no ser por la risa del rubio, habría entrado en pánico. — Eso fue de mal gusto, Doflamingo — cometo algo enfurruñado, pero su largo suspiro de alivio delató que no se había molestado — Mentiría si dijera que no fue intencional, pero quería comprobar algo — se volvió a acercar al hombre por la espalda para girar al pelinegro dejándole notar que en la caída sus gafas se habían perdido, Crocodile no supo cómo reaccionar, nunca se había preguntado cómo sería ese hombre sin sus gafas, ahora lamentaba saberlo, no por poco atractivo o por una extraña forma facial, sino porque aquel azul cielo de sus ojos hacían latir su corazón a mil por segundo.

Si no te hubiera conocido... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora