Acuerdo. Parte 2

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Y Escuchar aquello de Doflamingo fue un gran golpe a su persona, había llamado como si nada a una tienda de ropa y ordenado medidas exactas, todo lo hizo con una seguridad que él mismo no podría notar ese pequeño detalle. ¿En que pensaba realmente? Pero en vez de una reprimenda, recordaba aquel cuerpo del rubio que incluso tuvo pegado a su propio cuerpo. Verdaderamente, no sabía que sucedía consigo mismo, ese encuentro con el más alto había tenido más efectos de lo que imaginó.
•••

Llego al comedor, se sentó el el mismo lugar de siempre, el extremo derecho de aquella enorme mesa. Suspiro y trato de relajarse, liberar su mente de extraños pensamientos y fantasías que nacían con solo pronunciar el nombre de aquel hombre. Miro la nada, encendió un puro en la espera, el día apenas empezaba y ya meditaba que hacer para que las cosas no terminarán, sabía que el contacto lo mantendrían, pero no siempre podía evitar ir a su trabajo así como Doflamingo no podría quedarse en su casa por siempre... o quizá ... pensó, más de lo que podría pensar con sus negocios, algo que le hiciera ganar tiempo, ya que no estaba seguro de lo que quería con aquel individuo, debía tenerlo apartado.

Vio al hombre entrar, apago el puro, exhalo lo último de humo que había dentro de sus pulmones, miro como aquel rubio no dudó en tomar lugar a su lado, debía admitir que fue un acto que ganó su confianza, y tal vez, algo más que eso — Te propongo un trato, Doflamingo — sintió nervios, se sintió algo tonto, pero debía estar serio, era serio lo que estaba por decir. Espero, veía fijamente al hombre sin perder absolutamente nada, cualquier expresión que pusiera sería crucial, pero... ¿por qué tenía que sonreír tan malditamente así? Esa sonrisa que siempre veía, solo pensar que el la había provocado causaba caos dentro de su mente — ¿Que dices? ¿Aceptas? — fue insistente, debía atraparlo o las cosas para él no estarían del todo bien, se conocía, un poco al menos, en los últimos días descubrió algunas cosas que no sabia de si mismo — ¿Esperas que acepte algo de lo que no se nada? — sabía que no sería algo sencillo, aunque esperaba poder ganar la oportunidad de explicarse, suspira un poco y niega levemente con la cabeza — No, pero te interesa, ¿cierto? — se empezaba a desesperar, era paciente, debía serlo, pero con ese rubio en particular mantener la calma era más que un reto era una misión imposible. Suspiro leve, que no se notara, necesitaba mantener la seriedad o no obtendría lo que quería, pero no tuvo que esperar tanto cuando vio el asentir del más alto, un alivio le hizo relajarse y sin más soltó lo que tenía que decir — Se mi pareja, Doflamingo — Soltó de la nada.

Nada, ni reacción, ni palabra, dudaba siquiera que Doflamingo estuviera respirando, no fue la mejor forma de decirlo y era consciente de ello, había sido muy directo y quizá más de lo necesario. Pero un gran suspiro de alivio salió de sus labio cuando escucho reír al contrario — Fufufufu Interesante propuesta, bastante interesante — respondió el más alto, este mismo seguía completamente confundido, pensando de un lado a otro lo que significaban sus palabras. Si bien las podía tomar como una broma, también podría tomarlo como eso, solo un trato.

Ambos suspiraron, sea una broma o no, era muy arriesgado, su atracción mutua era peligrosa e incluso la necesidad de pasar el mayor tiempo posible amenazaba con alterar sus vidas, ni Crocodile ni Doflamingo alcanzaban a medir las consecuencias de lo que fuera a pasar en ese momento. El silencio se apoderó de la mesa, no se miraban, ni se movían, solo tenían la seguridad de que el tema era bastante importante para ambos lados. Pero quien rompió aquello sabiendo que era algo peligroso, fue Doflamingo — ¿Cuales son ... tus términos? — crueles palabras que dejaron un sentimiento incómodo en el pelinegro, pero estimaba que sería de lo primero que el contrario preguntaría, suspiro y pensó, sabía que decir, pero estaba acostumbrado a las traiciones y palabras vanas, así que negó y comenzó a servirse — Antes de responderte a eso... desayunemos, no pedí la comida para desperdiciarla — estaba nervioso, angustiado y tenso, debía ordenar sus pensamientos para no cometer ningún error. Escucho al rubio reír, aunque por una parte se relajó, por otra sentía que se burlaba de él, no quería problemas y mucho menos después de su declaración, pero de alguna forma siempre terminaba dejándose llevar por el rubio, este ya le hablaba de varias cosas.

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