Notas de autora: Vamos a volvernos locos con la canción.
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Tic-Tac; Tic-Tac; Tic-Tac; Tic-Tac; Tic-Tac.
El ruidoso minutero golpeaba, una y otra vez. Las oscuras manecillas de aquel ovalado reloj de mesa permanecían intactas, congeladas en el ambiguo tiempo. Solo el fiel minutero se movía robóticamente.
El cuarto, pintado con colores cálidos, los dípticos cuadros surrealistas, el amplio ventanal abierto, la alfombra blanca, un sofá de cuero, tres libreros en la esquina derecha, los diplomas colgados. Papeles ordenados sobre el escritorio y adornos de cerámica. Unos golpecitos atrajeron su atención, la doctora Janssens jugaba con su bolígrafo y vestía una clásica bata.
El ruidoso minutero golpeaba, una y otra vez. No veía la hora de irse.
—¿Cómo has estado, Allistor?
La doctora le preguntó amablemente, usaba una diadema en forma de listón de color verde, una blusa con estampado de pequeñitas flores primaverales, pantalón jean y zapatillas del mismo tono. Su rubio cabello ondulado le daba un aspecto de niña dulce. No usaba maquillaje y sus mejillas tenían un tono suave melocotón natural. Personalidad madura, alegre y, para el mal gusto de Allistor, también era diligente. Así era Emma Janssens, la agradable psicóloga de su madre.
—Al punto, doctora. —Le respondió de mala gana. Vio con satisfacción como la señorita fruncía los labios por el tono cruel de la última palabra. Dio unos golpecitos más, seguramente pensando en su próximo movimiento. Mientras tanto, Allistor esperaría el regreso de su madre al cuarto, en completo silencio.
—Su madre ha estado mejorando, incluso pienso hablar con su psiquiatra para que le vaya bajando la dosis de los antidepresivos —Emma sonrió emocionada con el pecho inflado de orgullo por la mejora de su querida paciente —Realmente la señora Kirkland es una mujer fuerte.
—Claro que lo es. —El tono de Allistor sonaba como que si lo dicho por Emma hubiera sido lo más obvio del mundo—No la subestimes.
Tic-Tac; Tic-Tac; Tic-Tac.
El minutero seguía rompiendo la cabeza de Allistor y golpeaba como invisibles agujas de coser; como el ruido de la punta del lapicero sobre el papel de la psicóloga, la molesta luz del exterior, los golpes de las paredes y sus ganas de fumar otro cigarrillo. Todo era un maldito alboroto punzante.
—Lo sé —Murmuró la joven, un poco desanimada por la fría respuesta del chico —¿Ha estado durmiendo bien?
—No te he dado el derecho para preocuparte por mí —Rebatió a la sorprendida doctora. Es por eso que odiaba ir con su madre a ese lugar; porque era un sucio complot. —Te pago para que ayudes a mi madre, no a mí. Que no se te olvide.
Emma tensó los labios. En su mente se preguntó si en realidad la familia Kirkland tenía un grave problema de sinceridad.
—Cierto, mi trabajo es ayudar a que se mejore la señora Kirkland—Aceptó la joven, mas no se dio por vencida, solo era un nuevo reto más en su carrera—Pero usted es su hijo, Allistor. Lo que le ocurra también le afecta a ella y viceversa. Es un círculo que normalmente llamamos convivencia, ¿sabe? —La voz de Emma sonaba entusiasmada, determinada y tolerante. Allistor en serio odiaba que ella fuera tan diligente con su inexistente cooperación. —Ella me ha comentado su preocupación por usted, quizás debería hablarle sobre cómo te sientes. Mire es normal que las familias sientan vergüenza respecto a estos temas, además... (*)

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Bupropión (CANCELADO)
FanfictionNo hay nada. Solo la infinita oscuridad y una pistola contra su cabeza. Él mismo se la apunta y jala el gatillo. Disparó. Pero solo es un sueño.