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Nota: "Quiero realizar un experimento con ustedes. La canción que escogí en realidad no ambienta las acciones de los personajes, pero me transmitió una paz taciturna. Les recomiendo que en algún momento se recuesten y escuchen la canción, déjense llevar por el sentimiento que emite sus notas y voz. Eso era todo, gracias por detenerse un rato a leer la nota"






Siempre odió el sabor de la cerveza.

La espumosa textura, su burbujeante aroma y su cautivador amargor. Aun así ensombrece su conciencia, sus labios cosquillean ante la gama de sentimientos etéreos y por una extraña razón su corazón prueba una cierta dulzura. Es una inefable hoja de otoño, siempre a la voluntad de azuladas píldoras y pensamientos rotos. 

No hay risas, ni susurros, ni palabras falsas. Pero él observa, atónito y embelesado, cómo la tensión intoxicaba cada ángulo del infantil dormitorio. Allistor reposaba sentado en la silla de su escritorio, tan lejano y misterioso; sus rojizas hebras, iluminadas por los blancos focos de su habitación, traslucían sobre la piel de su cuello. Una silenciosa gota de cerveza se desliza hasta las clavículas descubiertas y el inicio del pecho, hasta perderse en los oscuros pliegues de su camiseta.  

Sobresaltado, sus mejillas pigmentan vergüenza y culpa. Obnubilado de miedo, repulsión y agria felicidad; aquel inofensivo escenario de hermanos conviviendo una refrescante noche de verano, con un par de botellas a la mano, se ha transfigurado a un singular deseo. Aunque su cordura está deshecha  como para llamar aquellas genuinas emociones alegría y pasión. 

Que injusto llamar “amor” a un sabor no tan grato. 

—Vete de mi cuarto. —Le ordenó con hostilidad; sus dedos reflejan movimientos eclípticos por encima del colchón, al mismo tiempo explaya su atención a las empolvadas suelas de sus zapatillas. Su mente de nocturnas aguas traza una endeble línea que delimita el bien del mal—. Me aburre ver tu nauseabunda cara. 

Y cuando pronunció esas últimas palabras, el rechinar de una silla inquietó sus ensimismados pensamientos. Allistor se había levantado de la silla, con pasos aletargados se acercó justo delante de él y apoyó su mano sobre las frías sábanas. El resplandeciente verde actuaba como un vil recuerdo de que son la misma carne y sangre. 

Mórbida sangre a la cual veneraba  desde la tierna infancia. 

   

Una pieza descolocada como él siempre se ha derretido en impotencia, miedo y soledad. La triste realidad es que nunca comprendió cómo amarse, ni amar a los demás. Le costaba tanto enfrentar el mundo real, pues el suyo componía nefastos medicamentos, pesadillas e inyecciones. Así que, tal como una sucia caja de Pandora, aferró todas sus emociones, inseguridades y esperanzas en Allistor.  Que asqueroso, enfermo y descarado. 

Las voces se ríen, jocosas y satíricas, golpean las paredes de su cabeza hasta delinear lienzos de taciturnos pensamientos. Ojos brillosos, ojos lunáticos, ojos nocivos que emergen de los suelos y las paredes. 

—Mírame —el firme llamado de Allistor acompasa sus cenizos sentimientos. Con el pulgar, rozó su pómulo, acariciándolo con la mirada—. Solo mírame a mí.  

Pero no lo consigue, así que cierra los ojos e inclina su cabeza para esconderse contra su pecho, fingiendo inocencia.

Escucha la suave respiración de su hermano, su cálido aliento roza contra la piel de su lóbulo izquierdo y un escalofrío quema cada parte de su ser. El aroma a cerveza y colillas de cigarro germina como un vidrioso presagio. 


Quizás lastimarse junto a su hermano al fin lo quebraría en miles de fragmentos.  


Quizás al fin se ahogaría en el océano, donde a nadie le importe su desenlace. 


Quizás al fin encontró su última carta a la plena desolación.

—Allistor, en verdad quiero que te vayas. —Adelante, ven y estropealo
— No estamos pensando con claridad —Porque estoy cansado de todo esto— Apestas a alcohol, maldito borracho. 

Solamente ellos dos, hundidos en una retorcida limerencia, embarullados a merced de su egoísmo, placer y culpa.

Reemplazar el dolor por un efímero ósculo de espinas hasta quemarse con una llama nombrada humanidad. 

Atrapados por su venenosa coerción. 

Y todo careció de significado. 

Bupropión (CANCELADO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora