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Tira los dos conjuntos de ropa sobre su cama mientras suelta un largo suspiro sin saber cuál de los dos vestuarios elegir para hoy. Fijó su vista en el reloj de pared que colgaba de su habitación, faltaba una hora para que Jungkook llegase a recogerle y ni siquiera se había arreglado.

Pues dos horas antes se había resignado negándose a ir, pues no tenía ganas de salir ni mucho menos de ver a Jungkook.

¡Mueve tu enorme trasero y comienza a alistarte, Park Jimin! —le había dicho Taehyung desde el teléfono con la excusa de que había hecho un trato y ya no había vuelta atrás. Hasta que finalmente cedió.

Tenía que ir.

Sin dejarse de rodeos eligió un conjunto al azar. La verdad no tenía intenciones de impresionar a Jungkook o algo parecido, debía de dejar de actuar como si de una cita se tratase.

Es una cita, idiota —habló su subconsciente.

Negando con la cabeza comenzó a mudarse de pies a cabeza. Una vez con las prendas puestas se miró al espejo de cuerpo entero que tenía.
Su outfit no era algo fuera de lo común, estaba utilizando un simple hoddie color blanco el cuál era unas tallas más grande que él y que hacía combinaba con su cabello naranja a conjunto con unos pantalones negros y unos zapatos brillantes del mismo color.

Según Taehyung se veía tierno pero el pensaba que no era la gran cosa, estaba normal.

Aplanchó su cabello el cuál estaba un poco largo, pensando en que tendría que retocarlo algún día. También se maquilló un poco, su mirada quedando más difuminada y felina mientras que sus labios destacaban por su brillo rosado claro.

Mientras retocaba más su cabello con la plancha de pelo, el timbre fue tocado sobresaltándole y quemándose el dedo con el electrodoméstico caliente.

— ¡Mierda! —alejó el aparato y llevó su dedo lastimado hasta sus labios intentando apaciguar el ardor.

El timbre sonó otra vez y la voz de su madre en el primer piso indicando que ella abriría le hizo entrar en pánico y comenzando a correr hacia las escaleras para evitar aquello.
Lo único que quería ahora era que su madre viera a Jungkook o siquiera le hablase. Pero la vida lo odiaba, pues estaba a punto de bajar las escaleras cuando escuchó la voz de Jungkook en la entrada, saludando a su madre quién no dudó en invitarlo a pasar.

— ¡Joder! —susurró bufando y girando rápidamente sobre sus talones de vuelta a su habitación para encerrarse en ella.

Una vez dentro se apegó a la puerta con la respiración agitada y cerró de golpe sus ojos cuando su madre comenzó a interrogar al pelinegro sobre a dónde irían y qué harían.
Demonios, debía de actuar rápido antes de que comenzase a preguntar de más e insinuar cosas sin sentido.
Así que tomó su bolso en el cuál llevaba lo fundamental y normal en una salida y se miró por última vez en el espejo, revisando si no se había desordenado su peinado. No quería verse mal.

Esperen. ¿Para qué se preocupaba? Su  intención no era a impresionar a nadie, ni mucho menos a Jungkook, qué va. Bufó y caminó hasta la puerta saliendo por fin de su habitación y comenzando a bajar las escaleras con lentitud. No quería llamar la atención aún, agudizó su oído para poder escuchar la conversación entre su madre y el menor.

— ¿Y cuántos años tienes, Jungkook?
—la voz de su progenitora sonaba amable.

— Tengo 19, señora —respondió con educación el pelinegro.

— Y dime, ¿qué aspiraciones tienes? ¿qué deseas estudiar?

— Pues me encanta el arte visual y escénico, también me gusta cantar.
Y respecto a lo segundo, he pensado en adentrarme más al mundo de las matemáticas y estudiar alguna ingeniería, no tengo aún exacto cuál, estoy investigándolo.

Math ✿ kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora