Capítulo 5

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Esto es un relleno vil, lo siento.


A veces, cuando se ha perdido la confianza en la humanidad y las personas que nos son más queridas nos abandonan a la deriva, buscamos refugio en la gente menos esperada. Luego de perder tanto, puede aparecer un amigo donde menos te lo imaginas.

Lady Integra jamás fue de esas personas que confiarían fácilmente; no en el mundo vertiginoso en el que se desenvolvía, y la traición de Walter minó esa ya escasa confianza hasta los niveles mínimos. Por lo mismo, no conseguía explicarse por qué estaba dándole una oportunidad al hombre lobo. Él era un nazi, había sido la mano derecha de su peor enemigo, un monstruo bajo la piel de un humano; y con todo eso, ella compartía el mismo techo. Analizándolo con criterio, eso era una locura. Una bastante estúpida.

Pero él le había salvado la vida, y no solo a ella si contaba a Seras y Bernadotte, por controversial que fuese este último. Y su razón le decía que un hecho así merecía aunque sea el beneficio de la duda, ¿no había hecho lo mismo con Alucard cuando lo encontró en el sótano? y, ¿no se había convertido este en su principal arma de triunfo?

Eso no ameritaba que se quedara de brazos cruzados, obviamente. Dedicó días y noches completas a buscar información en referencia a los hombres lobos y revisar lo poco que había sobre Millennium. A pesar de tratarse de un bastardo ambicioso y traidor, Enrico Maxwell había sido de gran ayuda al proporcionarle datos concretos del que en ese entonces era el enemigo de ambos. Era una verdadera lástima que el tipo se hubiese vuelto loco por el poder, pensó Integra mientras mordía su cigarrillo y daba vuelta una página; de seguro ahora estaba cocinándose en el infierno.

 Era una verdadera lástima que el tipo se hubiese vuelto loco por el poder, pensó Integra mientras mordía su cigarrillo y daba vuelta una página; de seguro ahora estaba cocinándose en el infierno

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-¡Eso estuvo muy bien, muchachos! ¡Ya tenemos dos menos! -felicitó Seras al puñado de hombres que la seguía hasta el improvisado cuartel-. Iré a dar el informe, nos vemos en la cocina más tarde.

Tras despedirse con la mano, se perdió por una de las puertas laterales rumbo a la oficina de su Ama.

-Estás siendo muy suave con ellos, van a mal acostumbrarse -advirtió una voz en su interior.

-Necesitan un estímulo que les dé confianza de vez en cuando -protestó-. Además, para la disciplina militar y las palabrotas estás tú.

Escuchó una risita haciendo eco por su cabeza: -Al menos con el lobo no es necesario nada de eso. Es un perro mejor adiestrado que Alucard.

-¡No le digas perro al Maestro! -siseó la chica, temerosa de que el vampiro pudiera escuchar sus pensamientos aún estando desaparecido.

-¡No le digas perro al Maestro! -siseó la chica, temerosa de que el vampiro pudiera escuchar sus pensamientos aún estando desaparecido

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El lobo de lady HellsingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora