Capítulo 7

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El té se enfrió sobre la mesa atiborrada de libros mientras su dueña miraba por la ventana. De pie, con las manos en los bolsillos y sin su inseparable cigarrillo colgando de los labios pálidos, Integra observaba el paisaje a través del vidrio. Aunque decir eso tal vez fuera errado. Lo que en verdad hacía era dejar su mirada perderse en el espesor verde de los árboles que se mecían a lo lejos, mientras su cabeza se ocupaba de analizar otros asuntos más importantes, como el comportamiento del lobo hacia ella, por ejemplo.

Se rascó el brazo vendado por inercia.

Aquello, por mínimo que pareciera, le estaba afectando más de la cuenta. Los siguientes dos días luego del suceso se había descubierto pensando inconscientemente en el tema más de lo que le acomodaba; la imagen del hombre lamiendo su brazo aparecía ante ella en los momentos menos esperados, turbándola y exasperándola por esto.

Cerró los ojos, obligándose a respirar profundo. El tema no era para perder los nervios. Lo único que necesitaba hacer era sentarse a hablar con él y preguntarle de forma directa el porqué de su conducta. Así de sencillo. Tan fácil que por lo mismo lo estaba retrasando durante días.

El mayordomo tocó la puerta e Integra salió de sus cavilaciones internas, negando con la cabeza frente al vidrio frío antes de hacer pasar al hombre.

El mayordomo tocó la puerta e Integra salió de sus cavilaciones internas, negando con la cabeza frente al vidrio frío antes de hacer pasar al hombre

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—Seras, ¡Seras! —la chica se sobresaltó, dando un brinco en la silla. Frente a ella, la figura de Pip la miraba atentamente, con ese único ojo verde brillando igual que cuando estaba vivo—. Sigues pensando en eso, ¿verdad?

Seras dio un suspiro abatido, dejando caer los hombros mientras cruzaba las manos sobre una rodilla. Su boca hizo una especie de puchero preocupado mientras respondía. 

—No puedo dejar de pensar en la sensación tensa que percibí al acercarme. Fue leve, pero  peligrosa. Algo que no había sentido antes.

Pip se echó atrás en la silla, analizando la sospecha de su compañera. 

—Pero, ¿por qué la jefa iba a molestarse tanto? Según dijiste, no estaban haciendo nada.

Seras negó con la cabeza, frunciendo el ceño más agudo.

—Me equivoqué. Esa energía no provenía de Sir Integra... 

Su compañero levantó las cejas en señal de comprensión. Ahora entendía por qué la joven draculina volvía a mostrarse recelosa del hombre lobo.

 Ahora entendía por qué la joven draculina volvía a mostrarse recelosa del hombre lobo

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El lobo de lady HellsingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora