Capítulo 2

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†⁂†

Si el hombre a su lado de pronto hubiera desaparecido, abandonándola a su suerte en el mar de pasillos intrincados del zeppelín, o si de un momento a otro una puerta secreta se abría dando paso al Mayor junto al Doc dispuestos a practicar con ella cientos de experimentos atroces, Integra no se hubiera asombrado. Era lo que inconscientemente esperaba, por lógica.

Pero no estaba sucediendo ni lo uno ni lo otro. 

En vez de ello, el hombre que la guiaba caminó en silencio por el pasillo mientras ella tuvo que acelerar el paso para no perderlo, aún con las sombras de dudas que pesaban sobre sus reales intenciones. Pronto su atención derivó a la soledad que reinaba en el lugar, demasiado tranquilo y sigiloso para ser el zeppelín. Sabía que aún quedaban varios soldados del Tercer Reich deambulando por la instalación, pero en esos momentos ninguna otra presencia se dibujaba en el lugar.

Quizás estaban en otra misión de ataque contra lo que quedaba de Londres. Tal vez había llegado la hora conveniente de asesinarla, incluso el Mayor podría haber establecido contacto con la reina para que la anciana presenciara su ejecución pública, quizá la hora de...el hilo de sus pensamientos se vio abruptamente interrumpido cuando una mano fuerte la haló por el brazo, manteniéndola apegada a la gabardina oscura del hombre estoico con un agarre seguro. Integra llevó sus ojos desde la mano que apretaba su brazo hasta la cara del soldado, odiando de paso el hecho de que él fuese tan alto. Tan alto como Alucard, picó un recuerdo rápido en su mente, pero antes de que diera cabida a otras comparaciones innecesarias sus oídos captaron el motivo del movimiento repentino: oía pasos, y voces; un par de guardias caminaba hacia ellos por el otro extremo del pasillo, a pasos de encontrarlos de frente.

Sin soltarla, el soldado la hizo avanzar a su paso. Ella obedeció por mecánica. La charla de los hombres murió en sus gargantas cuando vieron a la pareja. Se dedicaron una mirada de extrañeza y luego volvieron a ver rápidamente a la mujer, pero el peso de la mirada del superior les hizo bajar la cabeza. El Capitán era una persona de temer dentro del escuadrón de Montana. Ellos sabían qué era exactamente, y no era secreto de nadie que le temían y respetaban, siendo lo segundo una consecuencia de lo primero.

Los ojos ligeramente rojizos se clavaron en ellos un segundo efímero, como si no le diera importancia a su presencia, y las botas pesadas siguieron el rumbo que llevaban. Ambos soldados se apartaron del camino con actitud obediente, dejándole espacio a la pareja. Los vieron alejarse en silencio y compartieron miradas una vez más, encogiéndose de hombros: si el Capitán la llevaba seguro era porque el Mayor la necesitaba. Y sin más continuaron caminando hacia su turno.

Cuando las voces se perdieron ahogadas en los recovecos de pasillos Integra vio su brazo libre de nuevo, y antes de que las preguntas de rigor llegaran a sus labios el hombre estaba abriendo lo que intuyó debía tratarse de una de las salidas laterales de la fortaleza nazi. La invitó a pasar, y ella vaciló. Estrechó los ojos con sospecha, no sabiendo hacia dónde se dirigían; dudó por varios segundos...pero quedarse sentada dentro de las celdas mientras esperaba que el Mayor moviera sus dados tampoco era una opción, así que abandonó la idea de retroceder y, en vez de eso, dio un paso hacia el aire frío de la tarde en el espacio abierto.

Pasaron cinco minutos y la distancia entre ellos y el zeppelín fue suficiente para poder contemplar la fortaleza de Montana anclada sobre los restos de un radiante barrio londinense. A diferencia de sus sospechas, nadie pululaba por el lugar. Integra miró al hombre junto a ella en busca de explicaciones.

—Podrías decirme qué hacemos aquí.

El hombre le devolvió una mirada neutra, casi aburrida, e Integra odió con todas sus fuerzas ese mutismo. La mirada en sus ojos azules se hizo dura, acusante, pero antes de verbalizar su evidente reclamo la mano de él estaba frente a ella, tendiéndole algo.

El lobo de lady HellsingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora