STRAWBERRY FRAPPUCCINO ━ HYUNMIN

¡ trece !

Hyunjin pasó toda la jornada escolar pensando en que podría haberle pasado a Seungmin, pero le costaba mucho encontrar una respuesta lógica, todo le resultaba muy raro. Nunca había visto a Kim sonreír tanto, y eso era lo que más ruido le hacía. 

Aunque no pareciese, Hwang observaba mucho al menor, y sabía que no solía sonreír mucho. Y también sabía como se veía realmente Seungmin cuando sonreía, y le encantaba; amaba ver sus dientes pequeñitos y como sus ojos se entrecerraban. Él quería ser la causa de la risa de Seungmin; quería verlo brillar frente a él, con él. Quería hacerle cosquillas en la pancita y luego darle tiernos besos en la comisura de sus labios y en sus mejillas. Quería tantas cosas y no podía hacer nada. 

Cuando sonó el último timbre, salió corriendo detrás de Felix. Hizo caso omiso a los gritos de Jisung y buscó al australiano.

—Felix —lo llamó cansado una vez lo alcanzó a la salida del colegio.

—¿Hyunjin? ¿Estás bien? —el pelinegro tenía las manos sobre sus rodillas, intentando absorber todo el aire que había gastado.

—Sí, sí. Solo... Solo quería preguntarte por qué Seungmin no quiere hablarme.

—Ah... eso. No lo sé. No debe tener ganas, o quizás no se siente listo.

—¿Listo? ¿Listo para qué?

—Para enfrentarte a vos y todo lo que eso significa para él.

Si las cosas eran confusas antes, en ese momento lo eran el doble.  Tampoco tenía tan mala pinta como para darle miedo al adorable Seungminnie. 

Alguien tocó su hombro. 

—Tu mochila, Hyunjin. Jisung me pidió que te la traiga porque la habías olvidado y él tenía que irse rápido. Lamento que tengas que verme en este estado, pero tuve que correr para que no te vayas sin tus cosas. 

Hwang tomó la mochila que el menor le entregaba y lo miró. Se veía tan hermoso. Labios entreabiertos, pelo revuelto, mientras su pecho subía y bajaba muy rápidamente. 

—Bien, eso. Adiós. 

El pelinegro reaccionó cuando Seungmin ya se encontraba a varios pasos lejos de él.

—¡Te ves perfectamente hermoso, Seungmin!

Todos, incluso Kim, se dieron vuelta al escuchar aquel grito y clavaron sus ojos en Hyunjin. 

—A veces me da pena Minnie —susurró Felix detrás de él—. Ahora andá a buscarlo y explicale por qué gritaste eso. Pobrecito, está más confundido que yo, y eso que no entiendo nada de nada —rió—. You stupid bitch.

—Felix —aunque Hwang no tenía el repertorio de palabras en inglés más amplio del mundo, sabía que estaba insultándolo.

—¿Qué? —suspiró— Es la verdad. Ahora dale, buscalo, pero con cuidado —abrió exageradamente los ojos y dio media vuelta para irse.   

Por más que Hyunjin corrió durante veinte minutos hasta llegar a la casa de Seungmin, nunca se lo cruzó ni llegó a verlo.