𝑘𝑒𝑛𝑜𝑝𝑠𝑖𝑎 🌰 [𝓳𝓪𝓮𝓳𝓾𝓷]

𝑛𝑢𝑒𝑣𝑒

♡ escrito con la canción good old days, de jang deok cheol (jo, qué bonita es:( ). se añadirá a la playlist de la historia.

con los brazos abrazando su propio cuerpo, renjun está encogido, acorralado contra sí mismo y el resto del mundo, sintiéndose cada vez más pequeño, mientras ambos caminan en dirección a la casa de este. puede ver el sol escondiéndose entre los altos edificios del centro de la ciudad, por donde la gente comienza a desaparecer entre los callejones y los portales de las fincas. el tráfico, ya olvidada su intensidad, es la música de ambiente para el local de sus pensamientos, que viajan a velocidades vertiginosas.

renjun siente el cemento bajo sus pies y el viento colándose por cada espacio, por cada resquicio. lo enfría de arriba abajo, como si estuviera hecho para apagarse. 

—perdón —murmura, frenando sus pasos. sabe que si no dice nada ahora, entonces, entonces se astillará más profundo, y será más doloroso. 

jaemin camina aún un tramo hasta parar junto a él, pero renjun sabe que aunque no quiere, necesita la conversación. la necesita tanto, para respirar y poder dejar de buscar un culpable que, en realidad, ya encontró. 

—no tienes que disculparte —sus ojos se clavan en los contrarios, como si el temor pudiera compartirse para sufrir menos —. entiendo que no puedas siquiera pensar en... eso, después de lo que pasó. 

los hombros de renjun se tensan, en un arco de molestia e inseguridad, demasiado rígidos como para dejarlo moverse, demasiado temblorosos como para congelarse. 

—¿después de qué?

jaemin mantiene la distancia entre ambos, consciente de que eso podría salvar sus todavía latentes corazones. 

—ya sabes de qué.

la vista de renjun se nubla, mientras observa cómo las ruedas de los coches a su derecha giran en un recorrido lineal, de forma hipnótica. no hay manera de que sus pulmones puedan cerrarse, así que, ¿por qué se siente como si estuviera a punto de ahogarse?

—¿por qué no puedes decirlo? —pregunta, con una voz aguda y fina, pero no es capaz de devolverle la mirada. está tan dolido que siquiera puede mirar a la persona a la que ama. triste y miserable, esa es su escena. 

—¿qué quieres que diga?

—quiero que me digas qué pasó, ahora —él demanda, pasando el dorso de su mano por su párpado inferior, «no llores aún, renjun. sé que puedes hacerlo» se dice.

—esto no es necesario —jaemin comienza. no obstante, es interrumpido, un corte afilado y eficaz, que por poco no le alcanza.

—claro que sí. dilo.

—renjun...

—¡dilo!, ¡joder, dilo! —el grito desgarra su garganta, como si con un machete alguien hubiese atrancado su lengua —¡quiero que lo digas, de una maldita vez!, ¡quiero que digas en alto qué pasó! ¡quiero que digas que el veintidós de diciembre de hace seis años, mientras estaba tratando de salir de la puta pista de esquí, un hombre me agarró de ambos brazos y nos metió a los dos en uno de los baños de mitad del recorrido! ¡quiero que digas que me amenazó con matarme! ¡y que luego me bajó los pantalones, y que me violó, que metió su asquerosa polla dentro de mí y me obligó a mirarlo mientras se corría! ¡quiero que lo digas, que digas lo rota que estaba mi ropa cuando llegué al hotel esa noche —las mejillas irremediablemente húmedas mientras renjun soltaba todas aquellas espinas de su lastimado corazón —y el miedo que me daba denunciar a la policía! ¡que digas que durante todo un año, tuve que estar viendo su puta cara, durante un muy largo año, mientras él seguía en libertad! quiero que digas cómo encerraron a hyunwoo para que se pudriera... quiero que digas cómo lo hizo —solo puede oírse a sí mismo respirar, mientras la boca de jaemin no hace ningún esfuerzo por abrirse. sus gritos han ido disminuyendo, se han convertido en un susurro triste —¡dilo!