21: Confesión

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Los salvajes se acercaban cada vez más, los habían rodeado en la cueva pero gracias a un descuido lograron salir de ahí y ahora estaban siendo perseguidos por ellos.

Con trabajo lograron una ventaja, el terreno del bosque se las otorgo y más aun a Dominick quien siendo un vampiro hacia uso de su velocidad arrastrando a Sam. Aun en esa situación Dominick se mantenía en calma, pensando e ideando una forma de salir ilesos, pero nada llegaba a su mente más que la evidente señal de separación, a lo lejos, un kilómetro para ser específicos, la salida se vislumbraba.

Dominick paro abruptamente ocasionando que Sam chocara contra su espalda y se quejara.

— ¡Auu! ¿¡Por qué te detienes!? Debemos huir.

— La salida del bosque está a más o menos un kilómetro.

— ¡Entonces hay que correr!

— Los salvajes están cerca y aun y que salgamos del bosque nos perseguirán, alguien debe distraerlos — hablo para callar un segundo — Yo lo haré, pero antes tienes que escuchar algo, por favor.

— ¿Qué puede ser más importante que huir en este momento? — Sam pensaba que era tanto hablar en esa situación, pero al ver la expresión de Dominick prefirió no decir nada —Solo habla, dilo de una vez.

— ¡Fui un imbécil! — el fuerte tono usado por Dominick sorprendió a Sam, quien oculto bien su inseguridad — Fui un total imbécil Sam, un idiota que desperdicio todo este tiempo, que por miedo e inseguridad nunca se atrevió a preguntar todo aquello que quería saber, pero ahora, sé que es el momento menos indicado, pero debo decírtelo, ahora que por fin se ha revelado todo ante mí no puedo ni quiero evitar hablar, debes saberlo, Sam eres mi pareja de sangre, sé que no tienes idea de lo que eso significa y por el momento solo puedo decirte que para los vampiros nuestra pareja de sangre lo representa todo, esa persona es nuestra eternidad de felicidad, para nosotros nuestra pareja se sangre es como un mate para un lobo, sé que suena tonto pero es la verdad Sam, debes creerme. Ahora que yo ya lo sé entiendo porque la primera vez que te vi me descontrole de esa manera, porque desde el primer momento que te sentí tú aroma lleno por completo mi ser y desde ese instante no puede dejar de pensar en ti... eres todo para mi Sam — en esas últimas palabras entrego el corazón, consciente de que Sam podría tomarlo y pisotearlo cuanto quisiera.

— Odio a los vampiros — las palabras salieron por inercia de la boca de Sam.

— Tal como lo pensé, jamás me darías una oportunidad.

— Ustedes destruyeron mi familia y a la vez mi vida, ustedes mataron a mamá porque ella me protegió y con ello hicieron que papá me odiara por vivir yo y no ella — Sam sabia exacta la razón de porque su padre no lo veía siquiera al rostro en todos esos años — Los odio y eso nunca va a cambiar.

— Pero no todos somos iguales — se defendió Dominick, era verdad el jamás daño a nadie inocente.

— ¡LO SON! — grito apartando la mano de Dominick que no había dejado de sostenerlo — Lo son, todos son unos malditos y es verdad, jamás te hubiera dado una oportunidad, no se la daría a un lobo alfa menos a un asqueroso vampiro chupa sangre, que no le importó lo que yo sentía al traerme aquí solo porque él sentía algo — esas palabras dichas de una forma tan fría y sin sentimientos rompieron el corazón de Dominick, una pequeña e imperceptible lagrima escapo de sus ojos pero fue limpiada al instante, no quería que Sam lo viera débil y destruido solo con unas cuantas palabras y menos en un momento como este donde sus vidas dependía de ello.

Dominick se apartó, lo dicho, dicho estaba y ya nada podía cambiarse.

— Llegado el momento quiero que corras sin importar nada, sin mirar atrás, solo quiero que corras y salgas de aquí, ¿me escuchas Sam?, solo corre y no mires atrás— Dominick evito seguir con el tema, suficiente había tenido, no se creía tan fuerte como para soportar oír salir de los labios de Sam el que jamás lo amaría, eso sí lo destrozaría.

Sam tomo su forma lobuna e igual ignoro todo sobre el tema, aun y que algo entraño se removió en su pecho lo ignoro.

Los lobos se acercaban cada vez más ya podía verlos corriendo entre los pinos y entonces dio la señal.

— ¡Corre!, corre y no te detengas, ¡no mires atrás Sam!— gritó Dominick al pequeño lobo.

Sam obedeció y corrió enseguida, pero aún bajo la advertencia de no mirar atrás, Sam lo hizo solo para alcanzar a ver como Dominick era rodeado por un grupo de al menos seis lobos salvajes. Animales que no entienden de razón y que lo único que quieren es comer sin importar que, estos ya preparados para atacar al menor descuido. Aun ante el inminente final Sam pudo ver a Dominick dedicarle un "adiós" y una sonrisa, quizás la última y su pecho dolió más ante ese pensamiento.

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❣❣bye bye ❣❣

¿Por qué tú?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora