Una ultima oportunidad

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-Que hiciste, que?!-
Seto caminaba de un lado a otro como buscando un botón con la mirada.
¿Celos? ¿envidia? ¿coraje? Por que Mokuba habia hecho algo asi, queria perdonarlo pero, el dolor por la perdida de su amado Atem era una cicatriz tan profunda como el oceano mismo... Verlo muerto por segunda ocasión y de igual forma por culpa de el, Kaiba decidio dejar todo en manos de Mokuba en lo que ponia en orden sus prioridades, necesitaba tiempo para estar solo. Tomo su jet del dragón blanco y se dirijio asu isla artificial pasando tres largos meses lejos de todo contacto con el mundo rara vez se comunicaba con Mokuba.

Tres meses despues en Ciudad Domino.
Akizara renunció a los pocos dias de la muerte de Atem por una mejor oportunidad de trabajo. 
Mokuba estaba hasta el cuello de los trabajos de la corporación.
Uno de los socios de Seto habia pedido dinero prestado pero, no podia pagarlo. Ese dia para fortuna de Mokuba aparecio de improviso, en la sala de juntas.
-Y bien cual es tu miserable escusa?-
Atacó Seto.
-Bueno es que mi mujer tuvo que ser atendida de urgencia en el hospital, gracias a Dios esta bien pero, no puedo pagar en los meses acordados. Por eso quiero ofrecer que mi hijo mayor para que trabaje para usted...-
-La deuda que tienes equivale a 180 años de trabajo, de uno de mis empleados mejor asalariado.-
-Senor Kaiba le suplico lo reconsidere...-
Agrego una voz peculiar.... Familiar y que hizo palidecer al poderoso CEO. De atras del hombre de traje salio un niño de 16 años, con un peculiar cabello en tres colores rubios flequillos, ojos hermosos de color violeta ocultos tras unos lentes de armazón negro, piel blanca como nieve, labios rojos cual carmín. No habia duda ese chico era la reencarnación de Atem.
-Me quedaré a trabajar para usted señor Kaiba. Pero le ruego perdone la deuda de mi padre, haré lo que sea.-
Dijo el muchacho arrodillandose delante del CEO, su cara no mentía estaba desesperado. Seto sintio unas ganas enormes de abrazarlo y besarlo, esa voz esos ojos eran de su faraón.
-El es tu padre cierto?-
-Si es mi padre adoptivo... Mis padres murieron me hecharon de casa y comencé a vivir en la basura. En Francia conoci a los señores Anderson, ellos me adoptaron me han dado todo cuanto tengo... Se lo ruego perdone su deuda me quedare yo como su sirviente.-
-Tienes mas hermanos?-
-Si señor Kaiba... Tengo una hermana menor se llama Mana y un hermano menor llamado Mahad.-
-Esta bien te quedaras a trabajar para mi... Perdonare tu deuda pero no se te va a volver a prestar absolutamente nada. Despidete de ellos no los vas a volver a ver jamás. Trabajaras de Lunes a domingo las 23 horas no podras descansar a menos de que se te indique.-
-Hare lo que me pida-
dijo el chico con la voz quebrada llendose a despedir de sus padres. Minutos mas tarde estaban camino a la mansión Kaiba, el chico miraba con lagrimas en los ojos los carros pasar. Seto parecia distante escribiendo rápidamente en la computadora, pero estaba muy al pendiente de todo lo que hacia su joven esclavo. Durante minutos habia llorado, Mokuba estaba incrédulo por lo que veia era ver a su cuñado de nuevo. Al llegar a la mansión Kaiba, le llovieron tareas al pobre chico, el sabia que no iban a ser unas lindas vacaciones. Comenzo con la pequeña lista habia muchas cosas que eran muy pesadas para el y otros empleados lo ayudaban. No fue dificil ganarse a la gente pues era guapo y gentil. Habia trabajado seis horas estaba realmente agotado pero las tareas supuesta orden de Seto no dejaban de lloverle. En realidad Seto no queria abusar de el, esos trabajos le correspondian a un sirviente que odiaba a los nuevos y les ponia como cargo extra sus tareas. No habia comido y estaba muy debil lo que le provoco un desmayo. Seto miro por la venta al chico inconsciente sobre el césped, espantado corrio al lado del muchacho. Subiendolo en brazos a su cuarto, el chico desperto minutos mas tarde buscando sus lentes, cuando se los puso se sento en la cama los rayos de la luz de luna hacian ver lo tenebroso que lucia afuera de la mansión, sus ojos rodaron por la habitación poniéndose palido al ver a Seto quien no le quitaba los ojos de ensima.
-Al fin despertaste...-
El chico suspiro con pesadez.
-Mi cuerpo es muy debil... No soporto el trabajo fisico... Mis verdaderos padres no murieron me abandonaron, dije que habian muerto por que nadie querria a alguien como yo.-
-De que hablas?-
-Hablo de que nadie querria estar conmigo, soy raro hablo dormido, tengo sueños raros, pero mas que sueños parecen recuerdos.-
Seto se sento aun lado de el
-Que clase de recuerdos.-
-No lo se... Todo esta nublado como si una gruesa capa de humo negro tapara mi visión. Es una estupidez cierto?-
-No lo es...-
Seto se acerco al lóbulo del oído del joven, pasando la punta de su cálida y humeda lengua sobre el. Provocando un escalofrío en el menor, resitando un hechizo al oído del muchacho. Quien abrio los ojos aturdido.
-Atem?...-
-No mi nombre no es Atem... Yo soy Yami... Tu rival, tu igual...-
Ambos se vieron a los ojos, enamorados intercambiando palabras por miradas, caricias y besos. La ropa era estorbosa, las manos de ambos recorrian a tientas el cuerpo contrario, saboreando cada centimetro de la piel ajena, la lengua de Seto dibujo un camino de saliva de la boca, de su pequeño Yami hasta sus rosados pezones, no sabia donde comenzaba el cuerpo de uno y donde terminaba, estaban conectados, en mas de una forma. Los jadeos y gemidos del joven eran coros angelicales a oidos de Seto. Terminando ambos en un fuerte orgasmo, viendose como si fuela la primera vez.
-Estamos condenados a vivir juntos...-
Se quejo Yami con una sonrisa leve.
-Con gusto vivire a tu lado, eternamente.-

Corazón en llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora