Capítulo 5

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En medio de la noche, me despierto gritando, he vuelto a tener otra visión, solo he visto unas algas doradas, pero tengo grandes dolores de cabeza y me siento muy mareada.

- ¡Cloe! - llega Aslan corriendo a mi habitación y se sienta a mi lado en la cama - ¿Estás bien? Te he escuchado gritar.

- ¿Por qué me parece que me vaya a explotar la cabeza cada vez que veo algo?

- Cuando pase un tiempo, ya no te pasará eso, ya verás. ¿Qué has visto?

- Unas algas de color dorado, que brillaban mucho.

- Tranquila - me abraza.

- Una pregunta, ¿por qué eres tú el que está aquí?

- ¿Qué pasa, preferías a otro "sireno" ?

- No, solo pregunto.

- Porque yo fui el único que se atrevió a venir. Vivimos en las profundidades porque les da miedo la superficie.

- ¿Por qué?

- Desde hace mucho tiempo. Cuenta la leyenda que hace siglos, unos awors salieron a la superficie, se toparon con un barco y los pescaron, haciéndoles sufrir. Después, llamados por la atención de estes extraños seres, muchos barcos salían en la busca de alguno. Los awors se escondieron en las profundidades y los humanos nos pusieron el nombre de "sirenas". Otro cuento más para hacerse los valientes.

- Ah.

- Venga, vuelve a dormir. ¿Sigues mareada?

- Solo un poco, ya estoy bien.

- Bueno, hasta mañana - sale por la puerta.

Pronto me vuelvo a dormir.

Por la mañana, veo como una ligera luz atraviesa las cortinas de mi habitación. Cuando me levanto, veo a Aslan acostado cerca de mis pies.

- Buenos días - me dice.

- Buenos días, ¿qué haces ahí?

- Hace unas horas has vuelto a gritar, pero era en sueños. Vine aquí para que supieras que no estás sola.

- Gracias.

Hoy sus ojos lucen en un color azul claro.

Pego un brinco para levantarme de la cama y Aslan se va para que pueda cambiarme.

Me visto con unos pantalones cortos vaqueros, una camiseta azul y unas sandalias marrones con detallitos azules también y una coleta alta.

Por debajo me pongo mi bikini rosa con lacitos.

Llamo a Aslan y bajamos a la cocina y preparamos unas tortitas y un batido.

- ¿Qué coméis vosotros?

- Algas, peces, crustáceos, todo crudo.

- ¡Puaj!

Él se ríe al ver mi cara de asco.

- Pero me gusta más esta comida.

Hoy el día está más claro, igual que el mar. Parece que la tormenta haya pasado, aunque no estoy del todo segura.

Llamo a Kim. Hemos quedado para ir a la playa. El sol calienta bastante. El clima está demasiado cambiante, es imprevisible el tiempo que va a hacer.

Salimos por la puerta. Vamos a timbrar en la casa de Kim, que está unos metros más adelante.

- ¿Va a venir también tu amigo?

- ¿Eddie? - le pregunto sorprendida.

- Sí.

Hoy el océano es grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora