Capítulo 2

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Mis ojos prácticamente se cierran solos.

Esta noche hay tormenta. El fuerte viento golpea bruscamente mi ventana abierta.

Me levanto a cerrarla. Desde mi casa veo la playa, el mar, que está bastante violento. Olas se elevan a gran altura. Da miedo mirarlo.

Justo antes de girarme para volver a mi cama, diviso a lo lejos un resplandor. Intento averiguar de dónde proviene, pero se ha ido.

Es como el reflejo de algo, pero no sé de que.

Voy a intentar dormir algo.

Mi móvil empieza a sonar. Me despierto y con los ojos entrecerrados miro quién llama. Es Kim. Ya es de día.

- ¿Hola? - digo somnolienta.

- Hola, ¿qué tal estás?

- Bien, gracias - no le voy a decir lo del resplandor, porque ni yo misma sé si fue real o no.

- ¿Vamos a dar un paseo?

- Vale, en media hora quedamos delante de tu casa, ¿te parece?

- Perfecto, hasta después.

- Adiós.

Hoy llueve. Me visto con unos pantalones vaqueros largos, unos converse blancos y una camiseta rosa de manga corta.

No hace mucho frío, pero tampoco demasiada calor.

Bajo las escaleras de mi casa, ando unos metros y ya estoy en la de Kim.

- ¡Qué bien tienes la cara! - suelta de repente Kim - ayer la tenías que parecía que fregaras el suelo con ella.

- Gracias, supongo.

Caminamos hacia la playa y, para nuestra sorpresa, el paseo estaba empapado y había señales que ponían "Precaución, temporal".

- Guau, mira hasta dónde ha llegado el agua - señala Kim.

La playa estaba llena de piedras que el agua había arrastrado hasta aquí.

El mar luce hoy de un fuerte color azul eléctrico. Aún no está calmado, hay bastantes olas, pero menos que ayer.

- El mar ha destrozado la playa - dicen dos personas que pasan por nuestro lado.

Nos sentamos en los merenderos y Kim empieza a fotografiar el cambiado paisaje: De una playa de arena blanca, mar calmo y aguas cristalinas a una playa llena de piedras, mar revuelto y agua oscura.

Me he mojado un poco el fondo del pantalón por las charcas que había unos metros atrás. Mientras reviso mis zapatillas, escucho una voz detrás de mí:

- El mar es increíble, ¿no crees?

Me giro al instante, Kim no podía ser, ya que ella estaba unos metros más alejada, además es voz másculina.

Al levantar la vista, me topo con unos inmensos ojos azul fuerte eléctrico, justo como el mar de hoy. Es más alto que yo, su pelo es rubio y su piel morena, justo igual al chico que... No puede ser, él tenía los ojos grises.

Me he quedado mirándolo mucho rato y, por fin abro la boca para decir:

- ¿Tú no eres?...

- ¡Hola! - llega Kim corriendo detrás de mí - ¿por qué no me presentas a tu amigo?

- No es mi amigo, no sé cómo se llama...

- Aslan - dice él con una sonrisa - ¿Cómo os llamáis vosotras?

- Yo, yo... me llamo Kim y esta es mi mejor amiga Cloe.

- Y tú, ¿quién eres?, es decir, ¿de dónde vienes y eso?

- Pues nada, solo he venido a pasar aquí las vacaciones, ir a la playa... Pero por lo que veo ha habido un fuerte temporal.

No me ha contestado a la pregunta. Tengo miedo de equivocarme, que solo haya sido una alucinación y que este chico sea totalmente normal, pero algo en mi interior me dice que Aslan oculta algo.

Me quedo observándolo un rato, intentando detectar algo extraño, pero no veo nada. Es simplemente un chico (demasiado guapo y con unos ojos poco comunes que creo que cambian de color) que actúa con total normalidad.

- ¿Tienes planes para hoy? Quieres dar un paseo con nosotras? - pregunta Kim.

- Seguro que tiene más cosas que hacer que estar con nosotras y...

- No - me sonríe - la verdad es que me gustaría pasear con vosotras. Me podéis enseñar la ciudad y eso.

Kim se levanta del banco de un brico.

Aslan me tiende la mano para ayudarme a levantarme. Y justo cuando lo agarro, vuelvo a sentir lo que pasó ayer: yo en la tabla, el mar, la caída, sus ojos... y un ligero escalofrío recorre mi cuerpo.

- ¡Ah! - grito.

Aslan suelta mi mano cuando ya estoy de pie.

- ¿Estás bien? - me pregunta Kim.

Ignoro la pregunta de Kim y mis ojos apuntan a los de Aslan:

- ¿Qué eres?

- ¿De qué hablas? - me pregunta un poco sorprendido.

- ¡Déjala! - exclama Kim - ayer se ha llevado un golpe en la cabeza y aún está algo rara. Cree que ha visto a un ser marino que le ha salvado la vida.

Aslan se gira y empieza a caminar al lado de Kim. Yo recojo mi mochila del suelo y me coloco al lado de Kim, que no para de hablar:

- Esta playa es preciosa normalmente. Aquí es dónde pasamos la mayor parte del verano: Hacemos surf, voley...

Cloe es una de las mejores surferas de por aquí, pero yo la machaco en el voley. Iríamos a la playa, pero está vallada por el temporal y eso. Nosotras vivimos en esas casas de...

- ¡Kim! No hace falta que sepa dónde vivimos.

- ¿Qué pasa? ¿No confías en mí?

- No te conozco - le respondo.

- ¡Venga, Cloe! - Kim se acerca a mí y me dice en bajito - Es muy guapo - y me guiña el ojo.

Seguimos caminando hasta llegar al campo que hay al lado del parque, donde algunos de nuestros amigos juegan al fútbol.

Eddie es uno de ellos, que sale del juego y corre hacia aquí, mira hacia Aslan con mala cara.

- ¿Y este?

- Se llama Aslan, va a pasar aquí el verano - le informa Kim.

- Hola - le dice con voz borde y después me mira a mí - ¿Qué tal estás? Iba a ir a tu casa, pero Kim ya me dijo que veníais para aquí.

- Estoy bien, gracias Eddie.

- Bueno..., Aslan, vamos a por unos helados - Kim le agarra del brazo para que la siga al kiosco, pero no parece que a ella le pasara nada al tocarlo.

- ¿Por qué estáis con ese? - me pregunta Eddie.

- Estábamos en el paseo de la playa y él ha venido, ¿has visto cómo está la playa?

- Sí, es horrible. Yo que tú no andaría con ese Aslan, lo he visto ayer de noche en la playa, se ha tirado al agua y lo he perdido de vista, no me da buena espina.

Cuando ha dicho eso, mis ojos se ponen como platos, él también lo ha visto, pero no le voy a decir nada de lo que yo he notado al tocarle ni nada, se puede preocupar.

- No pasa nada, Ed.

Él me abraza y me dice:

- Siento haber sido tan duro contigo ayer, pero no quiero que te pase nada.

- No me ha pasado nada gracias a ti.

- Pero tienes que tener cuidado para cuando no esté yo presente.

- Lo sé, gracias.

En el momento en el que nos miramos fijamente a los ojos (siento cómo Aslan nos observa mientras que Kim pide los helados) la fuente que está a nuestro lado "se vuelve loca" y empieza a salir agua por todos lados, dejándonos a Eddie y a mí, empapados.

Hoy el océano es grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora