- Bienvenidos seres marinos - escucho resonar contra las paredes de la cueva una voz femenina.
Al cabo de unos segundos, la cueva se ilumina mágicamente y puedo ver a una mujer, ya algo vieja. Es repugnante verla. Sus tentáculos se mueven como las ondas del mar. Su cara es redonda y su color de piel es más morado de lo natural. Su pelo es corto y de color gris, y sus ojos negros. Pero no negros como los de Aslan cuando el mar está muy enfadado, ni negros como los del tiburón con rasgo amistoso. No. Es más bien un negro vacío y espuznante.
- Ah, casi se me olvidaba - continúa Guindelia - tú - me señala acercándose a mí - no eres un ser marino - Aslan se interpone entre ella y yo.
- No te acerques Guindelia, no queremos jueguecitos de los tuyos - habla Aslan - solo queremos a Dormel y el tridente, si nos los das ahora, no tendrás problemas.
Las mujer pulpo empieza a reírse:
- ¡Qué vais a hacer vosotros! Por favor... No os quiero hacer daño, al contrario, quiero ser vuestra amiga - mientras habla, inspecciono la cueva, al final hay una especie de puerta, la única a parte de la de la entrada, allí debe de estar Dormel, pero el pez que nos conduzco aquí se encuentra detrás de mí y no me saca los ojos de encima - si sois mis aliados, todo irá mejor.
Sin esperarlo, entran por la puerta corriendo, bueno, nadando a toda velocidad guardias de Dormel armados. Veinte o así. Pero en una fracción de segundo, Guindelia agarra el tridente y los coloca a todos a sus pies.
- Serán idiotas - maldice Aslan - nos han seguido, ahora ellos también están en peligro.
- No me esperaba que tragerais refuerzos. Los dejaremos en esta posición, seguro que estás cómodos.
Nosotros nos quedamos inmóviles. Lo único en lo que ahora me centro es en la musculosa espalda de Aslan que ahora está en tensión, noto como respira apresuradamente.
- Guindelia, ¿qué quieres? ¿qué ganas con lo que estás haciendo?
- Me gusta tener a todos sometidos - responde a la pregunta de Aslan - y..., la quiero a ella - me señala - necesito que me indique el lugar en el que están las algas - acaricia el tridente y yo miro disimuladamente mi brazalete, ¿qué podré hacer con él?
- Te lo diré si sueltas a Dormel - le propongo.
Niega con la cabeza, no es un trato, es una orden, ven aquí.
Ahora es Aslan quien niega.
- Tú lo has querido - Guindelia mueve su tridente hacia la derecha y Aslan cae contra la arena y se arrodilla como el resto. Lo miro, pero él no hace lo mismo, no levanta la cabeza, no puede hablar ni moverse.
Ahora estoy sola.
- Vaya, vaya - sigue hablando - veo que a ti no te puedo controlar porque no perteneces al mar.
Una pequeña sonrisa aparece en mi cara, eso es bueno.
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Hoy el océano es gris
FantasyCloe estaba surfeando como otro día cualquiera de verano, pero a diferencia de otros días, el océano era de color gris, lucía enfadado. Cloe se cae de la tabla y se lleva un fuerte golpe en la cabeza. Sus amigos no la creen, pero ella ha visto algo...