Capítulo 1

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El viento alborota mi castaño cabello largo.

No hace muy buen día, pero las olas son gigantescas. Pocos se atreven a surfear con este clima peligroso de tormenta.

El cielo está gris, al igual que el mar, revuelto.

Las ondas se elevan hasta los tres metros de altura. La verdad es que es temible la fuerza con las que las olas ropen al llegar cerca de la orilla.

Dejo de remar acostada sobre la tabla y me levanto lista para deslizarme por la ola.

Ahora me muevo escapando de la parte de la onda que está rompiendo.

Hago un Cut Back que consiste en hacer un giro de casi 180º para volver a acercarnos a la ola que estaba rompiendo.

Todos aplauden. Solo somos dos personas en el agua, mi amigo Eddie y yo, Cloe.

Me hace seña para que intente hacer un tubo, para mí, la maniobra más perfecta y espectacular, soñada por toda surfista. Nunca lo he conseguido, pero lo intentaré por enésima vez.

Escucho gritar a mi amiga Kim, miro hacia ella y me caigo de la tabla.

Las olas me envuelven y doy varios giros sobre mí misma, no puedo nadar en dirección a la superficie, el mar me empuja con bastante potencia hacia el fondo. Mi cabeza toca el suelo y el agua se introduce en mis fosas nasales y empiezo a tragar agua.

Creo que voy a morir, y todo ha sido culpa mía, por arriesgarme con este bravo mar.

En el momento en el que voy a cerrar los ojos, veo a una persona nadando en frente a mí. Primero pienso que es Eddie que viene a ayudarme, pero después me doy cuenta de que estoy equivocada.

Es un chico, con el pelo rubio y los ojos del color del mar hoy, gris, revuelto. Su piel es morena. No sé si me lo estoy imaginando o es real, pero parece que se acerca a mí y me toca el brazo.

De repente veo todo negro y me quedo inconsciente.

Me despierto tirada en la arena, en la orilla, con mis amigos alrededor con cara de preocupación.

En el momento en el que vuelvo a ver, Kim está hablando con los ojos llorosos:

- ¡Cloe, Cloe!

Me levanto custosamente, es como si mi cuerpo estuviera lleno de agua y pesara el doble de lo normal.

- Kim - le digo con un hilo de voz. Me duele la garganta, he debido de tragar bastante agua.

Empiezo a estornudar, el frío se ha apoderado de mi cuerpo.

- Vamos, te llevaremos a casa - dice Eddie.

Él y Kim me ayudan a levantarme y me cubren con una toalla.

Eddie es moreno, con el pelo rizo que le cubre las orejas y sus ojos son marrones oscuro. Es más alto que yo y delgado, poco fuerte.

Kim es de mi estatura, un poco más ancha que yo. Su pelo es rojizo y corto y montones de pequeñas pecas cubren su cara. A diferencia que yo, su piel es muy blanca, y nunca coje color, aunque esté todo el día al sol.

Y tengo el pelo castaño claro liso, con unas cuantas ondas en las puntas me llega hasta la cintura. Mi piel está bastante morena de tanta playa. Soy delgada.

Subimos al coche. Eddie conduce y Kim se ha sentado a mi lado en el asiento trasero.

- ¿Qué ha pasado? - pregunto cuando creo que mi cabeza deja de dar vueltas.

- Yo te llamé - empieza a hablar Kim - para avisarte de que esa ola era demasiado peligrosa para surfear, entonces perdiste el equilibrio y te caíste. Nos asustamos, tardamos un rato en encontrarte, nos temíamos lo peor. Eddie se tiró al mar y te salvó.

- ¿Enserio? - pregunto algo confundida ya que no recuerdo a Eddie, sino a ese extraño chico - Gracias Ed - le digo inclinándome hacia el asiento delantero.

- No pasa nada, pero te avisé de que este mar era peligroso, y tú quisiste ir igual.

- Lo siento Eddie, no era mi intención ponerte en peligro, por favor, no te enfades, te prometo que a partir de ahora te haré caso.

El coche se para en frente de mi casa. Nos despedimos de Eddie.

La casa de Kim está justo al lado de la mía, pero me acompaña a mi habitación.

Ella se acuesta en mi cama y empieza a leer una revista de moda. Yo voy a ducharme y a cambiarme. Mi pelo está tremendamente enredado, lleno de arena y algas. Y mi cara parece que estuviera dándole bofetadas.

Salgo del baño un poco más decente de cuando entré.

- ¡Mira! - grita - ¡Keterina Bondi lleva un bikini igual al mío! ¿No es increíble? Nuestra actiz favorita. ¿Me dejas quedarme con la revista?

- Claro - le contesto casi sin pensarlo, absorta en mis pensamientos, intentando recordar lo que realmente vi. Lo real lo que he imaginado.

- ¿Estás bien? ¿Por qué no estás gritando conmigo? ¿Te duele la cabeza?

- No sé, un poco, es que... si te cuento algo... ¿me creerás?

Su cara cambia al instante, de alegre a alarmada.

- ¿Qué pasa Cloe?

- Pues que... lo que yo recuerdo no es lo que tu me has contado.

- Explícate - me pide.

- He visto a un chico, no era Eddie, estaba mirándome mientras casi me ahogaba y cuando me tocó el brazo, sentí que volvía a respirar.

Kim me mira con cara de preocupación.

- Mira Cloe, sabes que eres mi mejor amiga y haría cualquier cosa por ti, pero creo que deberías dormir un poco, has tragado mucha agua y te has dado un fuerte golpe en la cabeza, debes estar algo desconcertada, pero créeme, no te miento, yo te vi y vi a Eddie salvarte y hacerte el boca a boca y...

- ¿Que Eddie hizo qué?

- ¡Ups! - suelta una sonrisa - lo siento, no tenía que habértelo dicho.

- Entonces, ¿no me crees?

- Lo que creo es que ese chico debió ser uno que viste paseando por la playa, te gustó y ahora sueñas con él.

No sé, quizá Kim tenga razón y solo esté algo desorientada por el golpe.

- Tienes razón, creo que iré a dormir.

- Vale, me voy entonces, nos vemos mañana. Si necesitas algo, llámame.

- Gracias, hasta mañana.

Y me acuesto en la cama, intentando darle coherencia al asunto.

Hoy el océano es grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora