Capítulo 14

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Vuelvo a escuchar después de bastante tiempo la voz de Dormel, pero no con claridad, solo entiendo esto: "piensa lo que quieres hacer y hazlo".

¿Cómo? Intento pensar en que Aslan se levante, no hay resultado.

Guindelia me mira de arriba abajo hasta que sus ojos se encuentran con mi brazalete, al momento se da cuenta de lo que es.

Sus ojos se abren mucho y nada despacio hasta mí. Sus manos congeladas con largas uñas azules rozan mi brazo y un escalofrío recorre mi cuerpo.

Cuando va a tocar el brazalete, le doy un puñetazo en la cara. Se queja de dolor y varios peces abisales me rodean. Abren sus bocas con afilados dientes, cuando los tengo a apenas veinte centímetros de mi cara, el brazalete brilla y los peces escapan como si vieran un depredador.

Guindelia se queda fascinada, yo empiezo a nadar en dirección a la entrada de la cueva y ella me persigue mientras grita:

- ¡Conseguiré esas algas aunque tenga que cortarte el brazo!

Hace que los guardias y Aslan se levanten y me persigan también.

Se me ha ocurrido una idea. Me paro en seco y me rodean. Miro a Aslan, intenta decirme algo, pero no lo entiendo, controla su mente, está despierto, pero no su cuerpo.

- Todos arrodillados - ordena Guindelia, y yo hago lo mismo, rostro de sorpresa - así que sí puedo controlarte... tenía que haberlo probado antes, no sabía el verdadero poder del tridente.

Ha caído en la trampa.

- Ahora, dame la pulsera - me acerco a ella y hago como que la desato, la verdad es que no puedo sacarla, en cuanto veo que afloja su mano del tridente, la pulsera se ilumina, ella se cubre los ojos y suelta el tridente.

Yo lo agarro. Los vigilantes y Aslan vuelven a ser ellos, pero no sé cómo funciona esto.

Nado hasta donde creo que se encuentra Dormel, y lo veo, encerrado, atado y con cara triste más que enfadado, no parece el rey de los mares.

Cuando me ve, levanta la cabeza, no sonríe al verme con el tridente en la mano.

Guindelia entra detrás de mí riéndose.

- Ahora eres un awor, Cloe.

- ¿Qué? - digo volviendo a mirarla.

- ¿No lo sabías? ¿No se lo has dicho Dormel? - le pregunta mirándolo - si coges el tridente, te conviertes en ser marino.

Esto no puede ser real.

Siento como me crecen aletas, el color de mi piel cambia y respiro de una forma extraña.

Hoy el océano es grisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora