2. Adiós casa, hola escuela (1)

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Scourge's POV

Se acabaron las vacaciones. Se me terminó la libertad, se acabaron las fiestas, las chicas, mis viejos amigos...

¡BROMA, ESTÚPIDOS! Soy universitario, millonario y atractivo, me la paso genial; todos los días son de fiesta en mi fraternidad, todos los días tengo chicas, mucho alcohol, alguna que otra sustancia ilegal, muchísimo sexo y todo esto junto a mis mejores amigos. En parte ya los extrañaba, últimamente eso de estar fuera de mi otra "casa" casi 3 meses ya se me había hecho aburrido. Junto con mi hermano, ese icónico erizo azul, somos los únicos del grupo que vivimos en la misma ciudad que estudiamos. Y crean que esa rutina de vernos todos los días y no saber nada de nuestros amigos foráneos durante tanto tiempo era terrible. Pero al fin, de nuevo a la escuela.

En fin... Era nuestro último día, y mi gemelo y yo decidimos empacar nuestras cosas para ir de regreso a la casa Beta y Sigma, donde próximamente cada uno residiría. La primera es mi alma mater, y la segunda la de mi hermano.

Los primeros dos semestres estuvimos en la misma, fuimos Betas; pero había tanta rivalidad entre ambos que jamás pudimos coincidir en alguna idea, así que él decidió irse a probar suerte en Sigma, con los "caballeros"; donde claro, al instante lo aceptaron. Ambas casas somos rivales, pero juntos tenemos el clan de los MPH: "Most Popular Hedgies".

Creo que independizarnos e irnos a vivir dentro de la ciudad universitaria fue la mejor idea que pudimos haber tenido en la vida brou— le dije a mi hermano, mientras cerraba mis maletas llenas de ropa.

—Así es Scourgey, pero eso no hace que no extrañe mi deliciosa cama aquí en la casa, y el sabor de esos deliciosos chilly dogs que prepara mamá—

—Qué llorón eres, maricón— me burlé ante sus palabras. ¿En serio Sonic?

—Dos años no pudiste dormir sin este pedazo de perfección en la residencia, ni menos en tu frat, ¿y me dices llorón, maricón?— me dijo, irónico. —Ya casi tienes 21 y todavía necesitas tu peluche para dormir—.

—Calla perrita, lo que queda de la carrera vamos a vivir separados por una calle. Así yo podré tener mis locas aventuras sin que tengas que esperar tres horas fuera del cuarto sin nada que hacer—.

—Gracias a Dios podré vivir sin tener que escuchar ese "ah, vamos, gime para mí zorra sucia"—. No me pude contener ante su comentario, y solté una carcajada; ese idiota tenía razón, era una frase que usaba mucho a la hora de la hora.

—Pero de una vez más no te salvas— le dije con malicia mientras lo veía como a una presa.

Dejó unas sudaderas que estaba doblando y volteó a verme, sin entender muy bien lo que le había dicho. Fui hacia él y con mi brazo lo tomé por el cuello, luego puse mi pierna detrás de las suyas y lo tiré al piso, para luego posarme encima de él con una llave y no dejarlo moverse. Se empezó a quejar, pero al mismo tiempo reía. Luego tomé sus brazos y los jalaba hacia atrás para que me suplicara que lo soltara. Me gustaba jugar a las luchas con mi hermano, era muy divertido, y lo hacíamos desde que éramos dos pequeños erizos.

—¡Ah! ¡Quítate de encima estúpido!— se quejaba sin dejar de reírse. —¡Tengo que apurarme con mi ropa, no me dará tiempo de acabar mis maletas! ¡Y luego tenemos que ir por Tails, recuérdalo imbécil!—.

—Te dije que no te salvabas, Sonikku— me acerqué a su oreja, sin soltar sus brazos. —¿Cómo me llamo, perrita?— le susurré. Él comenzó a carcajearse, mientras jalaba más sus brazos.

—¡Ya, Scourge!— gritaba entre risas. —¡Ya detente, me lastimas!—.

—Así me han dicho varias, he de confesar. Pero una vez más... ¿¡Cómo me llamo, perra?!— repetí, al momento que jalaba más sus brazos.

The FratDonde viven las historias. Descúbrelo ahora