2.

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El día comenzó como cualquier otro, desayunaron juntos y luego Milo fue a su trabajo, llegaría cerca de las 16: 00 de la tarde. Paso el resto de la mañana en cama sin tener nada que hacer. Se levanto cerca del medio día para comer el almuerzo que Milo dejo para él.

No había duda que su esposo era la mejor persona que pudo aparecer en su vida, no sabia que habria hecho si no hubiera conocido nunca a su amado griego. Aun con todas las complicaciones que traia su condición él le ayudaba a superarlas, aún recordaba la primera vez que sus padres dejaron a Milo a su cuidado por una urgencia.

"- Cualquier cosa nos llamas ¿de acuerdo? - odiaba eso, ni que fuera un bebé.

- Si, señora Alissa no se preocupe. Adios.

Una vez que cerro la puerta escucho a Milo suspirar y sus pasos acercándose. Estaba nervioso llevaba un año de conocerlo y era la primera vez que se quedaban solos.

- Bien, Cam. Puedes hacer lo que quieras e ir donde quieras, solo un lugar te prohibo...- odiaba esa maldita palabra, sus padres la usaban tanto que ya le estresaba oirla- y esa es la cocina, no me perdonaría que por estar distraído te pasara a llevar o algo por el estilo, soy un descuidado ahí, no se como tengo todos mis dedos aún.

Rió nervioso.

"Espera ¿Que?"

Solo un lugar prohibido y solo por precaucion, eso era nuevo.

- Ahora Camie salgamos, sé que no sales mucho de casa y no pienso tenerte encerrado todo el tiempo.

Decir que fue la mejor tarde de su vida era poco. Habían estado fuera casi todo el tiempo y no tuvo ganas de volver a su casa, incluso cuando lo hicieron no quería entrar en ella, a su jaula.

Ese fue el momento justo en el que su corazón comenzó a sentir cosas por Milo."

Sonreía al recordar ese día , y hoy después de casi nueve años seguía amándolo con mayor intensidad, acariciaba con cariño el anillo en su dedo que llevaba por dos años. El resto del día paso tranquilo leyendo uno que otro libro en braile.

Cuando Milo llego le conto las anécdotas de su trabajo. Trabajaba como director ejecutivo en un canal de televisión por lo que ganaba el dinero suficiente para mantener una vida cómoda y ahorrar otro poco para algo especial sin que Camus lo supiera.

- Hubieras visto Aioria, la vena en su frente era tan grande que parecia que reventaria, uno de los actores le alegaba porque su personaje moriría tan pronto. Mi amigo no tiene paciencia.

- ¿Y tu si?- le gusta hacerlo rabiar un poco.

- mas que él si. Bueno, lavare los platos, espera a Dégel en la sala, supongo que querrás pasar tiempo con tu sobrino casi hijo.

- ¿Celoso?- camino despacio hacia él, para poder abrazarlo de la cintura, amaba cuando la voz de Milo salia algo celosa sin que se diera cuenta.- sabes que solo te amo a ti.

- No estoy celoso...- un ruido proveniente de la puerta lo puso alerta, parecia un forcejeo.- Cam, no te apartes de mi.

Tomando su mano con fuerza fueron a investigar que era esa ruido, cuando llegaron a la sala la puerta se abrió de la nada, dejado entrar a tres sujetos desconocidos. Milo cubrió de inmediato a Camus, no dejaría ni loco que se acercaran a su Ángel pelirrojo.

- ¿Milo, que pasa?

- ¿Donde esta el dinero?-uno de los sujetos dio un paso al frente, mostrándose intimidante. A ninguno de los tres se les veía el rostro.

- No sé de que hablas.

Sabia perfectamente a que dinero se refería, pero no les diría, no les daría ni la mínima pista de donde estaba, esa suma de dinero estaba destinada para algo importante y que cambiaría la vida de su francés para siempre.

- Oh, no sabes de que habló... le preguntare directamente a tu cuerpo, o mejor al de él.

Dos de ellos hicieron sonar sus nudillos. Milo apreto los puños, sintió como Camus se aferraba a su cuerpo temblando.

- ¡Escuchen desgraciados, a mi pueden hacerme lo que quieran, pero a él no lo tocan!- abrazo a su pareja, por Camus resistiría la peor de las torturas.

- Milo, no...

- Tranquilo, Cam. Todo estará bien.- no podía verlo pero sabia que le sonreia para calmarlo.

Escucho las risas de los ladrones y como se acercaban, preguntando por un dinero según él inexistente. Sintió cuando el griego fue arrebatado de su lado, podía escuchar los insultos, los golpes, una que otra maldicion. El grito ahogado de dolor su esposo lo desespero.

- ¡Milo!- que importaba que lo lastimarán, tenia que ayudar al hombre que amaba.

Iba a lanzarse a lo loco hasta que sintió una mano de alguno de esos sujetos en su cintura empujandolo hasta el sillón.

-Quédate ahí, y no te muevas.

La voz de ese tipo sonaba rara como si algo la estuviera cambiando.

- Bien, Metaxas. Habla ahora donde tienes el puto dinero o la pasaran muy mal.

Milo escupió sangre al piso, mirando con odio al hombre que tenia enfrente. Miro a su francés, viendo como este lloraba al no poder ayudarlo. Prefería esto, estar él en peligro en vez de Camus.

- No vas a encontrarlo... aunque busques en cada rincón de la casa. Maldito miserable.

- Lograre que hables.

El que parecia el lider dio la vuelta en dirección de Camus, los otros dos tipos lo sujetaron de inmediato de los brazos para evitar que fuera en su ayuda. Se desespero, comenzo a forcejear como nunca en su vida cuando lo vio a pasos de su pareja. Logro soltarse sin que supiera como. De un puñetazo lo lanzo al piso.

- ¡A ÉL NO LO TOCAS, MALDITO!- el tipo en el suelo levanto el rostro ahora descubierto, el golpe logro quitarle su protección, Milo lo reconoció al instante. Su sangre hirvío de rabia- eres un... ¡MALDITO DESGRACIADO!

Comenzó a golpearlo sin importarle estar en desventaja por culpa de las heridas. Los otros dos lo apartaron de su lider, y uno de ellos aprovechando la rabia del rubio, lo apuñaló.

El sonido de las sirenas se policía los hicieron huir sin lograr su objetivo. Algún vecino pudo llamarlos al escuchar los gritos.

- Milo...- Camus se levanto buscando algún sonido que le dijera en donde estaba- Milo... por favor, respondeme.

- Camus...- su voz apenas se escuchaba- ¿Estas... estas bien?

Pudo encontrarlo detrás de la mesa de centro, cuando se topo con un pequeño charco de sangre palideció.

- No, no Milo... por favor, dime que no es...

Sus lagrimas caían solas, mezcla de miedo e impotencia por no poder ayudar a la persona que más amaba en el mundo. Milo había hecho lo posible por protegerlo sin importarle salir lastimado.

- ¡Tio Camus, tío Milo!

Dégel entro corriendo. Habia llegado temprano para quedarse con sus tíos, pero al ver la puerta abierta sospecho que algo malo pasaba, al asomarse logro ver como dos de esos sujetos golpeaban a Milo, llamo a la policía.

- llamare una ambulancia.

- Camie...- sujetó su mano con toda la fuerza que podía- no dejes... que se te acerque...

-¿Quien...?- no volvio a escuchar su voz, y no lo haría en mucho tiempo.- ¿Milo?...¡ Milo!

🔹🔹🔹

Casi lloro por Hades! Porque se me ocurren cosas tan tristes! 😢

¿Quien será el culpable?

ScorpioNoMilo.




Testigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora