Los ojos del androide albino enfocaron a la perfección el magnifico paisaje que tenía enfrente suyo. La ciudad lunar era tan grande, con edificios cuyas estructuras eran únicas y muy diferentes a las del planeta Tierra, con habitantes que lucían trajes color plata y con cristales incrustados en diferentes partes de este mismo, y con un cielo que mayormente era nocturno, Mafumafu no pudo evitar sentirse en casa una vez más.
Los postes de luz estaban encendidos, iluminaban las calles con diferentes colores suaves como el amarillo, rosado, anaranjado o celeste. La gente que pasaba cerca del androide, echaban una rápida mirada a su ropa de la realeza, pero no de la Luna, sino del planeta Tierra.
Al dar sus primeros pasos, se dejó llevar por los sonidos que dominaban su sistema auditivo, destacando entro otros ruidos, captando la atención del androide albino.
Caminó por calles largas y grandes, llenas de personas que iban de un lugar a otro, miró nuevamente a su alrededor e ignoró los sonidos que llamaban su atención por los edificios de comercio de cualquier artículo que era hecho tanto en la Luna como en la Tierra. Visitó lugares turísticos sin recordar dónde se encontraban, escuchó música que provenía de una orquesta que se instaló en un parque lleno de juegos y árboles que parecían estar cubiertos de nieve en sus hojas verdes.
Mafumafu no dejaba de sorprenderse por cada cosa que veía a su alrededor, pero el encargo que el príncipe Soraru le había hecho (y que gracias a él, estaba en la ciudad lunar) le llegó como nuevo mensaje a su mente, dejando la diversión a un lado y buscando con su mirada el lejano reino lunar.
---Espero llegar a tiempo...--- susurró el androide albino, encontrando a lo lejos el gran castillo del reino.
Su tiempo era limitado, debía conseguir dicha información para el príncipe azabache, y una vez completado su misión, debía buscar al mejor amigo de su creador. Todo sonaba simple y sencillo, pero con solo mencionar que hay que infiltrarse en el reino, era una tarea que no iba a ser nada sencilla desde un principio.
[SORARU]
El príncipe azabache escuchaba desinteresadamente la canción que el pequeño Eve había creado para él, para su hermano Kradness, y para quienes fueran del agrado del menor.
Sus ojos zafiro vagaron desde el suelo, hasta el rostro vivo e inocente del pequeño príncipe, y de un momento a otro, dejó de escuchar aquella cálida voz por sus pensamientos sobre el androide albino que se encontraba en el reino lunar.
Si todo iba con éxito, cualquier información que obtuviera de la reina Reol y que involucrara obviamente a su hermano Kradness, iba a servirle de mucho.
Soraru no deseaba matar a su hermano como a otros príncipes en aquellas historias pasadas, todo mucho antes de que la Tierra, colapsara. Deseaba hacerlo de una manera más pacífica, brincando el asesinato, pero todo podía suceder, algo podía explotar dentro de la mente del azabache que lo incite a degollar la cabeza del mediano.
El príncipe azabache suspiró cansado, cerrando sus ojos y rezando en su mente para que todo saliera bien.
---¡Terminé!--- gritó el pequeño príncipe, levantando sus pequeñas manitas hacia ese cielo azul despejado.--- ¿Te gustó, hermano?
El príncipe Soraru se limitó a aplaudir mientras dejaba a la vista una suave sonrisa en aquellos labios finos.
No había escuchado ni la mitad de la canción, y cuando vio a su pequeño hermano alejarse de él, sus pensamientos volvieron a su mente para pensar una vez más en el androide albino.
¿Cómo podía existir un ser robotico y con un rostro tan angelical como la de Mafumafu?. El momento del balcón, cuando miraba su rostro "dormido", cuando ya se había enterado de que era un andoride, ese momento se quedó plasmado de por vida en sus pensamientos.
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Manos Robóticas [SORAMAFU]
FanfictionSu corazón era artificial, sus ojos tan irreales, y un extraño sistema creado para expresar emociones en un Androide albino. La pasta de esta historia se abre, dando paso a un Androide a las ordenes de su príncipe que busca quitar a su hermano del...