Capítulo 6

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Camino sinuoso

Pov's Simón

Las tres semanas de vacaciones para Ámbar estaban a punto de acabarse, dentro de dos días comenzaría a trabajar en el hospital, y no es por presumir claro está, pero se estaba divirtiendo conmigo. Se estaba divirtiendo muchísimo conmigo...

No lo mal piensen, eh.

La había llevado a otros museos de la ciudad, parecía una niña pequeña en una gran juguetería, también íbamos juntos a hacer las compras semanales, y en las tardes se nos había hecho costumbre llevar al pequeño Ruggero al parque.

—¿Quieren helados? —Miré a Ámbar que le servía jugo al pequeño Rugge. —Hay una oferta, y es que no debemos desaprovechar esta oportunidad.

—¡Siii! —Mi pequeño sobrino saltó varias veces alzando sus brazos. —Yo quiero uno de fresa.

Ámbar miró al cielo, segun yo pedía paciencia pero al parecer estaba pensando el sabor del helado que quería.

—Chocolate está bien.

—Bueno, entonces iré por ellos.

Dejé la pelota de fútbol al lado de ellos y me dirigí al carrito de helados.

—Álvarez, ¿Qué haces por aquí? —Esa voz, esa maldita voz no la había escuchado desde hace mucho tiempo, traté de ignorarlo por completo pero no sirvió de nada. —Sé que me has escuchado a la perfección, así que no huyas, cobarde.

—Déjame en paz, Banderbield. —El imbécil sonrió de lado, de manera sarcástica, a pesar del tiempo que había pasado sin verlo, él seguía con su actitud pedante y arrogante. —Sabes perfectamente que no eres y nunca serás de mi agrado. —Quise caminar más rápido hacia el carro de helados, pero era demasiado tarde, se había marchado. Maldita sea.

Apreté los puños y me volteé para mirarlo, no me molestaba su presencia, me molestaba el hecho de que me haya hecho perder mi preciado helado.

—Que yo recuerde, eso no dijiste la vez que te lleve a Forbidden Street. —Miró al carro marchándose y sonrió. —Luego te compro uno, necesito hablar contigo.

—Yo no.

—Te recuerdo, que tú me debes un favor, Álvarez y ha llegado el momento de cobrarmelo.

Siempre supe que ese día llegaría pero jamás imaginé que sería tan pronto, y menos ahora que había olvidado ese "favor" y estaba tan bien, disfrutando de mi vida por unos momentos sin ninguna preocupación ni tormento de ese pasado que me perseguía.

Benicio Banderbield era el mejor agente que el FBI puede tener, a pesar de tener a un padre nada ejemplar y metido en muchos crímenes federales, él era de confianza, incluso una vez lo había sido de la mía, pero ya no lo era, después de descubrir a lo que realmente se dedicaba.

—No iré a ningún lado contigo.

—Tienes que ir, si no quieres que le pase algo a tu querida amiguita y a tu sobrino. —Miró detrás mío, metros más allá estaba Ámbar de espaldas junto a Rugge. —Sube.

Sabía de lo que Banderbield era capaz, siempre cumplía sus advertencias y esta vez lo estaba haciendo.

—Tienes que agradecerme el hecho de que estés vivo.

—No tengo que agradecerte nada.

—Claro que sí. —Banderbield pidió a su chofer que vaya más lento. —Sé que sabes a lo que me dedicó y aún así no te maté. Te preguntarás ¿Por qué no lo hice?. Ahora te lo diré. —Se acercó más a mí y me susurró en el oído. —Tienes un pasado como francotirador muy productivo, puedes matar a alguien desde sitios muy alejados...

Dulce Delirio - Simbar (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora