Capitulo 7

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Primer día

Pov's Ámbar

El tan ansiado y temido lunes había llegado, estaba lista para comenzar a laborar en lo que tanto me apasionaba, pero a la vez tenía cierto temor de que algo saliese mal en este primer día.

Pero todos esos “miedos” habían sido desvanecidos en el momento en el que Simón Álvarez, había entrado a mi habitación con una bandeja del desayuno en las manos.

Podía notar sus ojos achinados y su cabello castaño despeinado, al parecer se había despertado temprano para prepararlo.

—¿Cómo amaneciste? —Él dejó la puerta entreabierta cuando le di la señal para que ingresara. —¿Estás emocionada por tu primer día como doctora?

—Debo admitir que tengo algo de temor. —Él sonrió cuando vio que me llevaba las tostadas francesas que había preparado a la boca.  —Están deliciosas...

—Lo sé, y no hables con la boca llena, te puedes atorar. —Tomó un pedazo de la tostada y se dirigió a la puerta. —Te esperaré afuera. Ya sabes, seré tu chofer hoy. Simón Álvarez a su servicio, señorita Smith.

—¡Gracias, chófer Álvarez!

Aún faltaban varios minutos para que fueran las ocho, así que aún tenía tiempo para bañarme y alistarme.

Disfruté el desayuno que el castañi había preparado, me costaba imaginarlo a él levantándose temprano por mí. Eso no se veía todos los días.

Era algo tierno y a la vez penoso, las muestras de afecto me hacían sentir algo incómoda. No sabía cómo sobrellevar todo esto.

Terminé de desayunar mientras leía, dejé todo encima de la mesa de noche y mi libro en el estante, tenía que apresurarme o llegaría tarde y eso era lo último que quería.

—Mira quién llego, pequeñín. —Simón ayudaba a su sobrino a comer el cereal, ambos sonrieron cuando me vieron bajar. —La doctora Smith está aquí. 

—Aún no me acostumbro a que me llames doctora. —Me acerqué al pequeño y acaricié su cabello. —¿Matteo y Emilia ya se fueron?

—Sí. Ambos te desean suerte en tu primer día.

—No es el colegio, esto es distinto. Recuérdalo.

—Lo sé, pero un poco de suerte no le hace mal a nadie.

—Yo no creo en la suerte, Simón. —Mi tono salió frío.

—Ya lo sé... —Rodó los ojos e hizo la seña de alto con su mano. —Sólo soy amable y deseo lo que creo.

—Bueno, gracias por tus deseos positivos.

Me dedicó una mirada suave y alegre, sonriendo de lado,  mientras intentaba darle de comer al pequeño Ruggero, fingiendo que la boca del pequeña era una cueva y la cuchara era un avión.

Era una persona muy atenta con él, podría imaginarlo en algún futuro como padre y por lo que había estado presenciando el último mes, podría corroborar que sería un excelente papá.

Al verlo en su gran auto y corriendo en esas carreras clandestinas parecía un joven al que le encantaban las drogas, alcohol y todas esas porquerías, pero Simón había demostrado que él no era así, que tenía un corazón muy grande, metafóricamente claro, y con sentimientos buenos.

Esos sentimientos que estaban camuflados bajo esa pinta de hombre rebelde y rudo, que sólo trataba de camuflar a ese niño que había sido lastimado alguna vez.

Rugge terminó su desayuno y fue con Simón a cepillarse los dientes. Y en cuestión de pocos minutos los tres nos encontrábamos en el auto rumbo al hospital.

Dulce Delirio - Simbar (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora