Capítulo Extra: Pedro

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Este capítulo será narrado desde el punto de vista de Pedro.

Cuando vi a Simón caer mi corazón se aceleró como nunca antes había sucedido, ni con mis corrida matinales en la mañana. Vi por aquella pantalla que recibía imágenes de un drone*, el momento exacto en el que cayó y fue más atemorizante cuando la moto y la suya habían explotado. Sentí en ese momento que en cualquier rato mi corazón se detendría.

Simón no aparecía por ningún lado que la cámara enfocaba, el humo se estaba expandiendo y las personas comenzaban a irse del lugar.

Solo unos pocos se habían quedado y se estaban dirigiendo a apagar las llamas con los extintores, cosa que no funcionaba. Había que llamar a los bomberos.

Observé todo el lugar, buscando a los que habían causado que mi amigo cayera pero no estaban, al parecer se habían escapado.

-Tienes que llamar a los bomberos, no puedes dejar esto así. Hay heridos. -Benicio se encontraba junto a sus dos gorilas, estaba a punto de irse del lugar. -Si no lo haces te hundiré. Hay vídeos y fotos tuyas aquí, disfrutando de la carrera.

-Nadie le va a creer a un simple psicólogo. -Se acercó a mí, solo pocos centímetros nos separaban, ladeó una sonrisa lasciva y me miró de pies a cabeza. -Perderás el tiempo.

-Y tú perderás tu hermoso rostro si no haces algo ahora. -Lo tomé del cuello de su camisa con ambas manos y lo acerqué aún más a mí. -Fuiste quién metió a Simón en esto. Ahora lo sacas.

-Lo más probable es que ya esté calcinado. No te preocupes, llamaré a los bomberos y a un par de ambulancias, solo para que dejes de molestarme.

Sonreí triunfadamente cuando lo vi llamar a ambulancias y a los bomberos, la mayoría se había huido cuando sucedió aquella explosión. Los únicos que quedábamos éramos Benicio, sus matones, algunas personas que trataban de apagar las llamas y yo. Hasta ahora ningún indicio de que mi amigo estuviera bien aparecía.

Los bomberos y la ambulancia llegaron y cada uno realizó su deber. Los paramédicos brindaron sus servicios a los que habían estado cerca al fuego. Sus rostros estaban llenos de hollín y el pánico al ver a los policías acercarse a ellos también.

-Tienen que revisar todo el perímetro. Mi amigo puede estar ahí. Ardiendo en llamas. -Al escucharlo de mi propia voz me reprendí mentalmente, eso no era muy esperanzador.

-Los bomberos están haciendo todo lo posible y otros están revisando el lugar. No se preocupe. -La señorita guardaba el aparato que usó para medir mi pulso. -Usted está en buenas condiciones. Iré a ver a los accidentados.

Vi hacia donde miraba y visualice a los dos cobardes que habían provocado el accidente de Simón, estaban ensangrentados y con la ropa rasguñada. A unos metros a su derecha ambas motos estaban tiradas, parecían dos latas de conserva aplastadas.

-Le pedí a la policía que me dejara a cargo. Así que no pasará de unos simples papeleos. -Benicio se acercó a mí con una sonrisa triunfante. Si seguía sonriéndome así, lo golpearía. De parte mía y de mi castaño amigo.

-Todo para que no descubran la calaña de persona que eres.

-Mide tus palabras, psicólogo.

-Y tú, tu egocentrismo. Comprendo la falta de afecto que has padecido de pequeño pero eso no te excusa de ver a los demás por debajo de ti para sentirte superior a ellos.

Él no dijo nada, bueno si, a sus matones.

Terminé ganándome dos puñetes por parte de ellos pero valió la pena, decirle sus verdades fue algo gratificante.

Dulce Delirio - Simbar (AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora