—¿Una pesadilla?—preguntó Andrea desde la peinadora.
—¿Qué has escuchado?—respondí con la esperanza de que no fuese yo la que interpretaba las voces de aquellos.
—Creo que estás estresada.
Lo pensé mejor y si quería respuestas, Rubén quizá podría dármelas. Recordaba perfectamente que él sabía que no era mi intención, así que por supuesto sabía más que yo. Andrea y yo debíamos asistir a la universidad, precipité a arreglarme lo más rápido posible. A ella le iba mejor que yo con el tema de la moda, siempre podía verse bien sin la necesidad de exagerar, era su fuerte. Vistió un vestido gris casi idéntico al color de sus ojos y lo acompañaba con unas botas negras junto a una chaqueta del mismo color. Su cabello dorado combinaba con sus aretes largos y brillantes. Ella es simplemente hermosa, aunque un tanto loca, podría escucharse raro viniendo de mí. Es irónico que haya tenido estas prendas en mi armario, no las usaba. Yo opté por lo primero que vi, Black jeans, tenis negro con blanco y una camisa azul. Dejé mi cabello suelto esta vez y esperé a que Andrea hiciera magia con algunas brochas, highlight y brillo labial.
Una vez listas, fuimos en dirección a la universidad, en mi carro, se había encargado de traer mis pertenencias junto al precio de la ventana que rompí. Mi mente me decía que este viernes sería intenso y eso no me deleitaba nada. Fue un viaje bastante tranquilo, agradecía el hecho de que Andrea no hacía preguntas, por como era ella.
Le pedí el favor de que estacionara el carro y le dije que tenía una cita con Rubén, de cierta manera no era mentira, solo que él no sabía que tenía una cita. Solamente tenía que dar con él. Lo busqué por todas partes; el patio, los baños, la cafetería, los salones. No parecía que lo iba a encontrar, hasta que él me encontró a mí.
—Hola, preciosa—escuché su voz tras de mí y volteé de inmediato para verlo.
—Rubén—suspiré.
—No te has comunicado conmigo—Parecía estar relajado—, ¿por qué?
—Lo estoy haciendo ahora—respondí—¿Te apetece un café?
—¿A qué se debe tu amabilidad?—interrogó, esta vez, con más seriedad.
—Es que—no pensé en nada más que la verdad—, me urgen respuestas.
—Es peligroso—aclaró—. Te costará.
En frente de la facultad había una cafetería, por lo tanto fui allí y él me siguió. No confiaba en él, le temía. Sin embargo accedió a responder algunas preguntas y lo necesitaba de veras, sino, no sabría qué sería de mí. Nos sentamos en una mesa para dos y el camarero llegó a pedirnos nuestra orden, yo solamente pedí un café al gusto del joven, era lo menos que me importaba. Pero Rubén si se detuvo a pedir un postre y un café americano.
—¿Qué está pasando conmigo, Rubén?—pregunté, casi desesperada.
—¿Por qué te interesa tanto?
No podía estar hablando en serio. Estaba cuestionándome si había hecho bien en hablarle.
—¿No te es obvio que no quiero seguir lastimando personas?—respondí, con la poca paciencia que me quedaba—Esto no es normal.
—Por supuesto que no es normal—aclaró, muy seguro de sí mismo.
—Ayúdame—supliqué.
—Si te ayudo, perjudicaré a mi familia—se inclinó hacia la mesa y susurró—, lo único que puedo decirte es que busques la manera de separarte de ella.
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Asesina: El secreto de Lysa
Mystery / Thriller¿Qué haría si su «conciencia» le diera órdenes para asesinar con el pretexto de que está haciendo justicia?, ¿caería en la tentación, o intentaría no ser manipulado/a? Lysa es una joven venezolana-canadiense de veintiún años de edad que tenía una...