Capítulo 2: El número que ha marcado...

129 17 6
                                    


La joven corría sin mirar atrás, resentida, pensando en que nunca jamás volvería a ser amiga de la "Hipócrita" de su ex amiga y dolida porque su amor platónico no la defendió. ¿A quién se le ocurre irse sola a las 11 de la noche para su casa en plena Altamira? A Lucie y a nadie más, aunque no eran muchas las opciones. A pesar de su mal acto, no podía obviar el porqué lo hizo. Entonces, tras cien metros de correr, se cansó, aunque en lo más profundo de su alma, quería llegar a casa y desahogarse con sus padres, su cuerpo no le ayudaba mucho; no, no le ayudaba en nada. Se cansó de correr y se detuvo a tomar un respiro y pensar mejor las cosas, cuando de pronto, ve una silueta de lejos. Está claro que había cientos de carros dando idas y vueltas por la ciudad, pero en la noche; a esa hora no es muy frecuente ver a personas caminando, por dicha razón le pareció muy raro a la chica. A medida de que la silueta se acercaba más, su corazón latía más rápido, más fuerte, un sentimiento que ella no solía tener, «miedo» sí, sentía miedo. Cuando por fin la silueta estaba a unos cuantos metros de ella, se dio cuenta de que era un hombre, un joven adulto.

El hombre se acercó a ella en pasos lentos y largos y le dijo con una voz grave y seca:

— ¿Qué hace una preciosa como tú caminando a estas horas por la calle?— A pesar de que Lucie estaba asustada, no quiso demostrarle pavor alguno al personaje que tenía enfrente. Por eso tuvo una respuesta bastante peculiar.

—Tú andas vagando por las calles y yo igual así que no veo a qué se debe tu pregunta—Parecía audaz al contestarle de tal manera a un extraño, pero en la mirada se veía su temor, sus ojos se estremecían al igual que sus brazos y piernas.

— ¡Qué valiente!—exclamó uniendo sus palmas 5 veces consecutivas—.  Así me gustan las mujeres.

—Mmm—dijo la chica apartándose de él para seguir con su camino—, pero así no me gustan los homb...—Fue interrumpida.

—¿A dónde crees que vas chiquita?—preguntó sujetándola del codo.

—Eso no es de tu incumbencia, suéltame o me pongo a gritar como loca—inquirió la chica sin autoridad vocal.

—Antes de soltarte me vas a dar lo que yo quiero—dijo—, y sabes muy bien lo que quiero así que si te portas bien, todo saldrá—sonrió—bien.

Cuando la rubia se percató de la referencia del joven, quedó paralizada, literal. No dijo ni una sola palabra, solamente veía como la arrastraban por minutos a un carro. Ella intentó gritar, pero nada salía de sus cuerdas vocales, intentó moverse pero su sistema nervioso central no respondía. Su cerebro no podía transmitir información, ella estaba básicamente inútil. Las lágrimas salían en abundancia de sus ojos, su respiración no era fina, sentir esa humedad en su cuerpo y no poder hacer nada, sentir como le penetraban, un inmenso dolor, dolor que en su vida jamás había experimentado y tampoco quería que esta fuese la manera de hacerlo, entonces simplemente se quedó ahí viendo la escena sin hacer nada. Todo acto era en vano porque su cuerpo no correspondía sus órdenes. Así fue como le quitaron la virginidad a una chica que ya estaba llena de rencores; inseguridades, miedos, dudas y odio. Una vez que él consiguió lo que quería, la golpeó como si violarla no fuese suficiente, era un estúpido sádico. La dejó inconsciente, la sacó de su auto, la tiró por la carretera y se fue.

Y así permaneció Lucie por unas cuantas horas hasta que despertó encontrándose en una carretera, sucia, dolida (literal), abría y cerraba los ojos de par en par. Solamente se puso a imaginar, a recordar la manera en la que un total extraño la violaba y ella sin poder hacer nada. Se paró lentamente y empezó a caminar de nuevo para su casa a contarles a sus padres lo que había pasado.

—Todo es por culpa de Lysa, si no me hubiera echado de su casa...—se decía a si misma.

Cuando por fin llegó a su casa, sin conseguir en el camino a alguien que la socorrara, intentó explicarles todo lo que había pasado y para su sorpresa no obtuvo la reacción que esperaba. Sus padres no le creyeron en absoluto, hasta llegaron a argumentar que ella se había ido con un muchacho y que él la había golpeado así, pero de cualquier manera, ella pensaba que debieron haberla apoyado.

Asesina: El secreto de LysaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora