Capítulo 3: Asesina.

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Esto era tan raro, pero tenía que ir a la universidad así que no me preocupé—Hoy es lunes—me dije.

—Mamá, me voy a bañar y vestir lo más rápido que pueda—dije levantándome de la cama.

—Pero, hija, estás pálida y tú misma me dijiste que te dolía el cuerpo—dijo cruzando los brazos.

Me coloqué enfrente de ella, crucé los brazos y le dije: —Tampoco es razón para faltar a clases, mamá, sabes cómo soy de despistada y si falto un día, tomar las notas va a ser un rollo y no, no, no.

—¡Ay! sí eres terca.

—Tuve a la mejor profesora—sonreí— , mejor anda a prepararme el desayuno.

— ¿Tu sirvienta?—preguntó alzando una ceja.

—No mami, pero sí mi mami — Me acerqué a ella con mis manos para pellizcarle la cara—. ¡Oh! qué cuchi.

—Ay, hija ¡ya! , alístate, estaré en la cocina.

—Te amo— grité mientras ella salía de la habitación.

Lo esencial era que me apareciera linda para Jheff, pero ni tan linda, después de todo se trataba de mi novio y lo quería; supongo. Es el único que había tenido, llevábamos cinco años juntos, los únicos años que recordaba de mi vida. Era mejor que me bañara rápido porque quería llegar realmente a la universidad, así que me bañé, vestí, desayuné lo más rápido posible y me dirigí a la universidad ; en mi carro.

(...)

Cuando llegué a la facultad de medicina de la UCV (Universidad Central de Venezuela), me conseguí a Andrea con su audífonos en plena entrada, fui a saludarla, además tenía que explicarme cómo me emborraché ayer.

—Hola, Andrea—saludé dándole un beso en la mejilla. Ella es mi mejor amiga, es un tanto diferente a mí pero nos llevamos súper desde que la conocí, siempre ha estado para mí y yo para ella. Es de la misma altura que yo; 1 metro 70, es rubia, me encanta su pelo, es tan dorado, la amo mucho —, tienes que decirme todo lo que pasó ayer—dije con entusiasmo.

—¿Se te olvidó nena?, ¿tan borracha estabas?, ¿estás segura de que no recuerdas nada?—dijo con asombro.

—Pendeja, entonces deja de hacer preguntas bárbaras y cuéntame—ella se sentó en un banco y yo le seguí el acto.

—Está bien, ayer fuimos desde las 4 pm a la fiesta que se estaba haciendo en un bar que estaba en la hoyada para celebrar el cumpleaños de Jheff. Fuimos con su hermana—dijo—, ay eso ya lo saaabes— dijo enfatizando la sílaba "sa"—, mejor te cuento lo épico— siguió con ganas de contar el chisme—. Hay tres cosas claves, nena, que te definieron la noche de ayer—la miré confundida, hablaba como una borracha—, no me mires así...esas tres cosas son: Sexo, alcohol y marihuana.

— Ma...ma ¿Mari qué? ¿Sexo?— «Por Dios» no entendía nada.

—Sí, marihuana, estabas tan borracha, que luego de que fueras a la habitacioncita con Jhefff qu...—la interrumpí, tapando su boca con mi mano izquierda—¿Qué? Deja que te cuente el chisme mujer.

—¿Cómo que habitacioncita con Jheff?

Eso ya no se me estaba haciendo gracioso —¿cómo es que realmente no podía recordar nada de lo que había pasado ayer?— pensé.

—Sí, Lysa, deja de interrumpirme— dijo mirándome con flojera—. Yo te pregunté adonde ibas y tú estabas de lo más relajada, Jheff y tú estaban tomados de la mano, supe suponer una sola cosa—Me miró fijamente a los ojos y subió los hombros—, que iban a tener sexo—dijo volviendo a bajarlos—. Luego regresaste sin Jheff, no sé por qué, te sentaste y vi que estabas fumando, eso me parecía raro, es que ni yo pues, estabas como decepcionada o hipnotizada es que no parecías ser tú, linda, por eso te quité tu caramelo y lo boté. Chama, estoy segura de que esto pudo haber llegado a la policía, pero fue divertido.

Asesina: El secreto de LysaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora