Capítulo 5: No estoy poseída.

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Mientras conducía, pensaba en todo lo que me había sucedido en tan poco tiempo. Yo nunca quise lastimar a Jheff, pero no podía detenerme, no lograba mantener el control de mí misma. Se suponía que el remordimiento tenía que ganarme y que yo hiciera lo correcto, pero no lo hice. Al final y al cabo, le hice caso a mi supuesta conciencia; aunque en el fondo sabía que no era lo correcto, pero creo que el hecho de no implica el qué. Fingir que nada había pasado, de hecho es muy fácil decirlo, solamente que no sabía qué tan complejo sería hacerlo. Intenté analizar y procesar todo lo que había vivido en los últimos días, pero, seguía habiendo algo raro; es decir, salí de lo natural a algo paranormal, sí bien asesinar a una persona es común y corriente, porque todos los días lo hacen, con sangre fría, ver como se le va la vida poco a poco a un ser humano, para muchos es un gozo, pero devorar a una persona, y que haya desaparecido sus restos, eso no es ni común ni corriente. Miraba constantemente el espejo retrovisor, porque se me hacía que veía a una muchacha siguiéndome, pero solo era una alucinación.

(...)

Llegué a la universidad toda exasperada, cansada, y atormentada. No sabía cómo fingir que nada había pasado. Cuando localicé a Andrea me di cuenta de que ella tampoco estaba bien, porque yo soy su mejor amiga y eso es de notarse. No estaba en condiciones de preguntarle nada pero es mi mejor amiga, la adoro y me preocupé ¿Será algo cínico, verdad? Lo sé. Pero de todas maneras lo hice.

—Hola, Andrea— suspiré —. Te noto mal ¿Estás bien?

—Dime tú si estás bien— dijo obviando mi pregunta—. Estabas mal en la comisaría, y al final no denunciaste a nadie.

Recuerda, actúa normal, no fue tu culpa, no le digas nada— dijo mi conciencia.

—Eh, yo estaba borracha, lo recordé mejor y me di cuenta de que yo lo provoqué, él no me violó— dije intentado que se creyera esa farsa.

—Sí tú lo dices— dijo. Luego su cara tornó de preocupación a la tristeza que veía en sus ojos.

—¿Andrea, qué te pasa?— pregunté aún desconcertada.

—Es que Ángel me está engañando— dijo desahogando su pena.

—¿Tu novio te está engañando? ¿Con quién?— pregunté.

—Con Tatiana. La que estudia contaduría y camina como rana.

—¿Es en serio? Amiga lo siento tanto— dije acercándome para darle un abrazo, ambas lo estábamos necesitando.

Sentí que se me había bajado algo, y recordé que estaba en las fechas de estar en mis días, y suele darme un enorme dolor de vientre.

—Espérame tantito, voy al baño— dije dirigiéndome hacia allá, corriendo.

Una vez que estuve allí, entré a uno de los cuartos que contienen los inodoros, me encerré, ni siquiera sabía si en mi mochila habían toallas, pero cuando bajé mis cacheteros, no había rastro de sangre, y realmente sentí que se me había bajado. Cuando salí del baño, todo a mi alrededor se estaba dando vueltas, o al menos eso era lo que yo veía. Sentí como si se me fuera a explotar la cabeza, no podía tocarme ya que mis manos ardían.

—Así que Ángel engaña a tu amiga— dijo mi conciencia, su voz hacía eco en mis oídos, mi cerebro estaba sobrecargado, no quería escuchar. Salí inmediatamente del cuarto del inodoro. Lo menos que quería era volverme loca, otra vez, pero mis insinuaciones sobre el porqué mi conciencia me ha vuelto a hablar lo dejaba todo esclarecido.

Él la engañó, eso no tiene perdón— Su escalofriante voz me asustaba y ya estaba empezando a sollozar— perdón, perdón, perdón—. El repetir esa palabra tantas veces me exasperaba y ya quería que parara.

Asesina: El secreto de LysaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora