Capítulo 4. ( Parte Dos )

3.3K 388 216
                                    

El corazón humano oculta tesoros,
Guardados en secreto, sellados en silencio;
Las ideas, las esperanzas, los sueños, los placeres, cuyo encanto se rompe si revelados.

Charlotte Brontë, Solaz Vespertino

.

.

.

.

.

.

.

Se sentaron tranquilos en el sofá después del atracón del demonio a su nevera. Él sabía que comer era de humanos y que difícilmente se le otorgaba a los íncubos, al parecer Lucifer le había dado acceso a un nivel de vida con más calidad en el mundo de los humanos.

Yuta lo que nunca esperaría es dormir, eso no se otorgaba, no.

Era cuando eras tan débil como un mundano. Tus alas empezaban a ser claras de un tono muerto, marchito. Tus plumas caían en demasía, significaba que habías cometido un pecado igualitario a demonios y seres de luz : amar.

Hace algún tiempo, tiempo del que tenía nublosos recuerdos, sus alas estaban muy débiles y se sentía cansado siempre, pero había vuelto a la normalidad después de años.

El amor eran tan de seres vulnerables y vulgares que te volvían mortal, te encadenabas con esa persona para el fin de tus días. Era una putada a la opinión popular de estas criaturas.

Pero Taeil sí que estaba jodido.

Él era un arcángel guardián con unas alas grises como un mar encabritado. Eran pocas las plumas que residían, las membranas salían a la luz, estaba en un estado lamentable por estar enamorado de SiCheng hasta la médula. Fue en su primer año siendo mejor amigo de este que quedó prendado con él. No podía imaginarse una vida sin cuidarle, era su todo.

Esa era la razón principal por la que seguía sin subir al cielo, inmediatamente si desplegaba sus alas en el lugar se convertía en un ángel caído, un renegado. Inmortal y latente en la tierra, eso sí que era una putada. Veías a tus seres queridos marcharse y tú aun vivo, con la misma apariencia de una persona de veinte años.

Yuta sentía que estaba demasiado vinculado con su víctima ya que, SiCheng parecía hipnotizarle a él.

Y eso no era nada bueno.

Un íncubo que dudaba era una señal clara de que el plan seguía su curso.

.

.

.

.

Sin darse cuenta la película ya había terminado y en su hombro lloraba desconsoladamente SiCheng por el final.

— Si-siempre estarán juntos... aunque... ¡Ah lo mató ese ladrón, qué desgracia! El seguía queriéndol. - Sentenció el rubio tomando un puñado de pañuelos para limpiar sus lágrimas y sonar sus mocos como una adolescente destrozada - ... ¡yo quiero un amor así!

Yuta nunca entendería las facetas y magnitudes que tienen las películas románticas para hacer llorar a su público.

Era una tontería.

Involuntariamente acercó lento y paciente sus manos al rostro del chino para consolarl...

Para consolarle... ¡¿Para consolarle?!

Íncubo [ Yuwin ] ; Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora