Interludio - Extra.

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¿Por qué el amor que nace de tan débiles principios, impera luego con tanta tiranía?

William Shakespeare


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¿Decepcionados por no saber nada del por qué Yuta no ha asesinado a tal víctima?

¿Cansado de extras o spin-offs con finales felices qué te cuentan cosas de la trama?

Tranquilo.

Queridos lectores, romperé hoy la cuarta pared para preguntarles algo, ¿tienen imaginación?

Por supuesto que sí, qué estúpido soy.

Claro que, cada humano tiene la suya, independientemente de como sea, pero todos tenemos limitaciones señoras y señores.

¿Cuál es la vuestra?

Haced un debate en vuestra mente y luego intentad ampliadlo, ¿de acuerdo?

Y sí tenéis un amplio conocimiento imaginativo, llegad a imaginar la belleza de una persona.

Un humano, que hizo que el jodido Lucifer se postre a sus pies, que el señor del inframundo besase el suelo donde pisase.

Una de las miles de cosas que a Lucifer le pueden llegar a interesar; quiero decir, cosas pertenecientes a la tierra y bonitas en lo que cabe, sería una piel blanca, dulce y delicada, como la de una muñeca fabricada a partir de la porcelana que cualquier ser vivo quisiera probar.

Ésta persona tan especial tiene su historia con el diablo, y yo vengo a contarla en este capítulo que tiene que ver y no con nuestra historia. Si queréis saber la inmundicias e injusticias de los ángeles que se dan en la novela, tomad asiento y dejad la mente en blanco, porque vais a disfrutarla sin duda alguna.

La perdición del demonio más grande jamás conocida estaba en Tailandia, allá por 1953, fue uno de los días donde iba a se entretenerse entrando a locales de alterne, admirando a chicas bailando semidesnudas con lujuria y tomando habitaciones para calmar su lascivia y los deseos carnales, algo básico.

Estaba harto de las prostitutas en realidad. Llevaba siglos follando con mujeres que le hacían solo tener un mínimo orgasmo, algo mísero para un gran príncipe infernal en su opinión.

Esta vez quería algo nuevo, no aquellas humanas de coño reventado y precio fácil; quería algo más sencillo, primitivo, ardiente, sin amor. Recordó que el burdel que frecuentaban, por igual, hombres y mujeres jóvenes ejercían la prostitución allí.

En un abrir y cerrar de ojos se encontraba allí parado, con una chaqueta negra larga aislante del frío o para parecer normal entre los transeúntes, peino su cabello blanco como la nieve mientras observaba la entrada del local.

City127 podía leerse, alumbrado con luces del neón rosa destrozando las pupilas sensibles de los ebrios al mirarlo.

Con paso firme ingresó, detrás de una cortina que se encontraba a la entrada había una habitación amplia, como el comedor de su mansión. Al pasar al costado izquierdo se veía una barra, con una camarera de voluminosos pechos sirviendo a varios clientes alcohol barato. Más trabajadoras sirviendo en ropa sensual para alegrar la vista a los señores y pocas señoras se distinguían también. El burdel contaba además con múltiples sofás de rojo vino a juego con las paredes. La luz tenue que cambiaba de rosa a verde botella con azules entre medios daba un ambiente casual y erótico, propio de un prostíbulo.

Íncubo [ Yuwin ] ; Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora