· C A T O R C E ·

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Me desperté sobresaltado, alrededor de medianoche.

Y maldije.

Maldije porque volvía a estar en el cuarto de Youra y, por consiguiente, en su cuerpo.

Malo, esto era malo. 

Agarré el teléfono y la llamé, pero estaba apagado. Mierda. 

Me vestí rápidamente, apurado y cogiendo lo esencial. Era Youra, no sabría qué hacer. Aspiré hondo y me decidí:

No podía dejarla allí, no por mucho tiempo. 

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-¿¡Youra!? - gritaba desesperadamente-. ¡Youra!

-¡Estoy aquí! - me respondió - ¡Aquí, Kim!

Me acerqué a ella lo más rápido posible, siguiendo el sonido de su voz en la dirección de la que provenía.

-¿Se puede saber por qué demonios estabas durmiendo en un parque? - me preguntó una vez llegué hasta ella-.

Eran altas horas de la madrugada, ya nadie vagaba por las calles. 

Nos encontrábamos en un pequeño y semi-abandonado parque al que solía acudir de vez en cuando, aquellas veces que necesitaba estar solo.

-Perdona, no sabía que íbamos a... 

-Dios, me duele todo - dijo con cara de angustia-. ¿En qué líos te has metido?

En ese momento me sentí muy avergonzado y, de una forma u otra, agradecido de que Youra no pudiese verse a sí misma, a mi cuerpo. Mi cara estaba llena de cardenales: en el ojo, en la mandíbula, en el pómulo... Todavía conservaba un hilo de sangre seca  que bajaba desde mi nariz.

- Youra - tragué saliva - siéntate. 

Ambos nos acomodamos, Youra con mi ayuda, encima del frío césped colmado de gotas de rocío. Aquel lugar se encontraba a la orilla del río Han, pero nunca había nadie, y por eso me gustaba. Era como un espacio de retiro para mí y mi mente cuando necesitaba escapar un poco de la realidad, era como un lugar apartado de este mundo y al mismo tiempo dentro de él.

- Youra... - la voz comenzó a temblarme-. Lo siento tanto...

- A ver, al principio me asusté un poco por despertarme en un parque, pero...

-Youra - le corté-. Mírate - le dije mientras le mostraba la pantalla del teléfono con la cámara interior puesta, para que pudiese observarse. Observarme-.

-¡Dios, Tae! ¿Pero qué...?

-Siento que tú también te veas afectada por estas cosas... Yo - volví a tragar saliva e intenté retener el máximo tiempo posible las pequeñas gotas de agua que luchaban por salir de mis ojos-. 

-Tae, ¿qué ha pasado? - me preguntó-.

Yo negué con la cabeza, incapaz de articular palabra alguna. 

No es que no quisiera, es que no podía. No me veía capaz de contarle aquello a Youra, no a ella. Ella era una señorita que había conocido pocas desgracias en su vida, y una como esta la alarmaría demasiado.

Estaba bien, todo estaba bien si callaba. 

Las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas. Agaché la cabeza en un intento de que Youra no se percatase, pero fue inútil. Me sentía tan expuesto y avergonzado... No era la imagen que quería que Youra viese de mí. 

No era aquella parte de mi vida la que quería mostrarle.

- Mis padres quieren casarme - dijo, de la nada-.

-¿Q-qué? - pude decir con dificultad-.

-Mis padres quieren casarme - me repitió. Ella dirigía su mirada sobre el río Han y sobre el horizonte de Seúl, evitando mis ojos-. Ya lo tienen todo planeado. Me han dicho la carrera que debo que estudiar, los campeonatos que tengo que ganar, lo que debo pesar, los hobbies que debo aprender y... El chico con quien me tengo que casar.

Me quedé atónito. Por supuesto que sabía la relación que tenía Youra con sus padres, pues había estado en su piel, pero jamás me imaginé algo así.

- Se llama Park Jimin - continuó, sin mirarme-, es el hijo de un empresario amigo de mi padre. Tengo diecisiete años, Taehyung. Diecisiete años... Y ya estoy prometida. No va haber momento de mi vida que no haya estado planeado con anterioridad - rió con amargura-. Seguro que hay un número definido de los hijos que debo tener.

-Youra, yo... No sabía eso - no supe qué más decir-.

-No hace falta que digas nada - suspiró-. Aunque lo hagas no creo que nada cambie.

Un silencio incómodo inundó la atmósfera. Aquella confesión me había cogido con la guardia baja y, sinceramente, con tanta información de sopetón, no sabía bien qué pensar. Imité a Youra, y perdí mi mirada en el reflejo de las luces sobre las oscuras aguas de Han. 

Entonces me armé de valor.

-Mi madre murió cuando mi hermana y yo todavía éramos muy pequeños... - supe que Youra ahora me miraba-. De una enfermedad, una especie de cáncer, creo. No lo sé bien, era muy pequeño como para comprender aquellas cosas... Mi padre... -suspiré-. Mi padre es un canalla alcohólico y... Bueno, el estado me arrebató a Hyemin por su culpa. Ahora ella vive en una casa de acogida con más niños como ella. Tampoco es que me queje, por lo menos allí está a salvo de él, pero... 

Cerré los ojos con fuerza un par de segundos. Necesitaba calma, necesitaba respirar hondo para mostrar lo que le iba a enseñar a Youra.

-Esto - dije rozando el pómulo inflamado de Youra-, esto - el antebrazo con arañazos-, y esto... - le subí delicadamente la camiseta para descubrir el abdomen totalmente violeta, azul y verde. Una constelación de cardenales decoraban el costado derecho, y estaba seguro de que tenía alguna costilla rota-. Todo esto...

-¿Lo ha hecho tú padre? - me ayudó a decir ella. Asentí-. Dios, Tae...

-Por eso no quiero que pises mi casa, por eso siempre te pido que te vayas con Jungkook, por eso... Yo... Yo... - comenzaron brotarme de nuevo las lágrimas-. Lo último que quiero es que también te haga daño a ti.

En ese momento sentí como Youra, con toda la dificultad y dolor del mundo, me rodeaba con los brazos y apoyaba su mentón sobre mi cabeza, consolándome.

Nunca lo sabré con certeza, porque en aquel momento no podía verlo, pero ella también lloraba.

Midnight in Seoul · KTH · |+18| · #1 Sorcery SagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora