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Damián llega al apartamento y se sorprende al escuchar la voz de Lucas. La última semana el chico ha estado ausente, literalmente, solo sabía que vivía ahí por los platos sucios del fregaderos y las arrugas en las mantas sobre el sofá. Damián siente que el corazón le da un vuelco cuando lo ve sentado en el sofá con el teléfono en un oído y los ojos fijos en el cielo apenas estrellado.

Quiere acercarse despacio, acariciarlo y susurrarle que no huya más de él, que él desea protegerlo, no asustarlo. Sin embargo se queda inmóvil en el umbral de la puerta, su cuerpo indeciso, temeroso de hacer un movimiento en falso y que Lucas se escabulla y no vuelva a verlo en una semana más. Sin quererlo, escucha la conversación que está teniendo.

—Claro, él es el mejor compañero de habitación del mundo, me divierto mucho aquí. Ahora mismo acaba de ayudarme con los deberes, es muy amable conmigo. —Lucas ríe y Damián no es capaz de discernir un solo ápice de felicidad en ese sonido. Cierra la puerta sin hacer ruido y lentamente anda hacia él. —Sí, él es un genial amigo, es un buen alfa, me trata bien. Yo también me alegro. —el tono del omega suena de pronto apagado, un leve temblor posee su mano entonces sorbe con la nariz. —Claro, papá, claro que... —una pequeña pausa, un pinchazo horrible en el pecho; después, una mentira. —... soy feliz.

Lucas se despide abruptamente, apenas inteligible. Cuando apaga el teléfono lo lanza a un lado y se abraza a su almohada con fuerza.

—¡Los alfas son imbéciles! —grita contra esta, le objeto amortigua la voz, pero el impacto de esta duele igual en Damián.

El alfa se sienta en la cama y observa el cuerpo de Lucas tendido bocarriba con una almohada cubriendo el rostro. Quiere tocarlo, pero se contiene, al menos hasta que el menor resopla quitando el objeto de su cara y Damián contempla en primera fila las lágrimas en sus ojos. Están rojos y su nariz congestionada, como si llevase horas lamentándose.

—¿Qué mierda quieres? —pregunta el chico al ver a Damián; se enjuga las lágrimas con el dorso de la mano, pero su rostro luce igual de taciturno y alicaído.

Damián sabe que posiblemente Lucas vaya a odiarle por eso, pero extiende sus brazos e ignora los berridos del chico mientras lo prensa contra su cuerpo en un cálido abrazo.

—¡Suéltame, pedazo de mierda! —chilla resistiéndose, pero Damián le rodea el torso y os brazos, dejándole inmóvil contra su figura. —¡Te voy a apuñalar mientras duermes como no pares! —amenaza, moviéndose con desespero entre los grandes músculos que lo tienen preso.

Damián lo rodea ahora con un solo brazo, consciente de que a Lucas le escasean las fuerzas y de que él no necesita demasiadas para retenerlo. Con la mano libre acaricia gentilmente su cabeza y no puede resistirse a hundir su nariz en el cabello del chico. Un aroma dulce y afrutado lo golpea, haciéndole sentir en el lugar correcto.

Omega ladrador, poco mordedor [Omegaverse AU!] {Yaoi} (EN AMAZON) #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora