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Esteban traga saliva, sus ojos viajan nerviosamente entre los ojos oscuros de Marcel, el pomo de la puerta y la hebilla bruñida de su cinturón, sobretodo se fijan en la hebilla cuando el hombre baja las manos a ella y la hace sonar mientras se abre el cinturón. Oh Dios, oh Dios, oh Dios... El pequeño beta se queda estático en la cama, arrugando las mantas en sus puños cerrados y con la vista fija en la entrepierna del más grande, quien no deja de mirarle ni un segundo, analizando todas sus reacciones. Abre la boca tratando de decir algo cuando el cinturón queda suelto, ya apenas rodando sus caderas, pero de repente su garganta se siente seca y no sale ningún sonido de ella.
Debería irse, ponerse en pie, apartar al beta y asegurarse de no llegar tarde a clase, pero algo le hace quedarse en la cama, seguir mirando y preguntarse qué viene después. Dicen que la curiosidad mató al gato, Esteban solo espera que el gato no fuese un beta.
Marcel sigue mirándolo, observando con deleite el estremecimiento en el cuerpo del otro cuando la piel negra del cinturón se desliza contra el tejido de los pantalones, saliendo de ellas. El sumiso chico traga saliva al ser que Marcel mantiene el cinturón en su mano. Yo solo toco a las personas por dos motivos, el cariño y... El beta mira al muchachito encogiéndose sobre la cama, mira sus ojos llenos de miedo pero incapaces de apartarse del cinturón o del vuelto de su entrepierna; sabe lo mucho que lo desea y o mucho que le asusta su deseo. Marcel se enternece, él solo tiene que aprender a disfrutar de ser él mismo y Marcel sabe la mejor forma de hacer que alguien aprenda. ...Y la mano dura.
—Es tu oportunidad de huir, Esteban, si no la aprovechas yo me aprovecharé de las cosas.
El lobo más pequeño siente toda su piel hormiguear por esa voz, despertar cada una de sus fibras nerviosas y hacer temblar hasta los huesos. Una explosión de adrenalina llena su cuerpo y de pronto se siente reactiva y lleno de energía, la suficiente para escapar, como bien ha dicho Marcel. El chico se levanta, corre sobre la cama y baja justo al lado del beta, estirando el brazo para dar con el pomo de la puerta y, con él, su libertad. Pero nunca llega a tocarlo, ve sus dedos acercarse y cuando quedan solo milímetros, una mano rodea su cuello con fuerza y sale volando hacia atrás, acabando de nuevo tumbado en la cama.
Antes de que pueda levantarse y librarse del mareo que le ha sobrevenido, el enorme y fuerte beta ya está encima suyo a horcajadas. Manotea inútilmente en el aire, sin saber siquiera qué está golpeando. En un segundo sus muñecas están contenidas en las manos del hombre, una de ellas junto al cinturón, y la cara seria y ecuánime de Marcel lo mira desde arriba, con los ojos tan fríos como los cristales de sus gafas. Deja de luchar de repente, aterrorizado por esa expresión cruel y sádica. Su cuerpo tiembla, siente deseos de obedecer y pronto su entrepierna despierta, avergonzándolo. Mira horrorizado hacia abajo, pero antes de poder comprobar si es o no notoria su erección, el otro aprovecha que está confuso para volearlo y aplastar su rostro contra el colchón. Las manos vuelven a estar presas de nuevo y lucha más fuerte, gruñéndole al que parece un alfa.
—¡Suéltame! —chilla, forcejeando. Es tan humillante que decide que en cuanto pueda va a romperle la cara al tipo de un golpe y de paso las lentes también. Su rabia se trasforma en ansiedad cuando la calidez de la piel abandona sus muñecas, pero estas siguen presas tras su espalda. Se voltea lleno de miedo, comprobando que esa aspereza que ahora lo aprisiona es el cinturón. Con las manos atadas con él, sabe que no podrá liberarse por mucho que trate de hacerlo. —¿Q-Qué pretendes hacerme? —pregunta, su voz ahora más tranquila y su cuerpo inmóvil.
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Omega ladrador, poco mordedor [Omegaverse AU!] {Yaoi} (EN AMAZON) #PGP2022
RomanceLucas es un omega muy extraño por dos cosas. La primera es que irá a la universidad, lugar donde solo los alfas suelen acceder. La segunda es que odia a los alfas y tiene el valor suficiente para declararlo a gritos el primer día de clase. Damián...