Sus labios se volvieron en una fina línea y con sus manos apretó las sábanas blancas. Sentía como si le echaran ácido y este le quemara los huesos. Dejó escapar un pequeño gemido, lo estaba haciendo sufrir. La noche era fría como su alma, las estrellas había desaparecido por culpa de las nubes cargadas de agua y, era una pésima idea de que ella se fuera sola a casa, más cuando los depredadores salen a estas horas.
Fue algo complicado convencerla, pero al final ella terminó accediendo. El tacto de ella le resultaba familiar y estando a su lado se sentía en casa, seguro y sin miedo alguno. Las sonrisas que le dedicaba cada vez que colocaba un poco del medicamento le hacían olvidar el dolor y todo lo que ha venido pasando. La vio de reojo cuando se levantó de la cama para caminar al baño y botar todo lo que había usado, nuevamente se sentó en la punta de la cama.
-si no le haces curación se te seguirá infectando- comentó ella colocando un mechón detrás de su oreja.
-entonces te iré a buscar cada vez que necesite curación- río junto a ella y la miró detenidamente. -gracias- bajó su cabeza, estaba siendo sincero.
-jimin sólo me había comentado que estabas en el hospital, no sabía que te habían dado de alta- caminó alrededor de la cama para hacerse al lado de él. -hablando de él, se le ve muy deprimido.
-¿tú crees?- volteó a verla para preguntarle.
-no creo, está deprimido, tuve una pequeña charla con él y me comentó que estaba realmente confundido, pero el tema principal fue una pequeña pelea que tuvo con un amigo, seguramente debe ser el chico que va a verlo algunas tardes.
-sí, la culpa la debe tener aquel chico- susurró manteniendo la vista en sus manos. Un pequeño pinchazo sintió en su corazón, pero recordó las palabras de aquella mujer, estar a su lado es letal.
-ha cambiado, ¿sabes?- habló muy cerca de su rostro. -cuando lo conocí era una persona bastante alegre, se había enamorado de alguien, de mí- sus mejillas se tornaron rojas.
-yo también me enamoraría de ti, eres muy linda- tocó su pierna y la acarició lentamente.
-él tiene la idea de que yo no sé nada, pero, ya sabes, las mujeres tenemos ese sexto sentido- le dio un codazo en su estómago y se maldijo cuando este gimió del dolor.
-no dolió tanto- comentó. -¿puedo hacerte una pregunta?
-adelante- se giró para verlo mejor y esperar a su pregunta.
-¿te gusta jimin?- jugó con los dedos de su mano y preguntó rápidamente, porque esa pregunta lo estaba matando y quería saber la verdad.
-quizá- confesó. -es una persona muy amable, tuve la oportunidad de sentirlo tan entregado a mí, aunque fue hace mucho, pero, la manera en la cual me trata, la atención que me da, hace que no lo vea como un amigo, como un hermano.
Jungkook no quiso hablar más. Con dificultad, se levantó de la cama y empezó a recoger algunas cosas, abrió su closet y de él sacó lo necesario para irse. Rosie, quien aún estaba en la cama, lo miraba con el ceño fruncido. Salió de la habitación para ir a la de su madre, la ropa que había sacado la puso sobre la cama y volvió a donde estaba ella. Vio como tomaba su bolso lista para irse.
-dormirás en mi habitación, yo dormiré con mamá- pero la chica no se había percatado de que no se encontraban solos, sintiéndose mal por no haber saludado a la señora.
-¿a tu madre no le molestará que una extraña duerma en tu cama?- le preguntó un poco apenada.
-mamá ya anda dormida- se acercó a su mesita de noche para sacar las tijeras que compró por sus cumpleaños. -así que puedes usar esta habitación a tu antojo.
-gracias, Jungkook- se acercó hasta su mejilla para dejar un beso allí.
Estando en la habitación de su madre se echó a llorar, últimamente se le hacía fácil y normal llorar cuando quisiera. El sentimiento de soledad permanecía en él pese a que tuviera a una mujer en su casa, la primera mujer que dormía en su cama. Todo lo que hacía estaba mal. De su pantalón sacó la carta de su padre y la leyó por tercera vez en el día. De alguna manera, leerla lo hacía sentirse menos miserable. Cuando terminó de leerla quiso ver un poco más la habitación de su madre, así que husmearía un poco.
Ropa, zapatos, y algunos perfumes era todo lo que podía encontrar. Decidió no botar nada de ella, sus pertenecías eran como oro, valían. Se tiró en la cama, cerró los ojos y dejó que sus lágrimas siguieran cayendo por sus mejillas hasta bajar a su cuello. La puerta se abrió lentamente dejando ver la figura de una mujer, puso todo su peso en los codos y observó a la mujer, lucia asustada, con tristeza y a la misma vez felicidad. A paso lento se acercó a Jungkook y tomó asiento a su lado. El mismo cálido, tibio, como el de su madre.
-¿Qué te duele?- preguntó en un susurro mientras que con el dorso de su mano quitaba algunas lágrimas.
-El corazón... me duele el corazón- sonrió amargamente.
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tijeras ©jeon jungkook. [bestofmeawards]
Fanfictionjungkook era un amante a las tijeras y todo lo que veía tenía que ser cortado.