O13.

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Dejó el papel sobre la mesa y llevó sus manos hasta la cabeza, habían pasado tan sólo unas horas y no lograba dormir, sin embargo, aún seguía emocionado por sus cumpleaños, contaba cada segundo. Cuando el reloj marcó las OO:OO supo que ya era su momento, fue hasta la habitación de su madre y sacó de ella la caja que había visto hace unos días, sacando la cinta donde pudo conocer a su padre, teniendo también en su mano la cinta en donde su madre le decía adiós para siempre.

Pudo darse cuenta que su padre era una persona normal, aquellas cosas que decían de él eran mentiras, adoraba su madre tanto como a su hijo que encontró una pequeña carta de él, diciendo lo mucho que le amaba. Las horas fueron pasando y Jungkook se sentía cada vez más preparado, muchos dicen que al llegar las 3:OO de la madrugada pasan muchas cosas, la famosa hora de los muertos, la hora muerta, en donde puedes tener encuentros con seres del más allá, no creía en eso, pero quería comprobar al menos si tenía un rasguño.

Nuevamente volvió con el papel, dejaba en ella una hermosa carta de cómo se sentía sin la compañía de Rose, su madre, a pesar de ser una completa loca poseía un nombre tan delicado, cosa que ella no tenía. Nada extraño pasaba, simplemente podía sentir una brisa fría que le hacía temblar, nada fuera de lo normal. Quiso dormir, pues ya tenía dieciocho años y un cuerpo así merecía descanso.

Cerró sus ojos y pensó en algo de su infancia, la primera vez que fue al colegio, moría de nervios al ver que todos llevaban su uniforme impecable, mientras que él iba con la misma ropa de siempre, sucia y con algunos rotos. De repente, sintió como le tomaron el brazo y un fuerte dolor se plasmo en él cuando fue retorcido, como si estuviesen escurriendo algún tipo de tela para secar, le dolía, pero no podía gritar, no le permitían hacer eso.

Abrió sus ojos y contempló la silueta de su madre, se veía alegre al lado de su padre, adorando como un niño de cabello negro jugaba con un pequeño gato recién nacido, como si fuese el mejor regalo que le hayan dado pero, Jungkook tembló al ver como los señores gritaban y al poco tiempo el gato murió debido a los tratos que le daba el niño, ver como le quitaba la cabeza lentamente le dolió hasta lo más profundo de su ser, pero aún así, la família seguía siendo feliz.

Giró a su derecha y otro acontecimiento pasaba, esta vez, ambos señores admiraban por segunda vez al niño jugar con otro animal, pero en ellos ya no yacía la sonrisa que pudo ver al principio, sus ojos estaban cubiertos por una tela blanca, le estaban haciendo elegir con quién irse, un sonido en la habitación le hizo separarse rápido de ellos, tocaban la puerta.

-¿por qué no te fuiste con alguno de ellos?- preguntó una señora sentada en un columpio. El escenario había cambiado por un jardín de rosas, todo lucia impecable.

-desaparecieron en cuanto tocaste la puerta- respondió observando sus manos, sostenía una rosa.

-te dejaron, ¿verdad?- el pequeño asintió con dolor. -¿por qué no vienes conmigo?

-mis padres no me dejan hablar con extraños- bajó la vista a sus pies y alzó de nuevo su cabeza para verla, sí que era hermosa.

-si aceptas venir conmigo te daré todas las cosas que siempre has querido- bajando lentamente de su columpio se paró frente al pequeño, acariciando su cabello esperando una respuesta final.

-siempre quise que las personas hablaran con la verdad- comentó.

-¿acaso tus padres no lo hacían?- de repente, el escenario blanco, con el montón de rosas se iba acabando, excepto la rosa que sostenía su mano, seguía siendo hermosa y era la única con vida, las demás habían muerto.

-no recuerdo- una lágrima escapó de su ojo, bajando rápidamente por su mejilla. -no recuerdo tener padres.

La señora caminó hacia una puerta color marrón, jungkook quería ir con ella y ver hasta dónde podía llevarlo, pero no confiaba en lo absoluto, mentía, sabía muy bien que estaba mintiendo, aun así, fue y abrió la puerta, viendo como el señor de antes estaba al lado de una mujer, eran sus padres.

-creciste- comentó su compañera con una sonrisa. Había dejado de ser un pequeño.

-¿qué tengo que ver acá?- preguntó algo molestado, viendo como al paso su rosa me moría debido a su actitud tan pesada.

-tu padre se acaba de ir, ¿por qué lo ha hecho?- preguntó extrañada.

-mamá una vez me dijo que papá nos dejó porque era un adicto a las prostitutas.

-¿le has creído?- el niño asintió cabizbajo. ¿para qué son esas tijeras?- preguntó de nuevo.

-las recibí tras un cumpleaños, supongo que me gustaba cortar cosas.

-hace poco me acabas de decir que siempre quisiste que la gente hablara con la verdad, ¿por qué le acabas de creer a tu madre?

-¡deja de ser tan molesta!- gritó cansado de tantas preguntas sin sentido, la empujó y cayó al suelo, haciendo que este se rompiera y cayera a una habitación muy diferente, esta vez, era totalmente negra con sólo una ventana, un punto blanco.

-mira por la ventana- le ordenó y jungkook fue sin decir palabra alguna, a medida que estaba en una habitación diferente su edad cambiaba, ahora era un adolescente, podía verse a sí mismo a través de la ventana con su madre, tenían sexo.

-menuda puta- comentó.

Jungkook no dijo nada, permaneció en silencio, viendo como tenía sexo con su madre, le daba asco, como pudo aguantó las ganas de vomitar y volteó a su izquierda y cuando volvió de nuevo a la ventana su madre ya se encontraba muerta.

-si aceptas estar a mi lado te daré todas las cosas que siempre quisiste- comentó por segunda vez.

-¿se supone que debo creerte?

-debes hacerlo- respondió segura. -esa rosa que sostienes, significa lo pura que anda tu alma, cada vez se muere a medida que creces, observa- y ella tenía razón, un pétalo se había caído y faltaba poco para que empezaran a caer los demás.

-está bien- estiró su mano y aceptó la de ella, escuchando un ruido en la habitación pudo despertar por completo, seguía soñando.

-buenas noches, jungkook- le obligó a abrir su boca y sacó su lengua a la fuerza para ser cortada.

Empapado en sudor se incorporó mejor en su cama, con la respiración alterada miró todo a su alrededor, una enorme pesadilla, sí que fue espantosa. Se levantó y encendió la luz para ir al baño, se miró en el espejo y detrás de él la misma señora de antes le daba besos en su cuello y una bella marca estaba en su pecho, el número dieciocho en romano.

Ahora comprendía, Jungkook hizo un pacto.

tijeras ©jeon jungkook. [bestofmeawards]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora