Erotismo en el aire.

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—¿Quién demonios es ese? —murmuró Andrew para sí mismo, moviéndose a la izquierda y reenfocando los poderosos prismáticos para ver al poderoso 4x4 desaparecer camino abajo entre la vegetación y el polvo flotando tras él.
Durante las últimas cuatro horas, Andrew había estado en la cima de la colina de la casa de Lita Chiba. Dos vehículos habían estado aparcados cerca de la cabaña cuando llegó, y pacientemente había estado esperando para ver quién era el invitado de ella. Como el tiempo pasó y no vio ningún movimiento en la cabaña, consideró acercarse más.
Después Lita caminó desnuda por su habitación seguida por un sujeto de cabello plateado, mientras él se estaba poniendo los pantalones.
Cuando Lita y su invitado desaparecieron nuevamente de su línea de visión, Andrew bajó los prismáticos y movió la cabeza. Ellos debían de haber jodido como el infierno en la cocina. Luego ella lo persiguió por la sala hasta fuera de la cabaña, antes del abrazo de despedida.
Un Jay azul(1) irritado en una rama sobre Andrew gritó y soltó una ramita sobre su cabeza.
—¡Malditos pájaros! —murmuró, mientras se deslizaba a la derecha sobre la suave hierba— No puedo esperar a sentir nuevamente el cemento sobre mis pies. Jodido jefe y esta misión.
Es un cretino idiota que necesita que le examinen su asquerosa cabeza. Hombres lobo, menuda gilipollez.
Una rama se rompió tras él, y el recuerdo del lobo que vio la noche anterior le vino a la mente.
El flash de una cola blanca le hizo relajarse de inmediato. Un ciervo. Nada por lo que preocuparse.
Durante algunos segundos miró fijamente al bosque por donde el ciervo había desaparecido y luego meneó la cabeza.
—Deja de distraerte, Furuhata—refunfuñó para sí mismo —Ya has estado metido en el agua hasta los sobacos en un pantano con serpientes venenosas, y escupiendo lo lanzado por una tempestad de arena fuera de tu boca, mientras un guardia te disparaba. Considerando todas esas cosas, esto es un trabajo fácil. Todo lo que tienes que hacer es descubrir lo que Chiba sabe realmente, entonces te podrás marchar. Mamoru o jake se fue al norte. Su pista aumentará.
Girándose, enfocó los prismáticos para examinar la ventana de la habitación de Lita… y casi los dejó caer. Ella estaba en la cama con las piernas abiertas, masturbándose. Sus prismáticos de alta tecnología eran tan sensibles, que podía ver las gotas de humedad en los labios de su vagina.
Tragando con dificultad, Andrew dejó que cayeran contra su tórax. Cristo, ¿Ese tipo había estado con ella durante las últimas cuatro horas y no la había satisfecho? ¿Es por eso que ella lo había perseguido por la sala de estar? ¿Todavía estaba excitada? ¿Quién era ella, una ninfómana?
Mirando hacia arriba a la oscuridad, las ramas verdes del pino en el cielo azul sin nubes, Andrew juró para sí mismo y se levantó. Debería bajar hacia su hotel, hacer el equipaje y salir tras Mamoru.
Eso es lo que tenía que hacer. Pero algo dentro le decía que Lita Chiba sabía más sobre su objetivo de lo que le había dicho. Sus tripas le decían otra cosa ahora… esa mujer Chiba era más difícil de lo que creía e iba a joderle la vida, incluso más que su jefe. Lo más sensato era alejarse todo lo que pudiese.
Apoyando las manos en las caderas, Andrew continuó mirando al cielo fijamente. ¿Huir de una mujer? Mierda, ningún hombre había conseguido asustarlo en un trabajo, ni siquiera aquel torturador de Argelia. A la única mujer que de verdad tenía miedo era a la tía que lo crió. Una sonrisa breve se formó en su boca. Su tía Hotaro era una mujer a la que nadie molestaría. Ella te lanzaría maldiciones vudú y se marcharía.
Una pequeña risa estalló en su garganta y Andrew agitó la cabeza. Tía Hotaro estaría lanzándole una maldición si no terminaba lo que había comenzado. Si él pensaba que Lita Chiba sabía algo, entonces sería mejor descubrir lo que era. Su tía Hotaro, incluso sin su supuesto vudú podría transformar su vida en un infierno mucho más que Lita Chiba.
Andrew bufó.
—¡Vudú, ja! —El vudú era tan real como los hombres lobo. Pero su tía Hotaro creía en ello, y era la persona más importante de su vida. Ella lo crió después de que sus padres murieran en ese accidente de tráfico. Ella se aseguró de que él entendiera ambos lados de su herencia, la americana y la británica, sin embargo muchos de sus amigos desaprobaban su “educación blanca”.
Tía Hotaro no se preocupó de lo que ellos pensaban. A la madre de Andrew no le importó que el hombre que amó fuese blanco. Para ella, el interior de una persona era lo importante, y su tía Hotaro se aseguró de que Andrew aprendiera eso.
Andrew continuó sonriendo a sus recuerdos. Tía Hotaro se ofreció para cuidar a un muchacho de once años, sin dudarlo un segundo y devolvió la alegría a su vida. Ella era su tía, madre y hermana, todo a la vez y lo apoyó en todas sus decisiones. Ella estaba tan orgullosa el día que se graduó, y luego ni siquiera parpadeó cuando le dijo que quería entrar en la CIA, aunque ella no confiara en que la agencia cuidara de “su pequeño”. Lo apoyó al cien por cien.
Ahora, solo una decepción en sus ojos o una palabra triste en su suave voz haría que le doliera el corazón. Ella le enseñó a terminar lo que empezaba y a no decepcionar a la gente. Así que, si quería creer en el vudú, para Andrew estaba bien. Por muy frustrante que seguramente se mostrara Lita Chiba, se quedaría allí hasta que comprendiese exactamente lo que ella era.
Levantando los prismáticos, los enfocó en Lita e inmediatamente soltó una maldición. Una de sus manos sujetaba un seno mientras con el dedo pulgar rozaba el pezón, y los dedos de su otra mano bailaban sobre el monte de Venus y alrededor del clítoris. Él miró al cielo una vez más y una gota de sudor le corrió por un lado de la cara. Tenía que marcharse, pero en vez de ello bajó su mirada y levantó los binoculares. Ni por su vida podría dejar de mirar.
Mientras observaba a Lita arquear la espalda y bombear las caderas contra su mano, su pene se estremeció y endureció.
Cerrando los ojos Andrew centró su pensamiento en recuperar el control de su cuerpo. Durante años había visto desapasionadamente más de un acto sexual mientras seguía a sospechosos, muchos de ellos mucho más eróticos… o pervertidos, que este de una mujer masturbándose. Ni una vez su cuerpo reaccionó ante cualquier cosa que vio. Ahora su polla estaba estirada contra su pierna, poniéndose más dura a cada segundo. ¿Qué tenía de particular esta mujer que mandaba su control al infierno?
Cuando su cuerpo se negó a ser controlado por su voluntad, Andrew abrió los ojos. Apretando los dientes, ignoró su ahora pulsante polla. Ninguna mujer le haría perder su autocontrol, ni aunque tuviera que vivir con el pene duro todo el día.
Rodeada por el olor de su estimulación, Lita gimió y suspiró, cuando sus dedos danzaron en su clítoris. Ella no quería haber estado tan excitada, planeaba simplemente tocarse durante un tiempo, para que su vigilante se concentrara en ella en vez de seguir a Yaten. Pero el pensamiento de Andrew Furuhata observándola y el recuerdo de cuan…duro… parecía su pecho con aquella camisa ajustada que usaba cuando entró la primera vez en su despacho, rápidamente acabó con su plan. Al revés, fantaseó con que él estaba allí ahora, en la oscuridad, con la camisa quitada y sus bien definidos músculos de sudor, desnudo y con el pene erecto.
Y mostraba la misma sonrisa de superioridad que tenía en su cara ayer en el despacho.
Mientras se acariciaba el clítoris, Lita se estremeció. Hijo de perra, Furuhata tenía una actitud prepotente, una que le encantaría quitar a bofetadas de su cara. Sin embargo, cuando comenzó a presionar su clítoris, ella se deslizó más a fondo en su fantasía.
Andrew Furihata deslizó la áspera mano entre sus muslos y enterró un par de dedos en su coño humedecido.
—Oh dioses —Lita gimió, arqueándose contra su mano —Por favor…
—¿Te gusta esto? ¿Quieres más? -preguntó él mientras empujaba los dedos dentro y fuera.
—¡Maldita sea, estás tan mojada! —Retirando la mano se puso entre las piernas de ella separándole aun más los muslos —Abre bien las piernas para mi, cariño.
Cuando puso sus caderas contra las de ella y deslizó el pene abajo contra su clítoris, los gemidos de Lita se volvieron frustrados.
—¡Deja de jugar, maldita sea! ¡Necesito tu polla dentro de mí, ahora!
El bajó la cabeza y chupó el pezón hormigueante. Luego levantó el rostro y examinó sus ojos.
—Lo que tú quieras, cariño —con una puñalada dura enterró el pene en la vagina.
Lita aulló de placer.
Él se separó y empujó nuevamente, enterrándose mucho más profundo. Otra vez se retiró, y volvió a enterrarse hasta el fondo.
Lita colocó las piernas alrededor de su cintura y sus músculos internos chuparon su polla tan profundamente dentro de ella como pudo.
El ritmo de él aumentó y ella lo acompañó… embestida con embestida, giro por giro.
Arqueándose, clavó los dedos en la lisa piel de su trasero e intentó llevarlo más profundo.
—Sí, cariño. Eso es. Tócame el culo. Apriétalo.
Perdida en su fantasía, Lita gimió cuando apretó el pezón. Con los muslos y los músculos abdominales estremeciéndose, se arqueó y restregó el clítoris con más fuerza. Cuando la cama se movió bajo ella, explotó en un orgasmo.
En lo alto de la colina, el sudor corría por la frente de Andrew, mientras veía a Lita mover la cabeza a los lados y girar las caderas de modo salvaje. Un momento tenía los talones apoyados contra el colchón y al siguiente los estaba levantando en el aire. Ella abrió aun más las piernas y entonces las cerró contra los dedos. En todo momento, sus caderas se movían y giraban, mientras se restregaba contra su mano.
El corazón de Andrew y su polla latían al unísono dentro de sus apretados pantalones. Apretando los dientes luchó contra el deseo de liberar su erección y bombear hasta llegar al clímax. Cuando realizaba un trabajo, el sexo no formaba parte de él, y no pensaba cambiar ahora, aunque fuese consigo mismo.
En la habitación Lita de repente dejó de moverse cuando su cuerpo se endureció. Solo los dedos en su clítoris se movieron, hasta que finalmente su cuerpo entero se curvó fuera de la cama.
Incluso en la colina, Andrew escuchó su grito de éxtasis.
En ese momento exacto, el fuego estalló en los testículos de Andrew, y el caliente y pegajoso esperma manchó sus apretados vaqueros, mientras se tambaleaba intentando equilibrarse.
Soltando los prismáticos contra el pecho, levantó la mano izquierda y se agarró a un saliente próximo para evitar caer de rodillas.
¡Cristo! Ni siquiera se había tocado, y sus rodillas eran como gelatina, y casi no podía mantenerse en pie. No tuvo ni que mirar para saber que tenía una gran mancha de humedad en la parte izquierda de sus pantalones. Agitando la cabeza, miró fijamente a la cabaña. ¿Qué clase de mujer era esta Lita Chiba? Jamás nadie le había afectado de esa manera.
Todavía respirando fuertemente, Lita balanceó las piernas a un lado de la cama y se sentó.
Una vez que su corazón dejó de latir tan fuertemente, se levantó solo para dejarse caer en la cama cuando sus rodillas temblaron y las piernas no la sustentaron. Apartándose el cabello de la cara, se miró en el espejo de la cómoda. Una gota de sudor le cayó de la frente a la mejilla. Su rostro estaba ruborizado, así como sus pechos. Ambos todavía le hormigueaban, y los pezones eran más grandes de lo normal. Los espasmos de excitación todavía contraían su vagina. Por todos los dioses, nunca había tenido un orgasmo así antes, ¡ni siquiera con otra persona!
Agitando la cabeza, respiró a fondo varias veces y se levantó.
Se tambaleó un poco, pero esta vez se mantuvo en pie. Después de unas respiraciones se tambaleó hasta la ducha.
Trabajo, tenía que ir a trabajar. Tal vez entonces, pudiese mantener su mente en asuntos más serios, y así poder alejar a Andrew Furuhata de la pista de su hermano. Su resoplido hizo eco en el pequeño baño. Si él fuese la mitad de bueno en la realidad como lo había sido en su fantasía, podría esposarlo a su cama durante varias semanas. Incluso podría pensar en la manera de mantenerlo ocupado… y exhausto.
Cuando abrió el agua de la ducha, bufó por segunda vez. ¿En qué estaba pensando?
¿Mantener a Furihata en su casa? Ni en el infierno. A ella no le importaba cuan bueno fuese en la cama. Andrew Furuhata era un hombre peligroso, y lo mantendría en estrecha vigilancia. ¿A quién le importaba de todas maneras cuan bueno era en el sexo de mentira?



(1)Jay Blue (Arrendajo azul) Son tímidas aves del bosque, raramente se alejan de la vegetación. Su grito de llamada permite saber generalmente donde están, cuando el ave está en movimiento se ve al pájaro volando entre los arboles por los destellos plateados de su parte delantera. Los Jays son famosos por sus hábitos alimenticios, se pueden ver enterrando los frutos para recuperarlos más tarde en invierno.
Creo que el nombre Jay Blue en ingles viene del sonido agudo que emiten yaie-yaie que aumenta de frecuencia a medida que el ave se excita.

CALOR SALVAJE (+18) - (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora