Nuevas cosas.

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¡Vuelve compañero! ¡Mi compañero!
Apretando los dientes Lita salió de la autovía y cogió la carretera que la llevaba a su cabaña. Su mitad lobo había estado furiosa con ella desde que había salido de la habitación del motel de Andrew. Pero Lita era hija de su padre. Ella podía y controlaba la sangre were. Mientras se dirigía a la última colina, Lita dejó escapar una maldición y estacionó cerca del SUV de su hermano. Él tenía que estar en su cabaña.
La estaba esperando en el porche.
La brisa de la montaña rodó en torno a las macetas de flores alrededor de su porche y llevó el leve olor de las flores que había plantado en ellas. Ella lo ignoró.
—¿Qué quieres?
—Lo siento mucho Lita.
De todas las cosas posibles que podía haberle dicho su hermano, la pena era la última que Lita esperaba. Ella pestañeó para apartar las lágrimas de los ojos.
—Andrew dijo que volvía a casa. No tengo ni idea de dónde es eso. ¿Qué voy a hacer Yaten?
—Creo que yo lo sé —Yatenn levantó unos papeles.
Sacando los papeles de su mano mientras pasaba por su lado, Lita apagó la alarma y abrió la puerta. Una vez dentro cogió las hojas y las leyó.
—¿Vudú?
—Vudú —respondió su hermano tras ella.
—¿Vudú? ¿Qué tiene que ver esa religión con que Andrew pueda transformarse?
Yaten pasó a su lado y se sentó en el sofá. Inclinándose, descansó los tobillos en las rodillas y se cogió las manos.
—No es solo una religión. Algunos sacerdotes y sacerdotisas tienen sangre mágica, de una magia muy poderosa. El doctor dice que Andrew debe tener algún pariente próximo de estos.
Mezclando tu sangre were con la mágica de él, puede tener el poder de transformarse. El doctor también piensa que él no lo sabe, ya que se quedó tan sorprendido.
—¿Y cómo me ayuda eso a descubrir dónde está?
—Piensa Lita. Sé que no quieres pedirle ayuda a papá. Eres una buena detective. ¿Qué ciudad en este país tiene más practicantes de vudú?
—Nueva Orleans —ella lo miró fijamente a los ojos.
—Exactamente. Andrew puede no estar en la ciudad propiamente dicha, pero está indudablemente en Luisiana, y Nueva Orleans tiene una manada.
—Saldré por la mañana —Lita movió ñ la cabeza.
—¿Ya te vas? ¿Por qué no te tomas un tiempo para pensarlo?
—Es mi compañero Yaten —Lita movió la cabeza —mi mitad lobo está furiosa conmigo por apartarme de él. Si no voy me volveré loca. Algún día lo entenderás.
—Sueñas, eso es una miseria que quiero evitar —bufó Yaten.
Lita no pudo evitar una pequeña sonrisa en el rostro.
—No tendrás elección cuando la chica acertada llegue. Una mirada a sus ojos y estarás perdido. Puedes creerme. ¿Crees que habría escogido al fantasma de la CIA que perseguía a Taiki?
Con su familiar sonrisa, Yaten se levantó y puso la mano en el mentón de ella.
—Buena suerte para encontrarlo. Telefonéame si necesitas ayuda.
Dando un paso atrás Lita dio un golpe en su mano.
—¿Cuántas veces te tengo que decir que no hagas eso? Mina puede tolerar tus hábitos irritantes, pero yo no. La próxima vez perderás la mano.
Su hermano simplemente sonrió y la abrazó fuerte.
—Tengo que volver a Nueva York. Papá me manda a Inglaterra por unos meses y tengo cosas que organizar. No olvides la reunión de la familia en casa de Mina. Si no apareces la familia entera te buscará. No queremos que papá vaya a Nueva Orleans. El alfa de la manada de allí probablemente no estaría muy contento con esa situación.
—Papá puede acabar probablemente con él con una mano amarrada a la espalda —gruñó Lita.
—Sí, probablemente, pero eso complicaría las cosas a nivel político cuando está consiguiendo ser un miembro de la Jerarquía. Sabes lo conservadores que son los gobernantes de los hombres lobo. Además, ¿Qué haría con el Alfa de la manada de Nueva Orleans? No tiene tiempo para eso.
—Tú podrías hacer eso —en los labios de Lita apareció otra sonrisa —la responsabilidad te vendría bien.
—¡Ni a palos! —el bufido de Yaten hizo que su sonrisa se ampliase —¿Sabes lo caliente y húmedo que es allí el verano? Los pantanos no son buenos para el hábitat del lobo.
Lita movió la cabeza cuando la sonrisa dejó su rostro.
—Intentaré estar en la reunión en casa de Mina, pero si no encuentro a Andrew…
—Lo encontrarás. Eres una buena investigadora. Usa tus habilidades —después de otro abrazo, se dirigió a la puerta. Cuando la alcanzó, se paró y se giró —recuérdalo, si lo necesitas, telefonéame.
—Lo haré. Se cuidadoso.
Él le lanzó su despreocupada sonrisa habitual.
—Siempre soy cuidadoso —y cerró la puerta tras él.
Fuera de la casa, Yaten se deslizó en su vehículo, puso la primera y se dirigió a la carretera.
Una vez que estuvo encima de la colina y lejos de la vista de la cabaña de Lita, paró y cogió el móvil. Lita era buena y capaz, pero estaba marchando al territorio de una manada muy grande, una manada que, en el pasado, había sido conocida por atacar weres que no habían sido invitados. Supuestamente, el nuevo Alfa estaba limpiando la casa y llevando a la manada al siglo XXI, pero Yaten no iba a descuidarse. No tenía contactos en Nueva Orleáns, pero los tenía su padre. Lita no tenía idea de cuánto poder había acumulado su padre desde su compromiso con la Jerarquía.


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A más de treinta millas, en lo profundo del bosque, el sheriff empujó a un Kenny desnudo fuera de su 4x4, le sacó las esposas y empujó al hombre más joven.
—Vete y no vuelvas.
—¡No puedes hacer esto conmigo!
—Puedes estar feliz de que la manada, incluida tu madre, votó expulsarte en vez de ejecutarte.
Nos has puesto a todos en peligro con tus avances mal recibidos a Lita. Presentaste una propuesta. Ella dijo no. Tenías que aceptarlo.
—Ella va a ser mi compañera. ¡La quiero!
—¡Cristo! Eres más terco y cabeza dura que una mula. Transfórmate y vete. Tal vez vivir en el bosque un tiempo sea bueno para ti. —le enseñó la pistola y apuntó en su dirección —¡Ahora fuera!
—Lamentará esto, sheriff. Todos lo lamentareis. Solo esperad.
—No vuelvas Kenny. No saldrás de otra tan fácilmente.
Lanzando maldiciones al sheriff y al resto de la manada, Kenny cambió y partió lejos.
Moviendo la cabeza, el sheriff entró en su vehículo y volvió a la ciudad. Aquel chico tendría un mal final. Acababa de saberlo.
Media hora más tarde, Kenny giró en una curva del camino que estaba siguiendo sin pararse.
Frente a él estaba sentado un lobo enorme.
Kenny sintió un inmenso alivio.
Hermano del bosque, necesito ayuda.
¿Para qué?
Mi manada me ha expulsado y se llevó a mi compañera.
Las leyes de la manada no lo permiten, a menos que ella te haya desafiado.
No, no lo fui. Fui tratado de forma equivocada.
Yo te desafío.
Kenny retrocedió
¿Qué?
La mujer were que quieres, a la que atacaste, va a ser mi compañera. No tienes ningún derecho sobre ella. Ningún derecho a herirla.
¿Qué? ¿Cómo lo sabes?
Una zorra oyó a un búho sobre un were que amenazó a una hembra plateada. Ella es mía.
La pelea fue brutal, pero breve.
Lamiendo la sangre de sus mandíbulas, Zoisite trotó lejos del otro lobo que ahora lloriqueaba bajo un pino muerto. Debía haber matado al lobo joven, pero luchaba tan patéticamente que Zoisite tuvo que contenerse y no rasgarle la garganta. El chico juró dejar el área y no volver nunca.
En opinión de Zoisite, las heridas que le hizo al joven were y su promesa de no volver nunca eran suficiente. Además, Zoisite dejó una cosa perfectamente clara. Si el joven volvía, lo mataría.


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Agarrando su bolsa, Andrew se apresuró a través de la terminal del aeropuerto para alquilar un coche. En otra hora estaría en casa. Una de las pastillas de menta… o tres, cuatro o cinco de tía Hotaro, o cuantas fuesen necesarias lo ayudarían a relajarse. El vuelo había sido uno de los peores que había tenido. Su recién descubierta nueva percepción del olor lo había bombardeado con olores que no había notado antes. Nunca había percibido que tantas mujeres… y hombres, usaran perfumes y colonias en exceso que a veces no se combinaban con sus olores naturales.
Afortunadamente ninguno se había sentado cerca de él. El aire en un avión era mucho más espeso de lo que había percibido, y los asientos necesitaban una buena limpieza. Lo más chocante era el hecho de reconocer que dos mujeres en su vuelo eran lobos. Y a juzgar por sus reacciones ellas también lo supieron. La mayor movió la cabeza duramente, mientras la más joven movió el labio en un gruñido mudo. Nuevamente, gracias a Dios, ellas se sentaron lejos de él.
Pero tenía mucho sobre lo que pensar en este vuelo, sobre como su vida estaba completamente acabada gracias a Lita Chiba y su estúpida idea de que era su compañera.
Cristo, ¿Qué debía hacer ahora? La única cosa que lo mantenía cuerdo era saber que de alguna manera, tía Hotaro podría ayudarlo.
Con la llave del coche de alquiler en la mano, Andrew se apresuró por la terminal, con más olores bombardeando su sensible nariz. Un extraño olor misterioso surgió bruscamente, y su mirada se cruzó con un hombre alto, pálido, de pie en un rincón oscuro. El hombre le sonrió enseñando los dientes, movió la cabeza y se apartó.
Andrew simplemente lo miró fijamente. ¿Quién diablos era? No era humano ni tampoco un hombre lobo. Un pensamiento explotó en su mente. ¿Vampiro? ¡Vampiro! ¿Eran reales? Mierda, ¿qué más era real? ¿Todas las pesadillas y cuentos de hadas?
El sudor apareció inesperadamente en la frente de Andrew cuando apresuró el paso. Tenía que salir de allí y llegar a casa.
Con las emociones a flor de piel y completamente distraído por lo que le había pasado, Andrew no notó a los dos hombres tras él. Cogiendo el coche dejó el aeropuerto. Un sedán oscuro lo siguió.
En el rincón oscuro, el hombre que Andrew había identificado correctamente como un vampiro habló por el móvil en voz baja.
—Un hombre que se ajusta a la descripción de Andrew Furuhata acaba de llegar y ha alquilado un coche. ¿Necesitas algo más? —escuchó un momento y sonrió —Eres más que bienvenido Artemis.
Llámame si necesitas cualquier cosa.

CALOR SALVAJE (+18) - (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora