Cuando Lita entró en el despacho de su agencia, no necesitó leer la señal, pues John se levantó y dijo:
—Invadieron tu despacho —para saber que Andrew Furuhata había estado allí, cuando el edificio estaba vacío. Su olor no solo llenaba la entrada, sino su oficina. Siguiendo el rastro de Furuhata de un lado a otro, rápidamente encontró los cuatro dispositivos electrónicos que había repartido por varios sitios de los despachos.
—¿Qué es lo que deberíamos hacer? Lita parpadeó moviendo la cabeza. La mayoría de los hombres lobo de la Manada raramente se comunicaban mentalmente en la forma humana. Por alguna razón era más difícil y tenía que ver con el hecho de que podían hablar como los humanos y sus cerebros querían usar las cuerdas vocales, según los hombres lobo científicos que habían estudiado el asunto. Aun así, era una buena idea hablar en privado con alguien.
Mirando fijamente a John, enfocó sus pensamientos y se concentró.
—Nada. Si los destruimos, él sabrá que los hemos encontrado. En este momento, piensa que somos una panda de idiotas. Y no quiero que piense lo contrario. Necesitamos mantenerle ocupado, hasta que el contacto de mi padre consiga que regrese a Washington.
John le sonrió.
—Tú eres la jefa.
Lita movió la cabeza. Bueno entonces, conversación normal, con algún chisme local para mantener a Furuhata entretenido.
—¿Alguna cosa nueva John? —le preguntó, encaminándose a su mesa.
Ella dejó la puerta abierta. Una vez que Andrew se cansara de escuchar los cotilleos de la ciudad que ella y John comentarían durante la próxima hora, seguramente estaría tan aburrido que entraría en el despacho con alguna disculpa de falta de coherencia en los archivos de Jake
O Mamoru Fields solo para ver lo que estaban haciendo. Lita sonrió. Acabar con la paciencia de un fantasma cabeza dura de los idiotas de la CIA, que pensaba que no sabía lo que él estaba haciendo, podía ser divertido.
John levantó un montón de archivos.
—Nada nuevo. Como siempre, tenemos una tonelada de papeleos que hacer.
Lita arrugó la nariz. Mierda, eso era un gran montón de archivos. ¿En verdad habían dejado eso de lado durante tanto tiempo? Considerando lo lejos que estaban de una gran ciudad, se asombraba de cuantos negocios había.
—Odio la burocracia.
La carcajada de John la rodeó.
—Qué lástima. Pero tiene que hacerse.
Sigo diciendo que contrates a un secretario. Hay mucho más trabajo para los investigadores aquí en el interior de lo que imaginé. Y debería estar semi-retirado, ya sabes.
Lita bufó.
—¿Tú? ¿Retirarte? El infierno se congelará primero —tras un rápido guiño a su colega de trabajo, cambió de asunto. Era hora de empezar a entretener a Furuhata.
—¿Cómo está Mimi? ¿Se encuentra mejor hoy?
Mimi era la perrita irlandesa preñada del vecino de John, pero Furuhata no sabía eso.
John comprendió inmediatamente.
—Está bien, creo. Se muestra muy valiente conmigo. A la única persona que deja que se le acerque ahora es a Frank.
—Mimi es suya, sabes. No sé porqué no puedes dejarla tranquila, y no sé porqué Toka tolera que deambules tras Mimi. Debería darte con una sartén, por tener que compartirte. John rió.
— Y todo porque Mimi tiene el pelo rojo. ¿Has visto una cosa tan suave y sedosa en toda tu vida?
—Tú y los pelos rojos. Un día de estos te vas a meter en un gran problema, y Toka te expulsará con el rabo entre las piernas.
—Bueno, Lita tu sabes que mi Toka me ama. Ella no puede vivir sin mí.
Mordiéndose el interior del carrillo para evitar reírse, Lita respiró a fondo y dijo:
—Continúa diciéndote eso a ti mismo, John. No digas luego que no te lo advertí.
—¿A propósito cómo van los gemelos de Wallace?
—¿Esos dos? Como siempre metiéndose en problemas. Todo el mundo pensó que la varicela los haría contenerse un poco, pero huyeron de la habitación, cogieron las bicicletas e intentaron atravesar ese barranco detrás de su casa. Se acabaron estrellando en la valla de la vieja señora Deigen y tirando por el suelo toda la ropa limpia tendida.
Lita rió.
—La vieja señora Deigen, ¿eh? Esos muchachos están en grandes problemas.
—Sí —dijo John, cuando cogió la pipa del cajón y la golpeó contra la palma de su mano.
—Ella los agarró a cada uno de una oreja y los llevó hasta la oficina del sheriff. Nephrite dijo que la mirada de su madre cuando los llevó de regreso a casa podría intimidar hasta a un escuadrón de Rangers —terminó John cuando puso tabaco en la pipa, lo encendió se lo puso entre los labios y sopló.
Lita hizo un gesto.
—¿Pensaba que le dijiste a Toka que habías dejado de fumar esa cosa maloliente? Lo vas a lamentar cuando descubra que no es verdad.
Soplando, él sonrió cuando dijo.
—Pero ella no lo descubrirá, a menos que tú se lo digas.
La puerta se abrió antes de que Lita pudiera responder, tuvo que controlarse para no echarse a reír en la cara de Andrew Furuhata. Parecía que no había podido aguantar los cotilleos locales más de unos minutos.
—Buenos días señor Furuhata ¿Qué podemos hacer por usted? —preguntó Lita, desviando la mirada al torso de él… maldición, pero es que era musculoso y examinaba su rostro. A diferencia del día anterior, cuando vio a Andrew por primera vez, Lita no estaba cansada. Estaba completamente despierta, y sus sentidos totalmente alerta. La mirada de ella viajó desde los labios y la fuerte mandíbula, firme e inmóvil, que formaba una línea apretada, examinó sus ojos color chocolate, y casi se cayó al suelo, cuando su alma de lobo rugió con plenitud.
¡Mío! ¡Él es mío, mío! ¡Mi pareja! ¡Mi compañero! ¡Él es mi compañero!
Jadeando para recuperar la respiración, Lita se dobló y agarró el borde del escritorio de John para impedir caer o saltar a los brazos de Furuhata.
—¡Lita! —John se quejó cuando saltó a su lado —¿Qué pasa? ¿Te encuentras bien? —él le colocó una mano en el costado y con la otra la sujetó por el hombro.
—Yo… Yo… —con su ayuda ella se irguió. Tenía los nudillos blancos de agarrarse al borde de la mesa, luchaba para controlar al lobo furioso en su interior… el lobo que quería lanzarse sobre el duro cuerpo de Furuhata.
Momentáneamente sorprendido por la inesperada acción de Lita, Andrew simplemente la observó cuando se dobló, preguntándose si la explosiva masturbación de ese día tendría algo que ver con eso. Cuando su compañero se puso a su lado, sin embargo, frunció el ceño. Tal vez estuviese enferma.
—¿Puedo hacer algo por usted? ¿Quiere agua? ¿Debería llamar al médico, al 911 o algo así?
Cuando ella lo miró a la cara, lo fulminó con una mirada salvaje, y los ojos con motas doradas.
Andrew dio un paso atrás. Dios, eso sí que era una mirada misteriosa. Luego ceñudo pensó, los ojos de ella eran claros, verdes, estaba totalmente seguro de ello. ¿De dónde habían salido esas manchas doradas? ¿Qué diablos estaba pasando?
Inclinando la cabeza de forma que su largo cabello, castaño, le cayese hacia adelante cubriéndole el rostro, respiró profundamente y luego expiró.
—No es nada señor Furuhata… —suspiró ahogadamente —No es necesario. Estoy bien.
Andrew se acercó más. Tenía que conseguir mirarla a los ojos —No parece que se encuentre bien.
¿Le duele un costado? Podría ser apendicitis.
Ella negó, respiró profundamente y se enderezó.
— Puedo asegurarle, señor Furuhata que no tengo apendicitis —su mirada fija en sus ojos era un desafío y una advertencia.
Andrew dio otro paso atrás. ¿Desafío? ¿Advertencia? ¿Qué diablos pasaba? Las preguntas y sospechas rondaban su mente, Andrew la volvió a mirar fijamente.
Haciendo un gesto, ella desvió la mirada volviendo a respirar. La expresión en su rostro se volvió completamente en blanco y la mirada en sus ojos indescifrable. Ella lo miró a los ojos nuevamente.
—¿Qué podemos hacer por usted, señor Furuhata?
Buscando cualquier señal de debilidad que pudiera explotar, Andrew la observó.
—Tengo algunas preguntas sobre el archivo que usted me dio.
La mirada de ella abandonó la suya.
—Hable con John. Es su caso —girándose dio unos pasos largos hasta su despacho y cerró la puerta firmemente tras ella.
—¿Qué es lo que quiere saber? —Preguntó su ayudante —Pensé que todo lo que había estaba perfectamente claro.
Andrew desvió la mirada a la puerta de la oficina de Lita y dirigió su atención a John.
Mientras con la mitad de su mente escuchaba lo que el ayudante de Chiba le decía, la otra mitad estaba bloqueada por las acciones de Lita Chiba. Esa mirada de perplejidad y sorpresa en sus ojos había sido real. ¿Qué la había causado? Ella estaba escondiendo algo sobre Jake o Mamoru, que no le había dicho.
Estaba seguro de ello.●●●
En su despacho, Lita se dejó caer en la silla mirando la pared. Su alma estaba enfrentándose contra ella, tenía que recuperar el control ya. De todos sus hermanos, era la más fuerte. Había sido la primera en realizar la transformación de su forma lobo a humana, y la primera de sus hermanos y hermana en dominar y mantener la forma humana tanto como quisiera. Su padre no había estado de acuerdo con que montase su propia agencia de detectives lejos de su protección, pero se mantuvo firme, había gritado y gruñido con él, e hizo lo que quiso.
Hasta este día su vida había sido maravillosa.
Ahora, sin embargo, un hombre la había puesto patas arriba.
Una lágrima le cayó por la mejilla y la apartó.
¿Aparearse con Andrew Furuhata? ¿Un humano? ¿Un maldito fantasma de la CIA que perseguía a su hermano era su compañero, la otra mitad de su alma? ¿Qué demonios estaba pasando? ¡Esto no debería de pasar! Oh, sabía que algún día, preferiblemente dentro de muchos años, encontraría al hombre que debería ser su compañero. ¿Pero hoy? ¿Un humano? Ella no estaba preparada. ¿Qué había hecho para merecer este destino?
Cuando otra lágrima le cayó por la mejilla Lita resopló y luego gruñó. ¡Andrew Furuhata era el hombre que quería encerrar a su hermano de por vida! ¿Cómo podía ser su compañero?
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CALOR SALVAJE (+18) - (FINALIZADA)
Loup-garouAndrew Furuhata cree que el hijo de puta de su jefe en la CIA le envió a una persecución inútil. ¿Cazar a un agente de igual graduación, que es un hombre lobo? ¡Menuda broma! Lita Chiba estaba contenta con su vida, era buena en su trabajo como inves...