—¿Qué quieres? —Gruñó Andrew a través de la puerta metálica al despreciable hombre que estaba en la terraza de su tía, cuando sacó el revólver de la parte trasera del pantalón y apuntó al extraño. Éste se detuvo abruptamente.
—Naraku dijo que te entregara esto, vale —dijo al tiempo que lanzaba una mochila a la terraza
—Dice que Mamá Hotaro sabe dónde encontrarlo —con esas palabras se giró marchándose.
Andrew mantuvo el arma en la mano hasta que el olor del otro hombre desapareció.
—¿Qué es esto? —preguntó su tía.
Andrew no tuvo que acercarse más para reconocerlo. El olor de Lita impregnaba la mochila.
Abriendo la puerta salió y la cogió.
—Es de Lita.
Su tía respiró hondo frunciendo el ceño.
—¿Naraku se la llevó? —Ella colocó la mano en su brazo —Andrew, él la matará si no consigue lo que quiere.
Con la mirada perdida, Andrew desvió la vista de la puerta a ella. El canto de los pájaros resonaba en los arboles. En algún lugar del pantano, un caimán gritó. Las abejas zumbaban entre las flores y hierbas que rodeaban la casa. El gato de su tía maulló de frustración cuando el ratón que intentaba cazar se escapó. La brisa matinal le trajo miles de olores… flores, insectos, animales. El sol que prometía otro día caluroso, húmedo, brillaba en el cielo. Diez minutos antes, esos sonidos y olores hubieran sido un bálsamo que calmara la tensión de sus músculos, la fatiga de su espíritu, la confusión en su cerebro.
Se había pasado la noche de un lado para otro, repasando en su mente la semana anterior.
Primero, se reprendió a sí mismo por haber encontrado a Lita Chiba. No necesitaba detenerse en la ciudad de ella. Debía de haber seguido adelante.
Ese tipo de pensamiento, sin embargo, no llevaba a ningún lugar. Nunca había ignorado una pista, no importaba lo pequeña que fuera. Más de una vez, algo aparentemente insignificante lo condujo a un apresamiento, no dejaba nada sin acabar. No debió tener dificultad para acercarse a Lita Chiba pidiendo información, más de las que pudo tener si hubiera dejado de respirar. Todo lo que pasó después fue tanto culpa suya como de ella. El hecho de que fuera una mujer lobo, en realidad, no influía para nada con la atracción que sentía. La quería desnuda y gimiendo sobre él, desde el primer momento en que la vio sentada y agotada detrás del escritorio. Podía no estar dispuesto a admitirlo, pero finalmente había encontrado algo más importante que cualquier caso en el que estuviera trabajando.
Andrew agitó la cabeza. Lota lo fascinó desde el primer momento y el que fuera una loba no disminuía esa fascinación. En las últimas horas antes del amanecer Andrew finalmente admitió que su calidad de loba, la volvía aun más atractiva. Y no sabía por qué. Debió sentirse intimidado o disgustado, pero no lo estaba.
El ulular de un búho afuera mostró su acuerdo con él.
Cuando amaneció, Andrew por fin aceptó que Lita significaba mucho más para él que su propia vida y el pensamiento de que nunca volvería a verla provocó una depresión y agonía en su alma, como jamás antes había experimentado. No podía vivir sin ella, aunque quisiera.
La voz de su tía cortó sus pensamientos.
—¿Andrew?
Andrew sacudió la cabeza para despejarla y enfocar sus pensamientos. La voz de su tía desapareció, así como los sonidos y olores que rodeaban la casa.
Lita estaba en peligro. Naraku la había secuestrado.
Andrew agarró la correa de la mochila más fuertemente.
Su olor y el perfume que usaba lo rodearon.
Algo en su interior se agitó. El brillo del sol desapareció y algo oscuro y peligroso anidó en su interior.
Naraku iba a morir.
—Lo mataré por esto —masculló cuando soltó la mochila en el suelo —Dime dónde puedo encontrarlo.
Una hora después, Andrew y su tía aparcaron en una calle desierta. Al otro lado se erguía lo que parecía un almacén abandonado.
—¿Estás segura de que ella está aquí?
Hotaro asintió con la cabeza.
—Aquí es donde Naraku viene a hacer sus “conspiraciones” —respondió.
—Quédate aquí —ordenó Andrew mientras salía silenciosamente de auto.
Hotaro observó a Andrew cruzar la calle y desaparecer por un lado del edificio. Poniéndose su brillante chal alrededor de los hombros, salió del vehículo andando con pasos largos hacia el otro lado de la calle. Cuando Andrew había cogido las armas del arsenal que escondía en la casa de ella, había hecho unas llamadas. Se correría la voz. Naraku había ido demasiado lejos. El Consejo se encargaría hoy de él. Deteniéndose bajo una ventana giró la cabeza a un lado, al tiempo que agitaba los dedos. Luego metió las manos bajo el chal esperando.
Al otro lado del edificio en un callejón desierto, Inuyasha y Yaten salieron de una furgoneta seguidos por cinco miembros de la manada de Inuyasha.
—¿Estás seguro de que Lita se encuentra aquí? —murmuró Yaten. Cuanto antes pusiera sus dientes en ese Naraku antes correría la roja sangre de ese bastardo.
El Alfa hizo un movimiento de cabeza a su compañero.
—Aquí es donde Naraku realiza su llamada “magia”. Alguien de mi manada se infiltró en su organización.
—Vamos —la niebla gris comenzó a formarse alrededor de Yaten.
El Alfa le agarró del brazo.
—¡Espera! Viene alguien.
Yaten resistió el deseo de arrancarle a su anfitrión la mano de un mordisco. Aunque prefería estar allí solo, el protocolo exigía que aceptase la ayuda ofrecida por el Alfa. El padre de Yaten había sido inflexible en eso. La Jerarquía no podía aceptar una pelea de sangre entre uno de sus miembros y el Alfa de la Manada de Nueva Orleans. Por su padre, Yaten toleraba la presencia de Inuyasha sus hombres.
Una figura solitaria se deslizó por las sombras alrededor del edificio.
Yaten levantó la cabeza y olió. Su ira aumentó. Ese hombre era la razón por la que su hermana había sido secuestrada. La burla se convirtió en un gruñido.
—Por tu culpa ella está aquí. Si resulta herida, te abriré la garganta.
Apretándose contra el edificio, Andrew se maldijo mentalmente, cuando reconoció al hermano de Lita.
Luego dijo entre dientes.
—No te muevas. Hay una cámara a menos de diez metros. Solo unos pasos más y estarás en su campo de visión.
El Alfa movió la cabeza.
—No me importa, mon ami. Naraku sabe que venimos.
—Naraku sabe que estoy aquí —respondió Andrew rudamente —¿Te mandó un mensaje pidiéndote que vinieras?
—Si piensas que me voy a quedar aquí esperando a mi hermana, estás loco —replicó Yaten en voz baja.
Andrew sintió la necesidad de golpear al hermano de Lita. La estrategia básica de Yaten de un ataque frontal llevaría mucho tiempo. Andrew le miró fijamente.
—No te estoy pidiendo que te quedes aquí, gilipollas. Te estoy diciendo que esperes hasta que consiga distraerlos. Ellos esperan que venga solo. Ocúltate tras esas cajas antes de que la cámara gire a este lado.
Gruñó audiblemente cuando el Alfa lo agarró del brazo, el hermano de Lita dejó que lo apartaran.
—Si le pasa algo a Lita —amenazó —Yo mismo te mataré.
—Me gustaría que lo intentaras —respondió Andrew volviendo su atención a Inuyasha.
—Hay una ventana rota en aquella esquina. No vi cámaras por allí. Tendrás que levantar a quién vaya, pero es el mejor punto para entrar sin ser visto. Las cámaras alrededor del edificio están en buen estado, pero el que las instaló dejó puntos muertos. Debes ser capaz de entrar sin problemas —miró a Yaten —Y mantén a este imbécil callado.
El hermano de Lita frunció los labios pero no dijo nada.
Creo que no es totalmente estúpido, pensó Andrew para sí mismo. Luego salió de las sombras y se dirigió directamente a la cámara. Como esperaba esta lo enfocó. Después de mirarla fijamente durante unos momentos, fue directo a la puerta. Se oyó un timbre y el zumbido de la cerradura.
Empujando la puerta abierta entró en las sombras.
—Me gustaría desgarrarle la garganta —murmuró Yaten para nadie en particular, cuando se deslizaron sigilosamente por el edificio buscando la ventana que Andrew había mencionado.
—Entonces, Yaten Chiba deberás dar explicaciones a tu hermana —habló Inuyasha —Y ella no me parece del tipo que perdona.
Cuando los dos hombres se izaron por la ventana rota, Yaten gruñó pero no le respondió.
Hermano o no, Lita le arrancaría la piel a tiras si dañara un pelo de la cabeza de su compañero.
Lo que no significaba que a Yaten tuviera que gustarle él. Por culpa de ese idiota de la CIA, la vida de Lita estaba en peligro. Y si ella estuviera herida de cualquier manera, Yaten no se preocuparía por vengarse de nadie. Su padre se encargaría de ello.
Dentro del almacén, Andrew permaneció quieto hasta que sus ojos se adaptaron a la oscuridad. Su sentido del olfato aumentó rápidamente identificando el olor a moho, polvo, comida en mal estado, cañerías obstruidas y cuerpos sin lavar. El ligero olor a perfume que emanaba Lita vino desde una puerta situada a más o menos cuarenta metros frente a él. Aunque se había pasado la vida usando sus ojos en vez de la nariz. En una situación como esta, prefería contar con el sentido que conocía mejor.
—¿Por qué te has mezclado con ella? —dijo una voz entre las sombras a su izquierda —¡Su madre era una loba pura, no una mujer lobo! Ella es más animal que humana. ¿Qué hay de malo en ti? ¿No lo sabías?
Andrew no se inmutó cuando un hombre lobo se situó en su línea de visión, aunque quería estrangularlo por lo que había dicho de Lita. Sabía que otro hombre estaría allí, lo hubiera sabido aun sin los sentidos ampliados. Ese era el tipo de trabajo para el que había sido entrenado.
Andrew hizo una mueca cínica con sus labios. Naraku no tenía oportunidad contra él. Si este autoproclamado rey del Vudú hubiese dañado de cualquier forma a Lita, no viviría para ver ponerse el sol.
El hombre hizo un gesto con la mano.
—Dame tu pistola.
Andrew se la dio.
—Pero, ¿Cómo has podido follar con esa perra? —El hombre continuó mientras colocaba el arma en su cinturón y se giraba —¿No te has dado cuenta de que es una abominación? Es mitad lobo. ¡Es mitad animal! ¿Acaso no lo sabías? Líbrate de ella. Mejor mátala. Nadie lo sabrá.
—Menudo idiota. No ha buscado más armas.
—Cierra la boca, antes de que te la cierre —respondió.
En un primer momento el hombre acarició la pistola. Parecía dispuesto a aceptar el desafío de Andrew. Luego tras mirarlo fijamente a los ojos se apartó. Girando, caminó hacia adelante, murmurando sobre su respiración.
Andrew le escuchó repetir “abominación” más de una vez.
Durante unos breves instantes la vergüenza hizo sonrojar a Andrew. Había llamado a Lita princesa nacida en la cuna equivocada, alguien que solo quería joder con él porque era extranjero. Ella le dijo que se equivocaba, que su vida no había sido fácil, pero una parte de él realmente no la creía. Ahora sabía que no había mentido sobre la forma en que ella y sus hermanos habían sido tratados. Los hombres lobo la odiaban simplemente por su ascendencia. ¡Él había querido su muerte!
Andrew gruñó suavemente, el hombre miró por encima de su hombro. Andrew observó, ese hombre moriría si la había tocado.
Permaneció en silencio cuando el hombre lobo lo hizo entrar por la puerta que había descubierto antes. Entraron en una habitación iluminada.
—Bueno, ha venido —dijo Naraku, la satisfacción goteando como veneno en su voz.
Ignorándolo, Andrew se concentró en Lita que estaba sentada y esposada a silla en mitad del cuarto. Polvo y suciedad cubrían su lado izquierdo, pero el fuego de la rabia brillaba en sus ojos azules moteados de oro. Andrew se sintió fruncir el ceño. No tenía duda de que por lo menos una pequeña parte de esa rabia iba dirigida a él. Cuando se acercó más, vio la contusión en su blanca piel.
—Ya te has acercado lo suficiente, Andrew Furuhata —ordenó Naraku—Has visto que está bien.
Apretando los puños, Andrew apretó los dientes tragándose la ira que creía en su interior. Naraku definitivamente era hombre muerto.
—Estoy aquí —dijo entre dientes —déjala ir.
Naraku se rió.
—Todavía no. Primero tenemos que asegurarnos que el poder Vudú en ti ha despertado.
¡Kagura!
Una Mujer trajo a un hombre menudo negro con el pelo blanco salido detrás de la cortina.
Naraku comenzó a mover las manos rítmicamente.
—Boon es un Vudú auténtico, uno al que los tontos del Consejo temían por su poder y lo desterraron. Yo lo recogí. Creo en él y en su fuerza. Juntos trabajamos en las sombras y mostramos a los otros Vudús, que podemos vivir mejor y que podemos dominar esta ciudad.
Andrew cruzó los brazos sobre el pecho.
—¿Eso que tiene que ver conmigo?
El movimiento de brazos de Naraku se volvió más frenético.
—Te lo dije. La sangre de hombre lobo despertó tu poder haciéndote más fuerte. Con tu ayuda voy a acabar con esta ciudad.
—Ya te dije que no me interesaba.
Dejando caer los brazos a un lado, Naraku se paró en mitad de un paso. Por un momento miró fijamente a Andrew. Luego dijo:
—Dispararé a la chica.
Antes de que nadie se moviera, Andrew respondió con voz tranquila.
—Entonces definitivamente no conseguirás ninguna cooperación mía. Y lo que es mejor, te cazaré y te mataré personalmente.
—Tú también morirás.
Andrew se encogió de hombros.
—Entonces la CIA te cazará. Mi tía sabe donde vine, y envié un fax a mis superiores. ¿Estás seguro de querer meter a la CIA en esto, Naraku?
El hombre se enderezó entrecerrando los ojos.
—Ellos no son nada. Mi lobo se ocupará de ellos también —chasqueó los dedos.
Andrew frunció los labios.
—¿Estás seguro de querer arriesgarte?
—Deja de perder el tiempo con él, Naraku —interrumpió el Boom—Voy a tomar el control de sus poderes y luego haz con él lo que quieras.
—¡Hazlo ya! —exigió Naraku.
Antes de que Andrew pudiera moverse, Boon levantó las manos, chasqueó los dedos diseñando un círculo con los índices de ambas manos. Luego las dirigió a Andrew.
—¡Despierta! —ordenó comenzando a cantar en voz baja y gutural.
Dentro de Andrew la entidad oscura con la que había luchado desde la transfusión, la entidad que estaba siempre allí, cerca de su consciencia desde que conoció el secuestro de Lita, la que pensaba haber derrotado y desterrado con el beso de Lota, rugió a la vida abrazando su cuerpo e infiltrándose en su mente.
Jadeando y sujetándose la cabeza con ambas manos, cayó al suelo.
—¡Andrew! —gritó Lita.
Arrodillado Andrew luchó contra el diablo en su cuerpo, o por lo menos lo intentó. El control del que tan orgulloso estaba había desaparecido. La negrura penetró enredándose en cada parte de su cuerpo y su alma.
La canción de Boon se hizo más fuerte.
Andrew se retorció y gimió, mientras luchaba por el control.
—¡Ahora me perteneces! —gritó Naraku con alegría por el triunfo.
Cuando la sucia oscuridad invadió a Andrew notó que sus sentidos desaparecían, un largo aullido lleno de ira atravesó el aire para ser respondido primero por uno y después por otro y otro hasta que un coro de cólera atravesó las paredes, suelo y techo. En lo profundo de la oscuridad que corroía su alma, otra entidad aulló en respuesta, una entidad poderosa, niebla encerrada en plata, oro y ébano, no la oscuridad aceitosa que corroía su cuerpo, sino una oscuridad limpia como el cielo de una noche llena de estrellas. Expandiéndose rápidamente, devorando el mal que arañaba su alma, llenando a Andrew con la frescura envolvente, gélida, de una noche de invierno sin luna.
Cuando el dolor desapareció y su ropa cayó, Andrew se levantó sobre cuatro patas frunciendo el morro con un gruñido. Con las afiladas garras arañando el suelo de cemento, se lanzó sobre su atormentador. Al otro lado del cuarto, la niebla se disipó y un lobo blanco plateado saltó a la silla donde Lita estaba preparada para unirse a él en el ataque. De la puerta por donde Andrew entró salieron más lobos.
Girándose, Naraky gritó una vez y huyó por una puerta escondida cerca de donde estaba. Un gran lobo plateado empujó a Lita y Andrew fuera de su caminó y se lanzó contra la puerta. Cuando esta no se movió aulló con ira e intentó cavar un pasadizo.
Un disparo resonó en la estancia, pero los compañeros de Naraku salieron gritando ante el ataque de los lobos.
Todavía moviendo las manos, Boon cayó gritando al suelo, derribado por un gran lobo ceniza rodeado por el poder del Alfa.
Entonces una luz blanca resplandeció en el cuarto, su brillo aturdió momentáneamente a todo el mundo.
—Él es nuestro —ordenó una voz autoritaria.
Agitando la cabeza, Andrew parpadeó para aclararse la vista. A su lado Lita hizo lo mismo.
La niebla oscura se arremolinó, el Alfa de Nueva Orleans surgió ante un grupo de nueve humanos brillantemente vestidos, guiados por un hombre de aspecto digno con el pelo blanco y color más oscuro que la noche.
—El ayudó a asesinar a Weres —respondió Inuyasha, al tiempo que se limpiaba la sangre del mentón —¿Por qué no debería matarlo?
El hombre de cabellos blancos cruzó las manos sobre el tórax.
—Porque, Alfa, la muerte es definitiva. Con nosotros sufrirá tormentos indescriptibles.
También asesinó a Vudús.
El Alfa miró al hombre temblando, le dio un golpe y se marchó. Señalando a los miembros de la manada que lo acompañaban dijo:
—Nos vamos.
Después miró a Andrew y Lita, que todavía estaban en forma de lobo.
—Sois bienvenidos si queréis uniros a nosotros.
Una arruga apareció en su rostro.
—En cuanto a ti Yaten Chiba, por el honor a tu padre y hermana… y mi compañera. Para mí, no abandonarás lo suficientemente rápido Nueva Orleans —el Alfa se giró llevándose a los miembros de su manada del cuarto.
El lobo plateado mostró una sonrisa dentuda, pero no cambió a humano.
Cuando el grupo de Vudús tomo la custodia de Boon, la tía de Andrew se puso ante él.
Moviendo la cabeza de un lado a otro lo miró a los ojos.
—Las manchas negras se fueron. Tus ojos son dorados como los de un verdadero lobo —ella agitó la cabeza— No pensé que eso fuera posible -poniéndose de rodillas lo abrazó —Pero continuas siendo el mismo Andrew y yo te amo —levantándose siguió a sus amigos del consejo.
Cuando desapareció, Andrew echó una mirada a Lita y a su hermano y luego de nuevo a ella.
Abriendo la boca intentó hablar, pero solo unos ladridos salieron de su boca.
—Usa tu mente.
Andrew miró fijamente a la loba plateada cerca de él. Ningún sonido atravesó el aire, pero ese comentario tenía un toque definitivamente femenino.
Él formó las palabras en su mente, mientras continuaba mirando a Lita.
—¿Cómo diablos me transformo en humano?
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CALOR SALVAJE (+18) - (FINALIZADA)
WerewolfAndrew Furuhata cree que el hijo de puta de su jefe en la CIA le envió a una persecución inútil. ¿Cazar a un agente de igual graduación, que es un hombre lobo? ¡Menuda broma! Lita Chiba estaba contenta con su vida, era buena en su trabajo como inves...