Enlazados

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—¿Qué hago? ¿Qué hago? Si lo ven, me matan —chilló observando nerviosa al muchacho.

Volvió al baño, y se cambió lo más rápido que pudo, saliendo minutos después, encontrando a Santo en la misma posición, boca abajo abrazando la almohada.

Se mordió el labio inferior, y se subió a la cama, tocando su hombro.

—Ismael —susurró sacudiéndolo—. Despierta, Ismael.

Lo miró impaciente, y él no se había inmutado ni un poco.

—No puede ser ¿Cómo mierda entraste? ¡Despierta maldita sea!

Santo se quejó una vez más, y giró hacia ella, abrazándose a su cintura.

—Demonios, despierta, vamos, abre los ojos —le dijo palmeándole una de sus mejillas—. Despierta.

Al ver que él no lo hacía, frustrada huyó de sus brazos, bajándose de la cama para ir hasta su puerta y colocarle el cerrojo. Lo que menos quería, era que sus padres entraran sin avisar, y encontraran al muchacho.

Se giró, y miró su cama una vez más. ¿Cómo diablos dormirían ahora?

-o-o-o-o-

Abrió sus ojos, y se sentó rápidamente al darse cuenta de lo que estaba pasando. Miró con temor hacia su lado, y Evelin estaba durmiendo, echa un pequeño ovillo en la otra mitad de la cama.

Se pasó una mano por el cabello, y fue entonces que al mirar hacia abajo, notó que no tenía puesto su pantalón, ni su camiseta. Estaba solo en boxer, en la cama con una humana que también estaba en ropa interior.

—Oh no, no, no, no puede ser. Dios no —pronunció aturdido, saliendo de la cama.

Corrió hasta al baño de ella, y se observó en el espejo la espalda. Y más calmado, vio que aún tenía su nombre tatuado en ella. Cerró los ojos, y se sentó en el suelo, tomándose del rostro con ambas manos.

¿Qué habría pasado si cometía una estupidez por haber bebido? No sabía que el alcohol tendría ese efecto sobre él, ya que nunca antes habían bebido, y cuando lo estaba haciendo, se sentía bien.

Salió del baño, y fue hasta la cama. Se paró junto a Evelin, y colocó una de sus manos sobre su cabeza. Cerró los ojos, y borró los recuerdos de ella, aquellos en los que ella lo había visto en la cama.

Había sido un completo irresponsable, no podía volver a ocurrir algo como aquello una vez más.

-o-o-o-o-

Estaba caminando por un jardín, sonriendo mientras observaba la creación. Era tan fascinante la vida, el ciclo que cumplían los seres vivos. Y en el que ella también formaba parte.

—¡Muerte!

Y su momento pacífico, se vio opacado con aquel apodo. Rodó los ojos, y observó al muchacho frente a ella.

—Ya te dije que no me digas así ¿Qué quieres?

—Quiero que me digas la verdad, ya no puedo continuar con esto.

—¿Qué cosa?

—¿Cuándo morirá? ¿Será ahora? ¿Pronto? ¿O cuando envejezca?

—No puedo revelarte eso.

—Hazlo, te lo pido por favor, ya no puedo continuar cerca de ella. Anoche... Pudo haber ocurrido un error, que nos habría costado la vida a ambos.

—¿No cumplirás tu misión?

—No de ésta forma, pediré que me den a otro humano. Ésta vez haré las cosas bien, no me involucraré.

—Es que nunca se trató de ti, o de ella, sino de ustedes —sonrió.

No tan SantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora