-Narra Tyr: dios de la guerra, de la gloria en combate, y de la victoria.-
Al este del río Elivágar, el conocido como mar de la lucha. Aquel río se encontraba en la muerta Niflheim, antaño hogar de los gigantes de escarcha. Por encima de este mundo, se encontraba Jötunheim, el mundo de los gigantes de hielo y monte. Ahí era donde vivía Hymir, pues cuando se quería decir que uno vivía al este del río Elivágar, quería decir Jötunheim. En Asgard solía decirse que alguien había ido a Oriente para referirse a Jötunheim. Nadie ya vivía en Niflheim, salvo los muertos, en su oscura oquedad llamada Helaheim. Sí, había llegado hasta nuestros oídos que la hija de Loki se había adaptado bastante bien al destierro impuesto por nuestro padre. Elivágar fue muy famoso e importante antaño. En Niflheim, tanto el hielo y las frías aguas que corretean por los ríos nacidos de su gran fuente Hvergelmir —en realidad una cascada—, como el Elivágar, eran venenosos. Elivágar quedó solidificado un día, sus aguas permanecieron mucho tiempo petrificadas, y cuando el calor de Muspelheim hizo que el venenoso hielo se derritiera, nació Ymir del eitr, una sustancia que igual que podía matar podía dar la vida.
—¿Y cuál es el plan? —preguntó Thor mientras caminábamos en dirección al palacio de Hymir.
—Hablar con mi madre —informé—, debería de estar dentro, cuidado de mi abuela.
—¿Son todos gigantes?
—Sí.
—Pues como en mi familia, entonces.
—A papá le gustan las gigantas —prácticamente todos sus bastardos venían de una giganta.
—¿Y a quién no?
Alcé la mano para que guardara silencio al llegar a la puerta del palacio. En principio, después de ver el exterior, ambos pensamos que todo esto sería mucho más grande, pero nos encontramos con todo lo contrario, el interior del salón parecía estar hecho a nuestra medida, lo que me hizo pensar que quizás sabían de nuestra presencia, sabían que íbamos a venir.
—Gigantes y sus ilusiones —comentó Thor mirando desde fuera el interior, un gran salón con una gran mesa casi en el centro, rodeada por sillas y un trono al fondo, coronando el conjunto—. ¿Te he contado lo que me pasó con Loki una vez? Nos encontramos una cueva que en realidad era un guante y...
—¿Tyr? —interrumpió una voz desde el interior, una mujer con los cabellos del mismo color que los míos— La abuela no se equivocó, ibas a venir.
—Hola, madre —respondí.
Thor nos miró, como si quisiera asegurarse de que realmente éramos familia. Mi madre se acercó a nosotros y como cualquier madre, comprobó que estaba de una pieza, no le gustó nada no ver mi mano derecha.
—Así que es verdad... —murmuró. Puso los brazos en jarra, acompañando sus gestos con una expresión seria en su rostro, una que en algo recordaba a la mía. Dirigió su vista hacia mí unos segundos, quizás ella deseaba que le hablara del tema, pero en cambio nos miramos a los ojos, tuvimos una breve conversación mental, y acordamos no mencionar lo que me había pasado— Soy Hrod —se pre-sentó a Thor, dirigiéndose a él con voz brusca—, la esposa de Hymir, madre de Tyr, ¿tú quién eres?
Mi madre era muy osada, sabía que tenía las llaves de la casa y que con ello poseía autoridad sobre el lugar en donde pretendíamos entrar, pero aun así, dirigirse de esa manera hacia un desconocido y más a Thor, era algo peligroso. Mi madre nunca le había tenido miedo a nada, ni siquiera al bruto de mi padrastro. Por ello, Hrod no sentía reparos en hablarle a mi hermano de aquella manera. ¿Qué luego Thor quería volarle la cabeza por los aires?, que lo intentara.
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El cantar de Hymir
AdventureUna vez los dioses fueron de caza y decidieron comer en la casa del dios Aegir. Este necesitaba un caldero para fabricar cerveza y poder servir a todos los dioses. Tyr decía conocer a alguien que poseía un caldero lo suficientemente grande como para...